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En veredas de San Calixto, Norte de Santander, le apuestan sólo a los cultivos lícitos

Habitantes de nueve veredas del sur de esa localidad del Catatumbo se niegan, con productos tradicionales, a cultivar mata de coca. Aun cuando pasan penurias económicas, quieren vivir en paz.

Redacción Nacional
22 de septiembre de 2016 - 03:09 a. m.
En veredas de San Calixto, Norte de Santander, le apuestan sólo a los cultivos lícitos

Mesallana es un corregimiento del municipio de San Calixto cuyo nombre no es en vano. En medio de las montañas del Catatumbo se extiende una sabana en la que cientos de familias campesinas viven de la agricultura tradicional.  Como pocos en la región, le han dicho, no a los cultivos de uso ilícito.

Los habitantes de diez veredas conscientes que sus tierras están en la parte agrícola por excelencia, decidieron aprovecharlas legalmente. No obstante la apuesta que le han hecho a la legalidad, consideran que han estado abandonados por el gobierno. “Parece que a los que están con otros cultivos (de mata de coca) son a los que quieren ayudar”, advierte Saúl Bayona, presidente de la Junta  de Acción Comunal del corregimiento Mesallana, de la que hacen parte las veredas Santa Clara, Yerbabuena, Chimenecas, San José de la Sabana, Casasviejas, Vistahermosa, Lagunetas, y Portachuelo, cuyos habitantes están dedicados a los cultivos de frijol, maíz, yuca, cebolla entre otros.

El hecho de nunca haber querido contaminar la tierra con coca, les ha traído tranquilidad pues la gente se dedica es a trabajar, dice Bayona. Pero para los labriegos de este pacífico sector no han faltado los dolores de cabeza. Esta semana los campesinos dieron a conocer una de sus penurias. Cinco meses de trabajo se perdieron pues no hubo forma de sacar la cebolla cosechada ante el bajo precio que imposibilita su comercialización. El esfuerzo de producción se quedó en los tambos donde la hortaliza se pudrió debido a la inconveniencia de sacarlo al mercado ya que los costos de traslado dejarían solo pérdidas.

“El libre comercio nos ha afectado y lo que no se justifica es que tenemos un producto de calidad, fresco”, dice uno de los cultivadores de Mesallana. El cálculo rápido que hacen los labriegos de este corregimiento es de 4.000 bultos que se quedaron represados “ya se nacieron”, explica  otro de los productores, es decir, ya no son aptos para el consumo.

Esta misma semana intentaron rescatar algo de la pérdida y llevaron 500 bultos al mercado Ocañero, pero el precio por cada uno fue de 60.000 pesos que no les financia siquiera los costos de la recolección según la queja que vienen expresando. Sacar un bulto hasta Ocaña el sólo transporte cuesta entre 10 y 12 mil pesos, más la recolección y la mano de obra que se invierte podría dejar hasta la venta una inversión que supera el precio actual. “Realmente el campesino no sabe qué hacer y la decisión que debe tomar el gobierno es la de controlar las importaciones de cebolla y nada de contrabando”, dice Emiro Cañizares Plata, director ejecutivo de la Asociación de Municipios del Catatumbo.  “Hay que privilegiar esta región por que se niegan al cultivo ilegal”, insiste Cañizares.

Lo que sí queda son las deudas en los bancos y las tiendas, pues es uno de los productos más costosos en vista que  la cebolla exige de muchos insumos y tratamiento para su desarrollo. Aun así, le van a seguir jugando a este tipo de cultivos que en muchas de las ocasiones no es rentable. En Mesallana, donde  prefieren la tranquilidad, su presidente de Junta de Acción Comunal espera que ante los anuncios hechos por el gobierno frente al tema de la paz, del que hace parte una reforma rural integral, sean tenidos en cuenta para “no para que nos den sino para que nos abra mercados para nosotros poder llegar con nuestros productos”. 
 

Por Redacción Nacional

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