El debate de marchar o no marchar por la vida

Pese a la probada experiencia del exalcalde de Bogotá en la defensa de la vida y de la cultura ciudadana, las diferencias alrededor del proceso de paz envolvieron una iniciativa que se planteó como apolítica.

Redacción Política
07 de marzo de 2015 - 03:02 a. m.
El excandidato presidencial ha defendido la independencia política de la movilización que convocó. / Archivo
El excandidato presidencial ha defendido la independencia política de la movilización que convocó. / Archivo

A solo un día de ver el éxito o fracaso de la convocatoria que el excandidato presidencial Antanas Mockus hizo a los colombianos para que “marchen por la vida”, el país sigue debatiendo sobre el carácter político de la iniciativa. Mientras unos sostienen que se trata de una movilización altruista que parte de la idea de que, más allá del proceso de paz, Colombia debe empezar a caminar por una cultura de cero tolerancia con las muertes violentas, otros dicen que se trata de una marcha politizada y que es una estrategia sintonizada con los intereses del Gobierno por generar respaldo popular para las negociaciones con las Farc.

Aunque la marcha y su intención de ser “apolítica” fue anunciada por Mockus desde los primeros días de enero de este año, ese carácter ha ido cambiando. El Gobierno, el Centro Democrático y sectores de izquierda como el Polo Democrático fueron llamados por el exalcalde de Bogotá para integrarse alrededor del concepto de que la vida es sagrada, pero el juego político y las discrepancias entre las diferentes orillas alrededor de la asociación que existiría entre esta marcha y la defensa del proceso con las Farc fueron cambiando el carácter que le había querido imprimir Mockus.

Inicialmente la convocatoria fue bien recibida por el uribismo, cuando estaba programada para el 4 de febrero. Pero sectores ciudadanos y de izquierda le dijeron a Mockus que sería mejor reprogramarla, pues esa fecha podría emular el carácter “anti Farc” que se dio en la movilización del mismo 4 de febrero, pero de 2008, y así el espíritu reconciliatorio de la iniciativa se diluiría. Entonces, fue pospuesta para mañana, 8 de marzo.

Más allá del malestar que eso causó en el Centro Democrático, luego se produjo el golpe mortal a la posibilidad de que el sector político liderado por el expresidente Álvaro Uribe se uniera a la iniciativa del líder de lo que se denominó la Ola Verde de 2010. Tras revelar el listado de contratos del Fondo de Programas Especiales para la Paz durante 2014, el expresidente hizo hincapié en uno firmado por Corpovisionarios, el centro de pensamiento liderado por Mockus, por un valor de $480 millones, en el que se proponía asesorar al gobierno Santos con acciones pedagógicas que fomentaran la paz.

El hoy senador Uribe dijo que no asistiría pues se trataba de “una marcha pagada” por el Ejecutivo y que, en esa medida, buscaba favorecer los intereses políticos de la Unidad Nacional alrededor de la paz con las Farc. El sentido inicial de la marcha quedó cuestionado y Mockus tuvo que salir a rendir explicaciones, advirtiendo que el contrato expuesto por Uribe ya había sido cumplido y que nada tenía que ver con su intención de promover el respeto por la vida, que lo hacía a título personal y no de Corpovisionarios.

De ahí en más, las noticias han venido por cuenta del respaldo del gobierno Santos que, además de emitir piezas audiovisuales y anuncios a los medios de comunicación invitando a los colombianos a participar, ha defendido la legitimidad de Mockus para liderar esta movilización. “A los colombianos les quedó claro que era un señalamiento injusto y sin fundamento, que la vida política y ética del profesor Mockus y su compromiso de siempre con la paz y la cultura ciudadana no podía ser puestos en duda simplemente por unos contratos que ya se habían cumplido y que no constituyen nada ilegal”, le dijo a este diario el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo.

Ayer, en sus últimas invitaciones a los ciudadanos, el excandidato presidencial se mostraba confiado y decía: “siento a la gente muy receptiva, el argumento creo que ha sido perfectamente entendido. Reducir la violencia y unirnos en torno a la prohibición de matar es un paso importante en la dirección de la paz”. Y agregó que “no podemos llevar la gente a la fuerza, pero aprovecho para decirle al doctor Uribe, esté donde esté, que venga y participe de la marcha. Recibiríamos ese gesto como algo muy valioso”.

Entre tanto, congresistas del Centro Democrático han dicho que su colectividad no emitirá una posición oficial respecto a la marcha, aunque insisten en que no confían en su neutralidad política. Una posición que, mezclada con el respaldo del Gobierno y de sectores de izquierda, metió a la Marcha por la Vida en el espiral de la polarización política que envuelve la paz y terminó poniendo a los ciudadanos a dudar de su respaldo a una postura que luce lógica a todas luces y es que hay que dejar de matarse entre sí.

Por Redacción Política

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