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"Uribe es un guerrerista"

Monseñor Luis Augusto Castro dice que el presidente Santos debe escoger un mejor equipo de gobierno para su segundo cuatrienio.

Camilo Segura Álvarez
13 de julio de 2014 - 02:00 a. m.
Monseñor Luis Augusto Castro. / Andrés Torres
Monseñor Luis Augusto Castro. / Andrés Torres
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El obispo de Tunja, monseñor Luis Augusto Castro, fue elegido esta semana como nuevo presidente de la Conferencia Episcopal. Fue partícipe de las negociaciones de paz entre el Gobierno y las Farc durante el período de Andrés Pastrana y, en la era Uribe, estuvo cerca de lograr el intercambio humanitario entre el Estado y la insurgencia. Durante el gobierno Santos fue la voz disonante de la estructura eclesiástica y sugirió al Ejecutivo que el tal paro agrario sí existía y que hablando es que se entiende la gente. Ahora reafirma su compromiso con la paz y dice que el fin de la guerra es cuestión de corazón.

 ¿Su elección como presidente de la Conferencia Episcopal es un espaldarazo de la Iglesia a la paz?

Sí, el país espera que la experiencia del diálogo entre guerrillas y Gobierno llegue a buen puerto. Durante ocho años nadie quiso saber nada de paz, el país no aguanta otra frustración como la del Caguán. Debemos aprovechar el momento para ponerle punto final al conflicto.

 ¿Qué diferencias ve entre los procesos del Caguán y La Habana?

La guerrilla que llegó al Caguán creía que podía llegar al poder en pocos meses, no tuvieron voluntad de paz. Las Farc han cambiado muchísimo. Ahora tienen la certeza de que el método para lograr sus objetivos es la lucha política y no la armada. Me parece que la seriedad que ha tomado la mesa para ambas partes es un indicio de que vale la pena apoyarla. Ya se hizo lo más fácil, ahora viene lo más difícil. Lo más fácil se hace con el cerebro, ahora tienen que usar el corazón. Tienen que reconocer lo que hicieron, pedir perdón, reparar y aceptar la justicia transicional. Queremos que se llegue hasta el final.

Dicen que la Iglesia puede ser el intermediario entre Gobierno y Eln...

Con el Eln espero que se haya hecho lo mismo que con las Farc para verificar si efectivamente quieren iniciar un proceso de paz y no dialogar por dialogar. Cuando uno escucha al Eln son unos muy buenos diagnosticadores de la política del país. Pero cada vez que se habla con ellos no pasa nada. No se animan a dar posiciones más profundas. Ahora que el Estado habla con las Farc, ellos también pueden avanzar hacia un futuro distinto. Si un día nos piden intermediar o facilitar, seguramente vamos a decir que sí. Por ahora las cosas son entre dos interlocutores.

 ¿Cuál es la responsabilidad de la Iglesia en el posconflicto?

La Iglesia debe trabajar en la humanización. No nos damos cuenta de cómo la guerra nos ha deshumanizado a todos. Nos hemos vuelto fríos frente al sufrimiento ajeno, no entendemos el valor de la vida. Si vamos creciendo en humanidad, crecemos en ética, reconciliación y convivencia. A veces cuando se viaja de Bogotá a Tunja vemos letreros en la carretera que dicen: “Viaje tranquilo, su Ejército lo acompaña”. ¿Quién puede viajar tranquilo cuando hay armas alrededor? El letrero debería decir, “Viaje tranquilo, la gente es buena”.

 ¿Colombia se ha humanizado con las víctimas?

Las víctimas y los victimarios son los que primero deben abordar un proceso de deshumanización. Los victimarios y las víctimas fueron deshumanizados. Los victimarios por haber ejercido una deshumanización. Las víctimas no pueden esperar una retribución, que las víctimas digan con orgullo: “Me he sobrepuesto, me he humanizado, soy un sobreviviente. Quedarse como víctima es lo peor que le puede pasar a una persona.

 ¿Qué debe tener el segundo gobierno Santos que no haya tenido el primero?

Me hace una pregunta complicada, pues en el primer período hubo muchos errores, ciertas inconsistencias en el hablar. Santos debió nombrar a personas que estaban a la altura. Si él mejora su equipo de gobierno, el segundo período podría ser mejor. Si él revisa su equipo, le va a ir mucho mejor. Creemos que va a haber una fuerte corriente de oposición y, muchas veces, su existencia lleva a evitar errores. Como va a contar con una fuerte oposición, él sabe que no se puede relajar.

Es un mensaje de concordia entre uribismo y santismo...

El presidente Uribe toda la vida ha sido un guerrerista. Lo decía un amigo de él, muy cercano también de mí, lo decía Luis Carlos Restrepo. Uribe quería la paz, pero a través de operativos fantásticos de las Fuerzas Armadas, no a través del diálogo. Yo le ayudé mucho para entablar diálogos. Qué cosa tan fatigosa cuando la guerrilla habló de intercambio humanitario. Aunque me nombró a mí con ese propósito, quiso decirle al mundo: “Tranquilos, que el intercambio está en manos de la Iglesia”. Nunca estuvo en sus manos ni en su corazón. Él tiene que volverse un hombre de paz y aceptar que Colombia hoy quiere que la solución llegue a través del diálogo. Trató ocho años a través de la fuerza y no lo logró. Se cogen más moscas con una gota de miel que con un barril de vinagre.

Por Camilo Segura Álvarez

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