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El declive del Bloque Oriental de las Farc

La estructura guerrillera, que alguna vez comandó el ‘Mono Jojoy’ está hoy replegada y perdió toda su capacidad de presionar la ciudad.

Redacción Política
11 de abril de 2015 - 03:59 p. m.
Archivo / Bloque Oriental de las Farc
Archivo / Bloque Oriental de las Farc

 
Desde 1969 el Bloque Oriental de las Farc inició una campaña expansionista con la que logró posesionarse en los departamentos de Caquetá, Guaviare, Meta, Arauca, Boyacá, Vichada, Casanare, Norte de Santander, Putumayo y Cundinamarca. Llegó a ser considerado el grupo más numeroso de esa guerrilla, hasta el punto de que a lo largo de 40 años logró un fortalecimiento que le permitió hacer presencia en el 55% del territorio nacional. 
 
Al mando del ya fallecido ‘Mono Jojoy’ fue en la octava conferencia guerrillera, que tuvo lugar en Guaviare entre el 11 y el 18 de abril de 1993, que se le ordenó por parte del Secretariado sitiar Cundinamarca y Bogotá para avanzar en su estrategia de toma de poder. Los informes de inteligencia han revelado además que fue también desde este momento cuando se dio vía libre al crecimiento del Bloque, financiado con los recursos del secuestro, el narcotráfico, el cobro de extorsiones y la minería ilegal.
 
Tras su expansión sin precedentes durante los años 90, en los fallidos diálogos de paz del Caguán, en el gobierno de Andrés Pastrana, se llegó a hablar de que las Farc ya estaban en las goteras de Bogotá y se conoció de su presencia en la región del Sumapaz. Pero, ¿qué pasó desde ese entonces? Un informe elaborado por los investigadores Rodolfo Escobedo y Dania Guío Pérez de la Fundación Ideas para la Paz (FIP) revela que hoy está replegado y perdió toda capacidad para presionar sobre la capital. Que su fuerza se redujo a cerca del 50% comparada con la que exhibió en su mejor momento y sus finanzas, reducidas ostensiblemente, no son suficientes para recomponerlo.
 
“El Bloque Oriental está debilitado y atraviesa, quizás, por el peor momento de su historia. La meta de cumplir con su principal objetivo, que era movilizar una fuerza considerable hacia Bogotá para tomarse el poder, es casi que inexistente. De hecho, su eje de despliegue, la cordillera Oriental, la cual debería estar copada por una cadena de frentes desde Meta hasta Arauca, pasando por Cundinamarca, Boyacá y Casanare, hoy presenta muy pocas estructuras, la mayoría concentradas en Meta o Arauca y en los límites entre Casanare y Arauca. Todo esto contrasta drásticamente con su accionar a finales de los 90 y principios del nuevo milenio, cuando varios frentes y otras estructuras coparon esta zona”, señala el documento.
 
Asimismo, asegura que en la actualidad no hay estructuras del Bloque en el entorno de Bogotá y su presencia en la ciudad es muy débil. “Recientemente se han presentado acciones, pero se trata de explosiones de petardos sin ningún impacto, que las autoridades han relacionado con el Eln. Los ataques de las Farc son nulos en Cundinamarca, diferente a lo que se vivió entre 1993 y 2002, cuando un conjunto de frentes rodeó a Bogotá y presionó por medio de acciones armadas”, agrega.
 
El informe hace un recorrido por el devenir histórico del Bloque. Por ejemplo, señala que si bien las Farc nunca estuvieron cerca de tomarse el poder, sí trataron de ejercer una presión fuerte en dirección a Bogotá. Instrucciones que habrían comenzado a darse desde la Séptima Conferencia (1982) y otras reuniones nacionales, cuando precisamente se le asignó a dicha estructura situar el eje de despliegue estratégico en la cordillera Oriental y a la capital como su centro, así como crear una cadena de no menos de 12 frentes que iban desde Uribe (Meta) y llegaban hasta la frontera con Venezuela.
 
Posteriormente, el pleno guerrillero de 1985 ratificó esa directriz cuando se ordenó controlar la cordillera Oriental y cercar a Bogotá, para lo que dispuso crear una fuerza de 15.000 integrantes y unas autodefensas campesinas de 5.000, así como atacar simultáneamente en todo el territorio nacional para inmovilizar al Ejército y a la Policía, impulsar insurrecciones en las ciudades, buscar el control de las poblaciones situadas al oriente y crear un gobierno provisional. 
 
Ya en 1993, con la Octava Conferencia, se dieron instrucciones para crear las condiciones políticas y militares para cercar, bloquear y ejercer dominio sobre Bogotá. “Se hizo explícito que para el cumplimiento de este objetivo se tendría en cuenta la participación del 50% del conjunto de las fuerzas, que se debería desplazar hacia el centro de despliegue. Esto no deja de ser una paradoja. En la actualidad el Bloque Oriental se acerca al 50% de los integrantes del conjunto de la organización, pero en una coyuntura en donde sus efectivos disminuyen a un ritmo considerable”.
 
“La participación del Bloque Oriental aumenta en el conjunto de la organización, pero porque el ritmo de disminución de integrantes de los Bloques Caribe, Noroccidental y Magdalena Medio y del Comando Conjunto Central son mayores. El Bloque Oriental osciló entre el 31% y el 47% de los efectivos de toda las Farc entre 1992 y 2011, pero en la actualidad está replegado y no tiene proyección sobre Bogotá. Hoy tiene cerca de 3.500 integrantes, una cuarta parte de lo que previeron, y la reducción de efectivos continúa”, revela el estudio de la FIP.
 
Y consigna: “La Octava Conferencia también determinó que cada uno de los frentes debía crecer hasta conformar una fuerza de 300 combatientes, pero ha sucedido lo contrario. Las estructuras de más de 150 integrantes pasaron de 17 en 2002, a solo cinco en 2011, en cambio las estructuras menores aumentaron: 24 en 2011 frente a dos en 2002. Es un retroceso evidente, incuestionable. Se suma que las columnas móviles ya no tienen la misión de movilizarse sobre Bogotá y en la actualidad están replegadas en zonas poco accesibles y marginadas”.
 
Para los investigadores, es claro que la capacidad militar del Bloque Oriental está minada y prueba de ello es que en la actualidad ya no ataca instalaciones de la Fuerza Pública, ni se toma poblaciones. Solamente efectuó dos ataques en 2013, en comparación con los más de 20 que realizó en 2002. Ni siquiera entonces se acercó a un 10% de lo previsto en los planes, que era tomarse a Bogotá. “Hoy el Bloque Oriental prioriza atentados a la infraestructura y realiza pequeñas emboscadas y hostigamientos, las cuales están también en retroceso. En 2013 realizó 74 ataques a la infraestructura, muchos menos si se compara con las 340 de 2002. Entre emboscadas y hostigamientos realizó 90 en 2013, frente a las 179 de 2002, a lo que se agrega que la magnitud de estos ataques es cada vez menor”.
 
Por otro lado, el informe advierte que su capacidad para financiarse está muy reducida, aunque reconoce la persistencia de centros cocaleros. “El Bajo Guayabero, en la convergencia entre La Macarena, Vistahermosa y Puerto Rico sigue siendo una zona crítica y preocupan casos como el de Santa Catalina y El Vergel, áreas abiertas de acopio y comercialización de drogas ilícitas (…) sin embargo, los cultivos en municipios en donde el Bloque ha tenido influencia pasaron de 46.000 hectáreas en 2002 a 8.000 en 2013, menos de una cuarta parte. Es evidente que todavía hay nichos de siembras y se mantienen centros de acopio y transformación, pero cada vez más estos se transforman en economías legales”.
 
De cara al proceso de negociación que se adelanta actualmente en La Habana (Cuba) entre el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y las Farc, la investigación sugiere que las condiciones en la zona donde se ha movido el Bloque Oriental no son del todo favorables a dichos diálogos, pues ahí las llamadas economías legales, es decir ganaderías, explotaciones de palma, exploración o extracción de petróleo, salvo excepciones, son muy contrarias a las Farc y poco se cree en las conversaciones. Lo mismo ocurre en las principales cabeceras en donde vive la mayoría de la población.
 
Pero, al mismo tiempo, se considera que lo contrario ocurre en espacios en donde predominan economías ilegales, la presencia institucional es baja, hay cultivos de coca y arraigo de comunidades que en el pasado fueron encuadradas por el Partido Comunista o por juntas de acción comunal y organizaciones agrarias proclives a las Farc. “Allí las posturas son mucho más favorables y habría algún respaldo a la guerrilla. No obstante, resulta difícil saber qué pasaría cuando la organización no tenga respaldo armado, aún en un caso como en San Juan de Lozada, en límites entre La Macarena y San Vicente del Caguán, donde se ha desarrollado una ganadería tecnificada y al mismo tiempo hay respaldo a las Farc”.
 
En conclusión, dice la investigación, los retos son difíciles y en la medida en que las economías ilegales se transforman y las Farc dejen de sustentarse en un respaldo armado, las comunidades tenderían a alinearse con el Estado. “Este escenario deja la pregunta abierta de hasta qué punto la guerrilla abandonará las economías ilegales, la extorsión y las armas. Construir un escenario de paz en estas condiciones es un propósito que debe incorporar variados ingredientes. Más aún si se tiene en cuenta que de no llegar a un acuerdo negociado, la organización tenderá a fragmentarse y atomizarse aún más”.
 
Y en cuanto al Bloque Oriental, se ha establecido que está replegado y concentra sus frentes en la cuenca del Ariari, Uribe, Vistahermosa, Mesetas, La Macarena y San Vicente del Caguán, así como en el Sarare, en el departamento de Arauca. “En estas circunstancias, las condiciones favorables para que respalde el proceso de paz son evidentes. De no hacerlo, esta estructura correría el riesgo de atomizar”, enfatizan Escobedo y Guío Pérez. 
 

Por Redacción Política

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