Carlos Felipe Córdoba: la nueva cara del control fiscal

El Congreso en pleno eligió ayer a Carlos Felipe Córdoba como contralor general de la República. El exauditor siempre se perfiló como el sucesor de Edgardo Maya, incluso por encima de José Félix Lafaurie, candidato del uribismo, quien no logró acomodar las bancadas a su alrededor.

Germán Gómez Polo - Twitter: @TresEnMil
21 de agosto de 2018 - 11:00 a. m.
Carlos Felipe Córdoba anunció que la lucha contra la corrupción será su bandera en la Contraloría.
 / Gustavo Torrijos - El Espectador
Carlos Felipe Córdoba anunció que la lucha contra la corrupción será su bandera en la Contraloría. / Gustavo Torrijos - El Espectador

La elección de Carlos Felipe Córdoba Larrarte como contralor general de la República estaba cantada. Aunque al principio de la contienda política los partidos les estaban apostando a varios de los diez candidatos que fueron seleccionados por una comisión accidental del Congreso, los días fueron decantando cómo sería el final. Se posicionaron los nombres de José Félix Lafaurie, Wilson Ruiz, Carlos Felipe Córdoba y José O’Meara. Los tres primeros estaban apoyados por las bancadas mayoritarias. O’Meara, por su parte, sonaba más que todo por su cercanía con el presidente Iván Duque Márquez, de quien nunca llegó el guiño para impulsar a algún candidato en especial, como había sucedido históricamente para elegir a la cabeza del control fiscal.

La realidad política empezó a mover la balanza a favor de Córdoba. Los partidos empezaron a hacer públicos sus apoyos al exauditor general, lo que conllevó a un efecto dominó en el que las colectividades que ya habían anunciado sus votos por otros candidatos, y otras que aún no habían tomado la decisión, se fueran detrás de él. Tal caso fue el del Partido Conservador, que había apostado de manera oficial por Wilson Ruiz, sin embargo, en la tarde del viernes pasado replanteó su posición y anunció que la bancada votaría por el nuevo contralor. Ese hecho político, además, sacó de la carrera a Ruiz.

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El apoyo a Córdoba se materializó a las 6:30 de la tarde de ayer, cuando, abiertas las urnas en el Salón Elíptico de la Cámara, obtuvo 203 votos de 248. Las cuentas les salieron a todos, menos al uribismo, cuyo candidato, José Félix Lafaurie, no pudo reunir, ni siquiera con la venia del mismo expresidente y senador Álvaro Uribe Vélez, los apoyos que necesitaba para hacerse con uno de los cargos más codiciados por la clase política en el país. Lafaurie no fue tampoco el segundo, pues sólo obtuvo tres votos en la urna de Senado y nueve en la de Cámara, quedando por debajo de Julio César Cárdenas, el candidato que finalmente recibió el apoyo de las llamadas bancadas alternativas, con 16 votos en la Cámara alta y 15 en la Cámara baja. Es decir, Lafaurie no tuvo los votos ni del Centro Democrático.

El trasfondo político de la elección de contralor es que se convirtió en el primer pulso entre el Centro Democrático, que es el partido de gobierno, y las mayorías reales que se empiezan a consolidar en el Legislativo y que, como ya quedó demostrado, no están bajo el control del presidente Duque. Por el contrario, de la sesión plenaria de ayer salieron fortalecidos los expresidentes César Gaviria y Andrés Pastrana, el exviceminitro Aurelio Iragorri y el exvicepresidente Germán Vargas Lleras, a quienes Córdoba agradeció con nombres propios. Con Uribe también lo hizo, pero los hechos hablaron por sí solos. Sobre todo porque, desde pasadas las 2:30 de la tarde, la tensión en el Centro Democrático era evidente. El expresidente Uribe hablaba por celular con Nubia Stella Martínez, directora de la colectividad, quien le informaba que, en una votación interna, 23 congresistas pedían apoyar a Lafaurie, 11 pedían libertad para votar y 6 pedían el apoyo a Córdoba.

“¡No entiendo la contradicción!”, le respondía Uribe a Martínez. La decisión oficial de la bancada había sido jugársela por Lafaurie y varios congresistas de esa colectividad le contaron a El Espectador que la intención era mantener la disciplina. A las 5:15 p.m., el Centro Democrático aceptó que había perdido y, por los canales oficiales de prensa, llegó un comunicado en el que les reconocían a Lafaurie y a Marco Antonio Velilla su “labor admirable durante el proceso”, pero como los partidos no habían acogido la candidatura de Lafaurie como se esperaba, acatarían la decisión de las mayorías.


Foto: Gustavo Torrijos - El Espectador

 

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Luego de la declaración de la elección de Córdoba, el nuevo contralor intentó cruzar, con dificultad, el pasillo para llegar hasta la mesa directiva, tomar juramento en el cargo y hablarle al Legislativo en pleno. Un mar de congresistas que se acercaba a abrazarlo le impedía avanzar. “Entiendo esta responsabilidad. El reconocimiento que hacen a una nueva generación de servidores públicos que irrumpe hoy en todos los ámbitos de la vida nacional, comprometida, preparada y con ganas de hacer la diferencia. Que tiene que marcar un tono ético, nuevas fórmulas para viejos problemas y que no teme cambias las cosas”, dijo Córdoba.

Planteó que su bandera será la lucha contra la corrupción, la necesidad de descentralizar su gestión, de ir a las regiones y de trabajar en conjunto con los demás órganos de control y la Fiscalía. En ese sentido, habló de la propuesta de implementar pliegos Tipo en toda la contratación estatal, de la reglamentación de la figura del contrato interadministrativo, de garantizar la destinación de los recursos públicos, de acabar los “carruseles”, de acabar el “pitufeo” o fraccionamiento de la contratación y de eliminar la figura de los “proponentes suicidas”, que presentan presupuestos con precios artificialmente bajos que obligan a la adición de dineros en las obras.

Desde las orillas opositoras, sin embargo, hay otras hipótesis. Para el senador Jorge Robledo, del Polo Democrático, la elección de Córdoba confirma que existe un “Frente Nacional de respaldo a Duque”, ya que el nuevo contralor ganó con los votos liberales, conservadores, de la U, de Cambio Radical y del Centro Democrático. “¿Sí fue verdad que Duque, Uribe y el Centro Democrático, con apenas el 20 % de los votos del Congreso, pensaron que con Lafaurie, tan cuestionado, podían conseguir los votos suficientes? ¿Qué pasaría? En todo caso, el voto de castigo del Centro Democrático a Lafaurie fue evidente”, escribió Robledo en su cuenta de Twitter.

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A Córdoba, sin embargo, le quedará por demostrar que no es un contralor de bolsillo ni que utilizará su poder como una herramienta política para sacar del camino a los candidatos opositores en el contexto de las elecciones regionales de 2019. Si no es, como asegura Robledo, “la protección del pasado santista y del futuro duquista”.

El cargo más reciente que ocupó Córdoba fue el de director de la Federación Nacional de Departamentos (FND), que agremia a los gobernadores de los 32 departamentos y que, entre otras cosas, maneja multimillonarios recursos. De hecho, la excontralora Sandra Morelli, en entrevistas radiales, dejó ver la posibilidad de que Córdoba pudiera estar inhabilitado, no tanto legal sino éticamente, para aspirar a la Contraloría, ya que, entre sus funciones, como jefe del control fiscal tendría que investigar a las autoridades locales.

Sin embargo, un concepto del Departamento Administrativo de la Función Pública, que había sido solicitado por Córdoba previendo la situación, señalaba que no había inhabilidad para ser contralor por haber ocupado los cargos de auditor o de director de la FND, pues las causales que contempla la Constitución son el haber sido miembros del Congreso, haber ocupado un cargo público de orden nacional en el año inmediatamente anterior a la elección o haber sido condenado a penas privativas de la libertad por delitos comunes.

Incluso, reveló que lo desvinculó de la Vicecontraloría General de la Nación porque, según Morelli, habría estado participando en política desde su cargo. “Él mismo me mandó a decir que lo dejara renunciar, y dejé que renunciara para no hacerle un daño en su hija de vida”, dijo la excontralora, quien agregó que Córdoba, cercano al exfiscal general Luis Eduardo Montealegre, tampoco tuvo un papel destacado en la Auditoría General de la Nación. “Se volvió auditor y no vimos que hubiera sancionado a un solo contralor, se la pasaba haciendo estudios de contratación con posiciones políticas. En plena campaña presidencial se puso a desprestigiar a Fajardo”, añadió.

Las críticas contra Córdoba no acabaron ahí. El senador Gustavo Petro también la emprendió contra el aspirante al señalar que es “protector del contralor de Bogotá (Juan Carlos Granados), acusado de estar en la nómina de Odebrecht”, quien llevó a cabo la investigación en contra del exmandatario de Bogotá y su administración por presuntas irregularidades, ocurridas en 2011, en la venta y posterior recompra de acciones que la Empresa de Energía de Bogotá (EEB) tenía de la Transportadora de Gas Internacional (TGI). Las críticas de Petro fueron secundadas por varios de los miembros de las bancadas alternativas al considerar a Córdoba como hijo de las entrañas de la política tradicional.

La carrera pública de Córdoba, de 38 años, comenzó en Pereira. En octubre de 2002 asumió como coordinador nacional del Programa de Lucha contra la Corrupción para Jóvenes, de la Presidencia de la República. Estuvo en varios cargos hasta que en 2010 llegó a la Dirección de Promoción y Desarrollo del Control Ciudadano, en la Contraloría General de la República. Su primer contacto con la Federación Nacional de Departamentos (FND) fue en octubre de 2013, a donde llegó como director nacional Programa Anticontrabando.

Córdoba osciló entre la Cámara de Comercio de Pereira (2004 – 2005), la Presidencia de la República en el Área para la Proyección Social (2005 – 2006), la dirección de Despacho del gobernador de Risaralda (2008 – 2010), la Contraloría Delegada para la Participación Ciudadana (2010 – 2012), la Vicecontraloría General (2012 – 2013) y la Auditoría General de la República (2015 – 2017) hasta llegar la dirección ejecutiva de la FND en marzo de este año.

Por Germán Gómez Polo - Twitter: @TresEnMil

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