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“Me descongelo y salgo a frentear en el escenario público”

Lucho Garzón está buscando 100 amigos que aporten cinco millones y 1.000 de un millón para financiar su campaña.

Hugo García Segura
27 de mayo de 2009 - 09:35 p. m.

Tras un año de haber anunciado la congelación de sus aspiraciones presidenciales, el ex alcalde de Bogotá Luis Eduardo Garzón sale del “hibernadero” para postular su nombre a la primera magistratura del Estado, por fuera de su partido, el Polo Democrático, abierto a la posibilidad de una gran alianza antirreeleccionista mas no antiuribista y poniendo sobre la mesa una agenda que conduzca al país hacia una gran reforma en lo político y lo social. Lucho, como le dicen sus partidarios, insiste en la necesidad de una gran convergencia demócrata no excluyente, al tiempo que tiende puentes al Partido Liberal.

En abril de 2008 usted congelaba sus aspiraciones por la crisis institucional, un panorama que no parece haber cambiado hoy, ¿qué va a hacer?

He tomado la decisión de ser candidato a la Presidencia. Me descongelo desde el punto de vista político y salgo a frentear todos los temas en el escenario público. Pero no voy a tomar parte de un antireeleccionismo panfletario sino propositivo. Creo que la reelección es nociva para el país y para el propio Presidente, pero mi agenda va hacia adelante porque las falencias de Colombia no pueden estar solamente en relación con el tema de la seguridad, elemento fundamental, sino también en lo social, algo que yo incorporé y catapulté desde Bogotá. He dicho: Bogotá sin hambre y Colombia sin indiferencia.

¿Su candidatura será dentro del Polo Democrático o por fuera?

Me voy del Polo porque ya es suficiente. Ellos afirmaron su posición de no ir a una convergencia y creo que la única manera de tener opción de acceder al poder, con Uribe o sin Uribe en el juego, es tener una candidatura de convergencia y la mía se conecta a disposición de esa convergencia.

¿No será que se quedó esperando a que lo echaran?

Yo recibí mucha violencia intrafamiliar del Polo. No se reconoció mi gestión ni mi papel para la elección de Samuel Moreno. Lo único que he recibido son improperios y agresividad durante casi dos años y medio. Pero lo que me saca es la decisión del Polo de ir solo o de proponer una candidatura de convergencia alrededor de él. Allí no quepo. Yo fui uno de los fundadores del partido, del Polo Democrático Independiente y hoy el que se dice alternativo no es el convergente. El independiente es el que busca lo que hoy es la docencia de Mockus, la gestión urbana de Peñalosa, la confianza de Sergio Fajardo y la audacia y el carácter de Marta Lucía Ramírez, además del mosaico de precandidatos tan interesante que tiene el Partido Liberal.

¿Va a armar su ‘Partido en la calle’, como dijo un día?

No voy a inventar. Hoy la reforma política no da espacio para trabajar partidos. Por eso voy a trabajar por la convergencia, que en mi opinión será guantanamera: trabajaré en muchos sectores por reivindicar las características de cómo se creó el Polo Democrático Independiente, no el Polo Democrático Alternativo, que es excluyente.

¿Qué siente el tener que salirse de un partido que ayudó a fundar y por el cual gobernó?

Tristeza. Es como cuando uno se separa de la pareja y quien se queda con los niños y el patrimonio es la otra persona. Pero el Polo no va a ser mi pelea y sigo aspirando a que entiendan algún día que la convergencia es fundamental. Respeto a sus directivos pero ahora mi razón de ser es poner una agenda post-Uribe, obviamente sin Uribe.

Hace un año usted dijo que ser candidato era ser cómplice en la deslegitimación del país, ¿cambiaron las cosas?

No han cambiado, pero empieza a haber gente audaz y no me voy a quedar mirando lo que está pasando. Allí está lo que llaman ‘los quíntuples’, la actitud de César Gaviria de abrir espacios, los comportamientos de Andrés Pastrana e incluso señales de independencia en el conservatismo y el mismo uribismo. Son actos generadores de optimismo y de confianza.

¿Cómo queda Gustavo Petro?

No puedo hablar por él, pero tiene toda mi admiración porque ha sido uno de los parlamentarios con mayor carácter y coraje.

La apuesta entonces es poner de acuerdo a Fajardo, Mockus, Peñalosa, Ramírez y a usted, ¿será posible?

Yo estoy con Mockus y Peñalosa porque construí sobre lo construido y negar la gestión urbana de Peñalosa y lo que significa lo ético de Antanas es un absurdo. Creo que los tres tenemos un acumulado muy importante que lo reconoce Colombia. Al mismo tiempo, desconocer la confianza que inspira Sergio Fajardo me parece una estupidez. Allí ya se está viendo la agresividad de gente como Juan Manuel Santos o Fabio Echeverri contra él. A todo esto hay que sumarle lo que significa Marta Lucía Ramírez, en un país donde las mujeres son maltratadas cada día. Estoy seguro de que mucha gente va a querer sumarse a nosotros y por eso estamos obligados a estar juntos. La foto de la semana pasada ‘fresquea’ el ambiente político y yo estoy dispuesto a formar parte del kit.

¿Cómo así? ¿cuál kit?

Estoy dispuesto a pelearme la campaña presidencial, pero si en el camino los ciudadanos no encuentran en mí el referente indicado, estoy dispuesto a trabajar por otro propósito dentro de esa alianza. Puede ser en una lista para el Senado, para la Alcaldía en 2011 o lo que sea. Eso sí, estoy hablando por mí y me estoy metiendo pensando en una candidatura de convergencia. Si esa convergencia no fructifica, vamos a ver si endoso o me retiro de la política.

¿O sea que sigue abierto a cargarle la maleta a otro?

No voy a hacer mi campaña pensando en que soy el redentor de este país. Soy parte de la solución. Lo que quiero es ser funcional a esa propuesta de convergencia.

¿Y será que Fajardo sí le jala siendo primero en las encuestas?

Las encuestas son relativas. En septiembre de 2001 Uribe y yo éramos una ‘pichurria’ de candidatos, y ni Serpa ni Noemí nos invitaban a debates o seminarios. Al final, él terminó en la Casa de Nariño y yo en el Palacio de Liévano. Ahora, estoy absolutamente convencido de que estoy ante pesos pesados en el sector independiente y me siento honrado de participar con ellos.

Claro que será inevitable que los vean como una gavilla contra Uribe...


Tenemos que seducir. La política no es decente en Colombia y tenemos que hacerle una reforma de fondo. En los quíntuples no todos estamos de acuerdo con la manera de hacerla, pero yo sostengo que hay que hacerla no desde el Congreso sino desde una constituyente exclusiva para el tema de reforma política. Por otra parte, creo que hay que reorientar plenamente la política antidrogas, hay que hacer una reforma a la justicia —que hoy está hecha para los de ruana—, y tenemos que trabajar en serio por una política social.

¿Cómo escoger el candidato entre esos quíntuples?

Propongo es una gran encuesta nacional reglamentada. Una encuesta con reglas de juego y que vaya quien esté mejor. Los demás se reparten el kit. La unidad es de los demócratas, no de los izquierdistas. Hoy más que pelearme si soy de izquierda o no, voy a pelearme si soy un demócrata o no.

¿Y en ese kit, por lo que veo, no descarta una reelección en Bogotá?

No, nosotros hicimos una gestión extraordinaria y si hoy estoy confrontando la reelección no voy a estar pidiéndola para mí después. Ya cumplí mi papel en Bogotá y hay que proponer nuevos liderazgos.

¿Qué le responde al ministro Valencia Cossio, que los califica como de la ‘socialbacanería’?

El Ministro lo que está mostrando es que no tiene imparcialidad política y le hace preguntarse a uno si existen garantías. Ahora, ser ‘socialbacano’ será malo para algunos, pero para mí no es problema porque soy alegre y me divierto. Gobernante que no tenga sentido del humor y no sepa reir me asusta. Hay que pasar del trabajar, trabajar y trabajar, al trabajar, pensar, descansar y de vez en cuando rumbear.

¿Será que al presidente Uribe le hace falta una ‘rumbeadita’?

Pues con todo respeto le digo al Presidente que una cosa es trabajar y otra es estar ocupado. Si la última película que vio Uribe fue El llanero solitario, la mía fue Milk.

¿Cuál es la realidad de la reunión de hace algunas semanas con César Gaviria y Vargas Lleras?

Vargas Lleras y yo nos encontramos en un almuerzo, no en una reunión oficial. Pero con César Gaviria estoy absolutamente convencido de que pueden existir puntos de convergencia después del congreso liberal. Es que la gente del Polo parece que tuviera gripe porcina y no se le quiere acercar a nadie. El largo plazo en Colombia es de diez minutos y tarde que temprano tendrán que entender que si hay un escenario reeleccionista, solos no caben.

¿Y Vargas Lleras podría jugar en esa convergencia?

Es que yo no sé dónde esta Vargas Lleras. Un día reivindica las políticas del Presidente y otro día las confronta. Creo que lo primero que tiene que hacer es decidirse si está en la coalición uribista o contra ella.

¿Será que el Presidente sí está buscando un tercer mandato?

Lo que está es jugando las mejores cartas y haciendo que todo el mundo haga. Si el referendo pasa, dirá que no le puede decir que no al pueblo que lo aclama. Y si se hunde, dirá que no movió un dedo. Mejor dicho, gana por punta y punta y la táctica es maniobrar o establecer un control sobre las emociones de la gente. Ahora, ojo que Uribe puede perder el referendo, pero con seis millones de votos y eso significa una gran legitimación. Por eso el escenario post-Uribe tiene que ser de credibilidad porque si no la ingobernabilidad del próximo gobierno sin Uribe será muy difícil.

¿Cómo cree que jugará Juan Manuel Santos?

El problema es que toda la coalición uribista quedó aspirando es a la Alcaldía de Bogotá, que es como el primer premio seco. Por eso es que todos están rezándole a las vírgenes del Presidente para que no vaya a la reelección.

¿Será que ese ‘luchismo’ que surgió durante su administración en Bogotá todavía existe?

Vamos a ver, apenas comienzo. Yo no hago esto por desprogramado y uno en la vida tiene que arriesgar, no puede quedarse en la hibernación.

¿La concreción de esa convergencia tiene límites?

Así es, si en marzo no hay convergencia, pues no tiene sentido la candidatura porque sería vivir como el llanero solitario.

Por Hugo García Segura

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