¿Es eficiente la Conversación Nacional?

Los legisladores declarados en independencia, oposición y de gobierno exponen cuáles son, a sus ojos, las consecuencias sociales y políticas de las decisiones del presidente frente a miles de personas pidiendo cambios.

-Redacción Política (politicaelespectador@gmail.com)
29 de noviembre de 2019 - 11:00 a. m.
El Comité del Paro se reunió con el presidente Duque el lunes pasado y no hubo acuerdo en nada, por lo que mantiene el llamado a la protesta.  / EFE
El Comité del Paro se reunió con el presidente Duque el lunes pasado y no hubo acuerdo en nada, por lo que mantiene el llamado a la protesta. / EFE

El #21N se extendió al #22N, #23N y así, con la suma del descontento y la insatisfacción, se prolongó hasta hoy, #29N. Los jóvenes y colombianos de todas las condiciones sociales siguen invitando a marchas multitudinarias, cacerolazos, pupitrazos, besatones, jornada de tambores, plantón sinfónico y tomas artísticas en diferentes ciudades del país. En contraste, el presidente Iván Duque sigue firme e inamovible con la Gran Conversación Nacional, su estrategia para discutir los reclamos de los sectores sociales que mueven el paro.

Duque inauguró ese espacio de diálogo el 24 y, desde su hora cero, los manifestantes y promotores de la protesta lo rechazaron por incluir a otros interlocutores, como los empresarios. También por haber iniciado esa conversación con los mandatarios electos y no con las organizaciones del Comité del Paro. Además, de entrada dudaron de la iniciativa, porque esta venía con unos temas y una metodología preestablecida que no fue concertado con ellos.

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Pese al descontento por cómo inició el diálogo, los representantes del Comité se sentaron con el primer mandatario, pero algunos, como los líderes estudiantiles, se levantaron de la mesa por sentir, justamente, que la Gran Conversación no era para escuchar los reclamos que dan vida al paro y resolver esa coyuntura nacional, sino, según dijeron, para “desviar la atención y atender lo que le interesa al Gobierno” y no los 18 puntos del pliego que presentaron.

“Nadie está diluyendo el paro. Tiene que ser una conversación amplia con toda la ciudadanía. Si el paro es grande y llegan con un pliego, no pueden pretender que el Estado se arrincone y quede paralizado”, dijo Duque el pasado martes en Blu Radio. Lo declaró pese a que días antes el procurador Fernando Carrillo le manifestó en una carta que debía generar confianza con la sociedad a través de “capacidad de escucha, flexibilidad y disposición para hacer ajustes”. La indignación ha llegado a tales niveles, que funcionarios de las Unidades de Trabajo Legislativo y parlamentarios hicieron un concierto de cacerolas en el propio Congreso. La pregunta no podría ser más pertinente: ¿es eficiente la Gran Conversación Nacional del presidente?

Para múltiples voces en el Congreso es evidente que no está funcionando. El miércoles pasado, Lidio García, presidente del Senado, convocó a su corporación para escuchar al Comité del Paro. Lo mismo pasó en la Cámara. Entre las conclusiones quedó el pendiente para los legisladores y sus bancadas: “Fijar su posición sobre la agenda elaborada por el Comité”. Firmaron el documento representantes del movimiento de mujeres, las centrales obreras y sindicatos, un ambientalista, la Dignidad Agropecuaria, varios líderes estudiantiles, indígenas de Cric y Onic, y afrodescendientes, entre otros.

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Al paso, congresistas de todos los partidos han sentado posición. Desde la Alianza Verde consideran que a lo que el Gobierno llamó una “Conversación Nacional” no contiene las características mínimas de esta. “No es ni un diálogo entre dos o varios, es un monólogo. El Gobierno pretende fragmentar los temas y los diálogos en una serie de mesas que le quitan reconocimiento de interlocutor al Comité del Paro”, opinó su senador Antonio Sanguino.

Jorge Robledo, del Polo, calificó esa Conversación Nacional como una “burla” a la ciudadanía. “Es una cortina de humo para no tramitar los reclamos. Quiere resolver los problemas con los amigos del Gobierno”, dijo. A su juicio, el Ejecutivo tiene “pésimas intenciones” con ese espacio: “Es con el Comité con el que debe establecer tiempos y agenda. Es el colmo de los colmos que al paro lo representen en esa mesa los enemigos del mismo”, aseveró. La lectura del parlamentario apunta a que, de seguir ese camino, la administración Duque terminará “hundida”. “El repudio seguirá aumentando. Es un gobierno muy mal calificado y estoy convencido que con esto será peor”, puntualizó.

Las críticas y calificativos a esa estrategia del mandatario continúan. “El presidente aparece como un autista ante la situación del país”, declaró Carlos Antonio Lozada, senador de la FARC. En su concepto, Duque “aún no se sintoniza con la realidad”. Por la forma y las reglas de la mesa con el Comité, para él es una conversación amañada a los temas del Ejecutivo. Entonces, la consideración de Lozada es crear un diálogo, no para calmar a nadie, sino para barajar lo que pide la gente. “Debe poner unos mínimos que se reflejen en el cambio del modelo económico social”, afirmó.

Pero el senador reconoce que el Legislativo también debe de escuchar. “El Congreso en este momento está discutiendo temas como la cadena perpetua revisable. Eso hacemos mientras en las calles hablan de la paz, de la vida, del salario, del empleo. No podemos legislar de espaldas al país. Si no entendemos eso, habrá un estallido social. Esto puede adquirir dimensiones inimaginables”, enunció.

Por el lado de la Colombia Humana, Ángela María Robledo hace una reflexión sobre los pasos que ha tomado el presidente. Para ella, no puede pretender hacer una Gran Conversación Nacional sin primero atender a los manifestantes. “De hecho, durante el proceso de paz se habló que era necesario un gran acuerdo nacional. Pero eso no prosperó porque se hizo en el marco del Acuerdo Final, y eso hay que aplicarlo y resolverlo antes de cualquier otra cosa”, indicó. Además, Robledo apuntó que esta sociedad es una muy distinta después de la firma del Acuerdo. “A diferencia de las otras movilizaciones de las dos últimas décadas, la fuerza joven en esta ha sido crucial. Colombia está hastiada de acudir a la violencia para resolver los problemas. Necesitamos democracia, que se cumpla la Constitución”. En ese sentido, más allá de consecuencias políticas (que se verían reflejadas en que el Centro Democrático ataque la postura del presidente), el efecto mayor sería social. “Me preocupa que la indignación se desborde y la ciudadanía no encuentre canales democráticos para salir de ella”.

Y los errores a la hora de liderar un gran diálogo nacional también son reconocidos por los otros partidos, a excepción, por supuesto, del Centro Democrático y el Partido Conservador, que sin embargo tiene reservas con la fecha fijada por el presidente para escuchar y plantear propuestas. No obstante, hay quienes ven en el 15 de marzo coherencia. “Entiendo que ese día se estipuló por los tiempos legislativos. Los cambios que demandan deben ser sometidos en el Congreso a través de reformas. Nosotros iniciamos el 16 de marzo y hay que ajustarse a esto para adelantar los proyectos que saldrán producto de la conversación”, manifestó el representante de Cambio Radical, José Daniel López. Eso sí, no deja de ser crítico con la conceptualización de ese diálogo: “Esta propuesta termina siendo más un buzón de sugerencias que una intención genuina de sentarse a la mesa”.

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El presidente tampoco sale bien librado de las opiniones del liberalismo. “La conversación comenzó mal desde el principio. Desde que la primera acción fue reunirse con el consejo de ministros, cuando usaron la reunión de la ESAP para hablar con alcaldes y gobernadores electos, cuando convocaron a los organizadores de la protesta, queriéndolos meter a un diálogo que ellos no pactaron”, comentó el senador Luis Fernando Velasco. Para él, la proposición de este plan tiene un gran problema: el excesivo “presidencialismo”. “Se creen infalibles. Y en situaciones de crisis como las de hoy, hay que tener humildad”, opinó el experimentado congresista, al que se une la voz de Roy Barreras, senador de la U.

Para este, el diálogo va en retroceso. “Es que lo primero es concertar la agenda y el cronograma de discusión, y Duque no lo ha hecho. Lo que propuso fue una mesa idéntica a su rígido programa de Gobierno, que es contra el que están protestando”, aclaró. Y lo secunda su copartidaria Maritza Martínez: “El camino es escuchar, no convocar a los sectores del paro para rendir informes de gestión o tratar de convencer de las bondades de su política”. Por eso Barreras pide un cambio de visión para una verdadera transformación, la misma que piden las personas desde las calles.

No obstante, los que están del lado del Gobierno insisten que las demandas de los manifestantes no son claras, por ende, el diálogo se podría tornar complejo. “Cuando ve uno el paro, no encuentra homogeneidad en los reclamos. Unos piden en cuanto al Acuerdo de Paz, otros el desmonte del Esmad, sin duda, son temas que requieren debate y discusión”, señaló el senador conservador Juan Diego Gómez. A su vez, su colega, Efraín Cepeda, aplaudió la Gran Conversación Nacional, pero hizo un llamado a que los canales de escucha estén abiertos 24/7. “Este diálogo será provechoso y necesario”, dijo.

Por último, como guardia pretoriana, está la bancada uribista que, pese a las voces de pasillo que hablan de un descontento con el presidente, defiende a Duque a capa y espada. Por eso, en sus declaraciones siempre se habla primero de la violencia en las marchas y de las críticas que recibe el Gobierno más que de las ideas. Eso sin desestimar la necesidad de liderar grandes cambios. “Ante la propuesta de una Conversación Nacional, cada uno quiere imponer una agenda distinta. Critican que se haya reunido primero con alcaldes y gobernadores electos. En fin, en medio de la anarquía, nadie queda satisfecho”, dijo el senador Ernesto Macías. Su compañera de bancada, María del Rosario Guerra, llamó a rodear al primer mandatario y a “actuar con grandeza frente a la pequeñez de la izquierda”. Y así como todos los parlamentarios, destacó la importancia de saber escuchar. Por ahora, en redes, critican que si bien Duque se ha mostrado dispuesto a oír, a juicio de la oposición, solo oye lo que quiere escuchar.

Por -Redacción Política (politicaelespectador@gmail.com)

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