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No hay que hacer cuentas alegres con el tesoro del San José

El manifiesto de carga y las investigaciones históricas hablan de una riqueza que traída al presente nadie sabe a cuánto equivale en dinero. Hay que esperar a que el Gobierno muestre lo rescatado.

NELSON FREDY PADILLA
08 de diciembre de 2015 - 03:24 a. m.

La leyenda del tesoro del galeón San José, hallado el pasado 27 de noviembre en el mar Caribe colombiano, según informó el presidente Juan Manuel Santos el sábado pasado, ha llevado a pedidos utópicos como que Colombia debiera pagar con esa riqueza parte de la deuda externa o financiar el posconflicto una vez se firme la paz con la guerrilla.

Sin embargo, expertos en el tema advierten que es mejor no hacerse muchas ilusiones basadas en dinero en efectivo. Desde 2008 El Espectador ha advertido sobre eso. Al historiador italiano Claudio Bonifacio, uno de los más reconocidos investigadores internacionales del tema, este diario le preguntó: Se dice que en el San José hay riquezas avaluadas en diez mil millones de dólares (dato de un debate en el Congreso hace más de 30 años) ¿Qué cifra maneja usted?

Respondió: “Mucho cuidado con los números. Para este mítico galeón hay que tener en cuenta que viajaba de Portobelo para Cartagena y por lo tanto aún no estaba embarcada toda la carga y cerrados los registros. Yo calculo que transportaba unos 8-9 millones de pesos o sea, unas 215-240 toneladas de metales preciosos, destacando la plata. Dar cifras para estas 215-240 toneladas es difícil, pero bien puede llegar a los ‘prudentes’ 600 millones de dólares”.

Parece poco y advirtió que “las monedas de plata no tienen un gran valor en el mercado numismático”. Citó un caso: “Mi amigo Rubén Collado sacó más de 4.000 monedas de oro de la fragata Nuestra Señora de la Luz que naufragó en Montevideo en 1752. Fueron subastadas por 6 millones de dólares, de los cuales la mitad eran del Estado. Con este dinero construyeron una escuela y compraron material a la prefectura naval”.

El avalúo definitivo del San José dependerá de que el Gobierno colombiano muestre lo que rescate durante los próximos meses, que eso sea sometido a peritazgo nacional e internacional y que se defina, como pidió la Corte Suprema de Justicia en un fallo de 2007, qué es patrimonio de la Nación y qué es tesoro monetizable. Eso sin contar con todos los reclamos jurídicos que un hallazgo de esta magnitud causa, empezando por España, porque como insiste Bonifacio: “era una capitana de la armada de galeones de Tierra Firme y era por lo tanto un barco de la Armada española. Esto ocasiona que el Reino de España pueda reclamar alegando la inmunidad de soberanía”. Es decir, no se sabe si Colombia disfrutará plenamente de tal riqueza, además porque él considera que pudo haber sido saqueada.

Robert Cembrola, director del Museo del Colegio de Guerra Naval, en Rhode Island, dijo: “Sin duda el San José es el Santo Grial de los tesoros de barcos hundidos”. La firma de EE. UU. Sea Search Armada tiene, según la Corte Suprema, derechos sobre la mitad del tesoro por localizar al San José desde la época del gobierno de Belisario Betancur.

¿Qué había a bordo del San José? La fuente más confiable es el Archivo General de Indias, que reposa en Sevilla ( España). El registro “AGI, Contratación 4734. 1708. Portobelo” hace una “relación sumaria del real tesoro de su majestad y diferentes naciones que bajó de la real caja de Lima…” y asegura que “en total, venían en la capitana 532.628 pesos y 4 reales”. Anota que “el total embarcado en esta capitana, es difícil evaluarlo, pues hay que considerar que este galeón no llegó a entrar a Cartagena, donde seguramente hubiera cerrado los registros de embarque”. El historiador Bartolomé Arzans de Orsúa y Vela, en el libro Historia de la villa imperial de Potosí, tasó todo en 5 o 6 millones de pesos de la época.

La mayoría del tesoro provenía de Perú, no de Colombia. El manifiesto de carga reflejaría “las cuentas de lo que se remitió desde las cajas reales de Lima en la armada del Mar del Sur mandada por el marqués de Villar del real tesoro que llegó al puerto de Perico (Panamá) el 8 de febrero de 1708, pasando luego a Portobelo para ser embarcado en los galeones del marqués de Casa Alegre”.

Al parecer cinco marinos del San José sobrevivieron y una vez fueron llevados a Cartagena comenzó una investigación que tres siglos después no ha dejado certezas. Una carta enviada al Consejo de Indias con fecha del 18 de junio de 1709 dice que a don Agustín de Villanueva, almirante de galeones, le manifestaron en carta desde Cartagena con fecha del 26 de julio y posdata del 27 del mismo mes y año, “que el maestre de plata, don José López Molero, le había dado cuenta de haber, sólo en la almiranta 582.466 pesos 3 ½ reales de plata perteneciente a la real hacienda de vuestra majestad…”.

El documento “avisa no poderse saber los caudales del comercio ni remisiones de particulares que se embarcaron en la almiranta respecto de la calidad de la feria (de Portobelo) y que la más gruesa porción que bajó del Perú fue en oro, pero que haciendo el cómputo por mayor, considera llegará la plata a tres millones y que el oro excederá de cuatro, siendo de advertir que en esta partida de oro no puede haber seguridad de existir en la almiranta cosa de entidad, porque este metal lo traen los dueños y encomenderos en cajas de ropa de vestir, frasqueras, baúles y papeleras que no le son permitidas registrar por los privilegios del comercio concedidos en el asiento de averías, debiendo presumir que lo tendrán en tierra, y que añadiendo a estos 7 millones uno y medio de intereses en navíos mercantes, será todo de 8 a 9 millones…”. Y finaliza: “Se puede resumir los intereses particulares en 13 millones…”.

El San José era parte de un convoy que intentó llevar lingotes de oro y plata al rey Felipe V de Borbón durante la guerra de Sucesión con Inglaterra entre 1701 y 1714. Entonces, a esperar qué muestre el Gobierno de lo hallado en este caso, ya declarado bajo “secreto de Estado”.

Inventario de carga del galeón

El documento, con fecha 20 de mayo de 1708, resume el inventario de bienes cargados en el San José, haciendo la salvedad de que investigadores del caso siempre han hablado de que allí, lógicamente, no están las riquezas que se subían de contrabando:

326.996 pesos 4 reales de salarios para los ministros del real Consejo de Indias.
10.601 pesos real de posadas del real Consejo de Indias.
3.843 pesos 3 reales de bienes de difuntos de Lima.
289 marcos 3 onzas en dos pozuelos de obras pías.
1 lámpara grande de 148 marcos 5 onzas de obras pías.
1 pelícano grande y 3 pequeños con sus peanas en concepto de obras pías.
1 recipiente y 1 custodia de oro, por obras pías.
1 incensario con su naveta de obras pías.
2 cálices con patenas de oro de obras pías.
1 salvilla, tinajeras y campanilla de oro.
1 diadema de obras pías.
1 acetre de obras pías.
1 hisopo de obras pías.
103.784 pesos 2 reales del real tesoro.
30.561 pesos real de la santa cruzada.
1 pozuelo que contiene una lámpara de obras pías de Lima.
22.161 pesos, 5 reales, 3 cuartillos
2.585 pesos real de bienes de difuntos de Quito.
1.932 pesos, 7 reales, 1 cuartillo del 5% de salarios de la caja de Panamá.
162 pesos de las monjas del convento de Santa Teresa de Ávila.
30.000 pesos de la inmunidad de represalia y permiso del embarque de ropa inglesa y holandesa, todo destinado al Consulado de Sevilla.

Dice el AGI que con esto, y los 64 cañones de la nave, “el viernes 8 de junio de 1708, a las cuatro de la tarde, el galeón San José, que acababa de zarpar para Cádiz con un cargamento de piedras y metales preciosos por medio millón de millones de pesos de la época, fue hundido por una escuadra inglesa…”

Por NELSON FREDY PADILLA

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