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El fin del ciclo, guerrillas en América Latina y el Caribe

Los ciclos en la historia no tienen un día de inicio ni otro al final, no registran una temporalidad definida; eventualmente pueden estar relacionados con algún acontecimiento trascendente o una fecha que está señalada en el calendario y así se recuerdan a través de los tiempos históricos y a lo largo de generaciones.

Darío Villamizar Herrera*
23 de octubre de 2015 - 02:03 a. m.

Si se cumple lo anunciado el pasado 23 de septiembre por el presidente Santos y el comandante Timochenko, firmar un acuerdo final entre Gobierno y Farc-Ep en seis meses, estaríamos asistiendo, de manera cierta, al cierre del ciclo histórico de las guerrillas en América Latina y el Caribe en su última fase. Para ese momento, 23 de marzo de 2016, ya estará en marcha un proceso de negociaciones con el Eln y subsistirán unos pocos grupos guerrilleros en México (Ejército Popular Revolucionario, Epr (presente en los estados de Guerrero y Oaxaca ) y el Ejército Revolucionario Popular Insurgente, Erpi), Ecuador, Argentina, Paraguay (Ejército del Pueblo Paraguayo, Epp Pp (Presente en los estados de Guerrero y Oaxaca )) y Chile, generalmente ligados a reivindicaciones indigenistas y en la lucha por la tierra y el respeto a la autonomía de sus pueblos o, preservando el nombre original, en actividades políticas en contra del neoliberalismo y la globalización.
 
Para la historia la fecha del 23 de marzo, un poco antes o después, quedará como el día en que la guerrilla más sólida y antigua de continente dejó de existir como tal, pactó la dejación de sus armas e inició el proceso de transformación en movimiento político. No hubo otra guerrilla guerrillera que tuviera tal duración en el tiempo (un poco más de sesenta años si contemplamos sus antecedentes como autodefensa comunista) ni que alcanzara un crecimiento sostenido y una cifra tan alta de militantes (18 mil en los años dorados de las negociaciones en El Caguán); tampoco una organización que lograra la operatividad rural y urbana de las Farc-Ep, con acciones complejas como la toma de Mitú o el ataque en Cali a la Asamblea Departamental y el secuestro de los doce diputados, para citar solo dos ejemplos en la larga cadena de su accionar.
 
De manera figurada podemos afirmar que el ciclo de la guerra de guerrillas en América Latina y el Caribe se inició el 26 de julio de 1953 en Cuba, en el marco de la Guerra Fría, cuando un grupo de jóvenes rebeldes dirigidos por Fidel Castro asaltaron los cuarteles del Moncada y Céspedes en Santiago y Bayamo. Este hecho, fallido por cierto, marcó el inicio de la lucha armada para derrocar la tiranía de Batista e inspiró a toda una generación. Desde entonces América Latina entera fue testigo del surgimiento de más de 420 organizaciones revolucionarias en armas, de diferentes orígenes e ideologías así como de diversas características y “tamaños”, que buscaban transformaciones políticas, sociales y económicas en sus respectivos países. Algunas lo alcanzaron, con armas o ya sin ellas, y hasta hace pocos meses teníamos en el continente cuatro presidentes y una presidenta provenientes de organizaciones guerrilleras: José Pepe Mujica (Uruguay) - hasta el primero de marzo de 2015-, Salvador Sánchez Cerén (El Salvador), Daniel Ortega (Nicaragua), Raúl Castro (Cuba) y Dilma Roussef (Brasil).
 
¿Errores?  La lista es larga: falta de preparación, ausencia del análisis de la realidad, militarismo, aparatismo, terrorismo en algunos casos, autoritarismo, voluntarismo, vanguardismo,  sobrevaloración de fuerzas propias y menosprecio del contrario. Estas y otras desviaciones condujeron al fracaso de muchos proyectos; el costo político y  en vidas humanas que se pagó fue muy alto. 
 
Pero de las cenizas de muchos de esos proyectos revolucionarios, de sus filas, derrotas y triunfos, surgieron experiencias muy valiosas y hombres y mujeres que desde diversos espacios están aportando al desarrollo en sus países y el continente: ambientalistas, intelectuales, mandatarios locales y regionales, congresistas o internacionalistas entre otros; en muchos campos, desde la participación democrática, los excombatientes están por la construcción de un mundo mejor.  
 
El proyecto Memoria de guerrillas en América Latina y el Caribe, que desde 2013 se adelanta en Colombia, es la investigación más ambiciosa que hasta ahora se ha emprendido sobre uno de los aspectos más relevantes pero también desconocidos de la historia política de la mitad del Siglo XX y lo que ha corrido del presente. La base de datos que se está construyendo contiene la información de 420 grupos guerrilleros distribuidos en 23 países, con un total de aproximadamente ocho mil datos. Esta información permite realizar análisis comparados bastante reveladores; aquí algunos ejemplos: 
 
1. Junto con el Eln y las Farc-Ep, se mantienen en armas 14 organizaciones con muy baja operatividad (algunas nombradas arriba).
 
2. El triunfo de la Revolución Cubana en enero de 1959 sirvió de ejemplo y aliciente para el surgimiento de nuevas guerrillas en el continente. Muchas de ellas fueron entrenadas y alentadas por la naciente revolución. Cuba ejerció una especie de “tutoría” sobre las guerrillas y así como un día alentó su formación y desarrollo, también privilegió procesos de diálogo y negociaciones como hoy sucede con las Farc-Ep y el Eln.
 
3. Los cubanos, a través del Departamento América de Comité Central del Partido Comunista de Cuba, propiciaron procesos de unidad guerrillera en países como Nicaragua (Frente Sandinista de Liberación Nacional, Fsln), Guatemala (Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, Urng), Colombia (Coordinadora Nacional Guerrillera, Cng), pero no estuvieron de acuerdo con la formación de la Junta de Coordinación Revolucionaria (Jcr) que se constituyó en el Cono Sur en 1974, entre el MIR de Chile, Tupamaros de Uruguay, Eln de Bolivia y Montoneros de Argentina.  
 
4. Varios Partidos Comunistas en América Latina y el Caribe apoyaron la lucha armada; el colombiano no fue la excepción. Se recuerda el papel del Partido Guatemalteco del Trabajo en la fundación de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (Far) en 1963 y antes la labor del Partido Comunista de Venezuela en la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez y el inicio de la guerrilla en 1961, entre otros.
 
5. Por sus orígenes como autodefensa campesina en los años 50, las Farc no tuvieron una relación privilegiada con Cuba, como sí sucedió con el M-19 y el Eln. El Partido Comunista Colombiano “medió” con su homólogo en Cuba en esa relación que solamente se fortaleció a mediados de los años 80. “Cuando triunfa la Revolución Cubana, nosotros teníamos 10 años de ser guerrilleros en Colombia”, señaló hace poco Jaime Guaracas, uno de los últimos “Marquetalianos” vivos.
 
6. Las demandas de las guerrillas fueron muy diversas: revolución socialista, agraristas, revolución democrático burguesa, lucha anti dictatorial y liberación nacional, entre las principales. Existieron grupos en Guatemala, México, Bolivia, Ecuador y Colombia, de composición indígena o mayoritariamente indígena, que lucharon básicamente por las reivindicaciones propias de los pueblos ancestrales.
Adentrarse en el submundo de las guerrillas en América Latina y el Caribe es una necesidad cuando se trata de encontrar verdades que permitan dilucidar un pasado tan reciente.
Próxima entrega: ¿Guerrillas rurales, guerrillas urbanas o la combinación de dos modalidades? 
 
* Politólogo
 
 

Por Darío Villamizar Herrera*

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