“El presidente Santos dejó huella en la ONU”: María Emma Mejía

Desde hoy, el jefe de Estado participará por última vez en la Asamblea General de las Naciones Unidas. La lucha contra las drogas y la paz de Colombia serán los ejes de su intervención, así como los detalles de la segunda misión del organismo para verificar el Acuerdo con las Farc.

Lorena Arboleda Zárate
18 de septiembre de 2017 - 02:34 a. m.
La embajadora de Colombia ante las Naciones Unidas, María Emma Mejía.  / Archivo El Espectador
La embajadora de Colombia ante las Naciones Unidas, María Emma Mejía. / Archivo El Espectador

“Pareciera que cada vez que nos reunimos para hablar de Colombia se cumple algún otro hito histórico”, dijo la semana pasada el representante del Reino Unido ante la ONU, Matthew Rycroft, cuando el Consejo de Seguridad de ese organismo multilateral aprobó, por unanimidad, la segunda misión que se encargará de verificar la implementación del Acuerdo de Paz con las Farc. Y los hechos que siguieron le dan la razón. Hoy comienza, formalmente, la participación del presidente Juan Manuel Santos en el marco del debate del 72º período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en Nueva York (EE. UU.).

Se trata del octavo y último viaje que hace Santos como jefe de Estado a la ONU, tras una seguidilla de hechos verdaderamente trascendentales que le han servido de oxígeno para impulsar el ocaso de su gobierno. Entre ellos, el Premio Nobel de Paz que recibió en diciembre pasado, luego de la derrota en las urnas del plebiscito que buscaba avalar lo pactado con la guerrilla. Tres meses antes, en Nueva York, ante ese mismo escenario de la Asamblea General, el primer mandatario había dicho con orgullo: “Después de más de medio siglo de conflicto armado interno, hoy regreso a las Naciones Unidas para anunciar que la guerra en Colombia ha terminado”.

Pero, como hubo la necesidad de llegar a un nuevo acuerdo —que luego fue consignado ante el Consejo de Seguridad—, ahora sí cobra relevancia el deseo con el que esperaba llegar Santos hace un año y que mañana, durante su discurso, podrá reivindicar: regresar como presidente de una Colombia en paz. Apenas se está consolidando la implementación y los ojos de la comunidad internacional están puestos sobre las partes comprometidas con su cumplimiento. Esta semana, cuando se conmemora el Día Internacional de la Paz declarado por la ONU (21 de septiembre), comienza la segunda misión de ese organismo en el país. Además se espera que se conforme un grupo paralelo para verificar el cese bilateral del fuego y hostilidades temporal pactado con el Eln, y Santos aprovechará ambos hechos para destacar su protagonismo.

La intervención ante las más de 190 naciones que conforman la ONU será mañana. En ella hablará del proceso de sustitución de cultivos, tan cuestionado por estos días, así como del posconflicto y de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, o sea, los ejes centrales de este nuevo encuentro global, según lo propuso el presidente de la Asamblea, Miroslav Lajcak. Santos aprovechará el escenario para agradecerle a la ONU su rol en el marco del proceso de paz y, de paso, recordará que en su sede será construido uno de los tres monumentos con el metal fundido de las armas de las Farc.

La embajadora de Colombia ante la ONU, María Emma Mejía, habla con El Espectador acerca de la importancia de esta última comparecencia de Santos ante la Asamblea General, poco después de que fuera aprobada la segunda misión del organismo en el país; de la legitimidad que tiene el Acuerdo de Paz ante la comunidad internacional, a pesar de las críticas en su contra, y de la obligación del Estado con lo pactado, sin importar el cambio de gobierno que se aproxima.

La última vez que el presidente Santos estuvo en la ONU, lo hizo con la certeza de tener un plebiscito ganado, y no fue así. Esta es, realmente, la primera y última vez que llega como el presidente de una Colombia en paz o, al menos, con un acuerdo final refrendado por el Congreso. ¿En qué radica la especial importancia que tiene este viaje para el Gobierno colombiano?

Es una ocasión muy importante, no sólo para el presidente Santos sino para las Naciones Unidas en general, pues, en efecto, se trata de su despedida como jefe de Estado. La ONU, como usted recordará, acompañó la fase exploratoria de los diálogos de paz. El exsecretario general Ban Ki-moon fue testigo de ello, a tal punto que el presidente pudo compartir con él este propósito y logró su acompañamiento desde esa fase secreta. Entonces, el objetivo de este último encuentro es reconocer ese rol ante la comunidad internacional. Pero, además, el presidente viene también en calidad de ganador del Premio Nobel de Paz y eso tiene una doble importancia, dado que ese es uno de los tres pilares fundamentales que se van a tratar en desarrollo del debate de la Asamblea General de este año.

Sobre todo, porque el viaje del presidente se da poco después de que el Consejo de Seguridad aprobara la segunda misión para verificar la implementación del Acuerdo de Paz. ¿Eso reitera la legitimidad que el mundo le da al conjunto de lo pactado?

Ese hecho es verdaderamente excepcional y único por una razón en particular: las misiones que se abren en la ONU casi nunca se cierran, y esa es la tragedia de muchos de nuestros conflictos en el mundo. Pero la nuestra cumplió su objetivo, que era concluir el cese del fuego y de las hostilidades, el desarme y ahora la destrucción de las armas. Eso fue lo que mereció el reconocimiento del Consejo de Seguridad y, en parte, contribuyó a un decidido apoyo de una segunda misión en Colombia. Claro, muy diferente a la primera, en la que se contó con un mecanismo tripartito. Esta es enteramente con personal de la ONU, cuyos costos serán asumidos en un 100 % por la misión y estará vigente por un año prorrogable, a solicitud de las partes.

Sin embargo, dentro de un año es incierto cuál gobierno estará y puede que llegue uno que quiera “hacer trizas” los acuerdos. ¿Es posible que ese nuevo gobierno quiera acabar con la segunda misión de la ONU?

Es difícil, porque hay unos compromisos muy claros adquiridos por el Estado colombiano, sin importar quién sea el próximo presidente de Colombia, y esos compromisos ya están consignados ante el Consejo de Seguridad. Yo misma, como embajadora, hice entrega del Acuerdo del Teatro Colón para que el secretario general lo tramitara ante el Consejo de Seguridad, y es un documento oficial. Por eso es muy poco probable que un jefe de Estado pueda terminarlo unilateralmente. La misión ya tiene un mandato y va hasta el 26 de septiembre de 2018.

A propósito, al aprobarse esa segunda misión, el Consejo de Seguridad también hizo un especial reconocimiento al cese bilateral con el Eln. ¿Habrá una misión dedicada a verificar que éste se cumpla?

En efecto, existe la propuesta de que en esa fase inicial de cese del fuego temporal por 112 días se pueda lograr a través de las Naciones Unidas y pueda acompañar ese proceso. En los próximos 15 días, tanto la ONU como el Consejo de Seguridad tendrán que evaluar con el representante especial del secretario general, y con él mismo, cuál es la mejor forma para responder a ese apoyo. Los detalles, sin embargo, se conocerán más adelante.

La misión que comienza tiene labores de verificación claves, como garantizar la reincorporación política, económica y social de las Farc y revisar tanto sus medidas de protección y seguridad como las de comunidades y organizaciones en los territorios. ¿Estará habilitada para imponer algún tipo de sanción en caso de incumplimiento?

No, y no se trata de sancionar sino de que las partes, tanto Farc como Gobierno, cumplan, y para eso es la misión, para verificar que no haya compromisos sin cumplirse. Cuando se vea que hay un incumplimiento o que se descuidó uno de los sectores, la ONU será el veedor que advierta de ese retraso en aras de buscar una solución. Ellos no son un calificador sino una instancia que intenta construir en medio de las dificultades.

¿Qué legado deja el presidente Santos en la ONU?

Santos es un presidente que ha dejado huella en Naciones Unidas y reafirma la convicción de Colombia, que quedó consignada hace ya 72 años: la contribución a la paz y a la seguridad después de las dos guerras mundiales. Su rol político quedará preservado en la historia de la ONU, que hoy aprecia lo escaso que es el encuentro de una paz negociada.

¿Se va a dar la reunión con el presidente Donald Trump y otros presidentes de la región?

Se van a reunir, en efecto, algunos jefes de Estado de América Latina con el presidente Donald Trump, al finalizar la tarde, con la idea de dar una mirada general a la región y a la agenda que podrían compartir a futuro con el gobierno norteamericano. Y hoy mismo, pero más temprano, el presidente Trump se reunirá con más de 100 jefes de Estado y de gobierno para suscribir el apoyo a la reforma a la ONU que el secretario general está promoviendo. Sin embargo, allí no estará el presidente Santos, por asuntos de agenda, pero en su representación estará la canciller María Ángela Holguín.

Por Lorena Arboleda Zárate

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