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Oswaldo Ortiz, un abogado bogotano de 32 años, habla poco de su vida personal. Tiene hijas, pero no especifica cuántas, ni de cuántos años “por seguridad”. Es evangélico y se define como un “pastor digital” que busca llegar a jóvenes y adolescentes a través de redes sociales, porque “ahí está el futuro de la Iglesia”. Vive entre Bogotá, Cartagena y Miami. Desde hace ocho meses hace videos, aunque no se considera youtuber, sino videocolumnista.
Pero la popularidad que ha cobrado en los últimos días no es por su prédica y sus mensajes espirituales. Es porque en sus videos ha iniciado una cruzada contra la “imposición de la confusa identidad de género”, como él la llama. Ha arremetido contra la supuesta manipulación de la comunidad LGBTI a todo el país. Tal alcance tienen sus comentarios que, incluso, el expresidente Álvaro Uribe Vélez compartió uno de sus videos. Además, el crecimiento en sus redes sociales ha sido exponencial: entre el pasado martes y este lunes, su página en Facebook, @SuperOOTv, pasó de poco más de 22.000 "me gusta" a tener 45.185.
Dice que no es homofóbico, sino que es calificado de esa manera porque en sus videos “hablo de temas que favorecen a los heterosexuales”. Lo que quiere es “ser un canal de comunicación entre la comunidad LGBTI y la heterosexual”. Parecieran contradictorias estas palabras cuando le da a la comunidad LGBTI dos categorías: “la comu” y el "lobby gay". También lo es el hecho y el lenguaje que maneja en varios de sus videos. Quienes los ven se pueden encontrar desde una guía para "evitar el matoneo de 'la comu'" hasta una entrevista con la diputada santandereana Ángela Hernández, quien se opone a que el Mineducación revise los manuales de convivencia para verificar que respeten la orientación sexual, tal y como lo ordenó la Corte Constitucional el año pasado en el fallo del connotado caso Sergio Urrego. Algunas de sus críticas más recurrentes van dirigidas precisamente al alto tribunal, a la ministra de Educación, Gina Parody, y, en general, al Gobierno de Juan Manuel Santos.
Sus planteamientos son de este talante: "La comu" son “los homosexuales de a pie. Esta está dividida, según mi criterio, en dos: aquellos que son muy decentes y los que son muy guaches”. Defiende que no es discriminatorio llamarlos así, porque “ellos mismos lo hacen”. Ortiz también habla de el lobby gay que, según él, es una suerte de "logia" compuesta por homosexuales en todas las esferas del poder, dedicados a “imponer su ideología de género en el país”.
Asegura que quiere defender los derechos “vulnerados por la comu” que ha buscado imponerse a la mayoría. Con vehemencia, Ortiz afirma ser una voz para los heterosexuales porque, de acuerdo con su visión, hasta los medios de comunicación como El Espectador se han dedicado a “insertar la ideología de género, haciéndole daño a nuestra Colombia” y perpetuar “una guerra mediática para enfrentar a la comunidad LGBTI con los heterosexuales”.
También critica la “victimización social de la comunidad LGBTI para imponer la ideología de género”. En ese momento cuenta que cuando era joven fue víctima de matoneo no solo por ser evangélico, sino también por “tener lentes, brackets, ser el más chiquito de mi clase y estar entre los primeros de la clase”. Pero esto “lo ayudó a forjar su carácter”.
De la ideología de género dice que busca “que la opción de unos pocos se convierta en la norma para todo un país”. Concede que sí se debe de inculcar el respeto a la diferencia, pero esto lo remata asegurando que la discriminación contra los homosexuales "ya acabó" y que, a pesar de esto, “ahora se están yendo es al otro extremo, hasta el punto de, como ha dicho la diputada Ángela Hernández, querer colonizar a nuestros niños en los colegios”. Otra cosa piensa la Corte Constitucional que en sus más recientes sentencias ha ratificado que existe un déficit de protección para la protección de derechos de las personas LGBTI.
La educación en ideología de género también fue un mandato de la Corte Constitucional al Mineducación después de que el suicidio de Sergio Urrego, hace dos años, evidenciara el acoso escolar a los LGBTI. (Lea aquí: Las promesas pendientes en el caso de Sergio Urrego, tras dos años de su muerte). Ante esta decisión de la Corte, el ministerio diseñó, junto a cinco organizaciones, unas preguntas orientadoras para que se revisaran los manuales de las instituciones educativas. Pero según Ortiz, la colaboración de Colombia Diversa sería una supuesta prueba del lobby gay, pues esta ONG lo que hizo fue “presionar y mover sus hilos en el alto tribunal”.
Otro de los frentes en los que ha promovido su activismo proheterosexual ha sido en la campaña “Firmes por papá y mamá” de la senadora Viviane Morales, que busca prohibir la adopción de parejas homosexuales. Ortiz asegura que “como hombre de fe, Dios diseñó un hombre y una mujer para la reproducción de la raza humana. Como papá, soy defensor número uno de papá y mamá en casa, porque a los niños se les debe dar los dos matices de formación”.
Por sus posturas afirma que puede “ayudar a muchos políticos a que vean la realidad del país” para conseguir la Colombia que debe ser. Una Colombia en la que se debería cambiar la Constitución, porque “esta no responde a la realidad del país”, ya que cuando fue hecha “no contó con la participación del pueblo” y, por eso, a pesar de que “la mayoría del país es cristiano, el Estado es laico en el papel”.
Para demostrar que sus posturas no son de un homofóbico sino de un proheterosexual, Ortiz responde a la pregunta de cuál sería su reacción si una de sus hijas resulta homosexual que “la abrazaría todos los días y le diría que la amo”.
Con sus posturas y sus videos, Oswaldo Ortiz aviva aún más el debate frente a los derechos de la comunidad LGBTI. El apoyo que tiene en redes sociales es, además, una vitrina que expone cómo los colombianos aún desconocen la importancia de inculcar en los colegios en el respeto por la diferencia. Y, aunque insiste en su deseo de "ser un puente entre las dos comunidades" da la impresión que la discusión solo está consiguiendo ampliar los prejuicios.