“Esta es una sociedad enferma moralmente”: monseñor Héctor Fabio Henao

El jerarca católico, de la Pastoral Social, hace una reflexión sobre los desafíos que tiene Colombia como sociedad y habla de la visita del papa Francisco.

Lorena Arboleda Zárate
11 de abril de 2017 - 09:07 p. m.
“Esta es una sociedad enferma moralmente”: monseñor Héctor Fabio Henao
Foto: Fabio henaoHERMINSO RUIZ

Esta es la primera Semana Santa de una Colombia sin las Farc en armas. ¿Qué mensaje le da ese hecho a una sociedad como la nuestra?

La Conferencia Episcopal lanzó como lema una frase del apóstol San Pablo, en la carta a los Corintios, que dice: “Dejémonos reconciliar por Dios”. Y bajo esa frase, decimos que la reconciliación es una obra de Dios y, por lo tanto, es un deseo añorado por él. El deber que tenemos es el de ser colaboradores de esa obra y hacer lo posible para que sea una realidad. Lo que se ha propuesto es que sea una semana de reflexión acerca de las obligaciones que tenemos para que podamos hacer realidad la reconciliación y que, desde todos los ámbitos, no solamente desde la polarización política, nos comprometamos con el diálogo y la discusión racional.

A propósito, ¿qué mensaje le envía a esa Colombia polarizada que no ha logrado reconciliarse?

La política tiene un sentido fundamental que es caminar hacia el bien común y la reflexión debe versar sobre cuál es el bien mayor que une a una sociedad. Eso es lo que debe primar sobre cualquier cosa. La sociedad, cuando se construye, se constituye en torno a unos bienes comunes y uno de ellos es la paz. La forma de lograrla podrá ser objeto de discusiones, pero la primacía de esos bienes nos debe llevar a ponernos de acuerdo no en visiones partidistas, sino en la visión del bien general de la sociedad y establecerlo en el largo plazo. Eso requiere de voluntad, decisión y compromisos irreversibles. Ese es el llamado.

¿Usted considera que se ha transformado la fe en la Iglesia católica?

Sí ha habido una serie de transformaciones concluidas en búsquedas espirituales y la sociedad contemporánea está muy volcada hacia respuestas profundas que vienen desde el mundo espiritual. Eso va de la mano de los grandes cambios que ha tenido la sociedad y la gente está buscando cada vez más un encuentro personal con el Señor y ese encuentro ha hecho que la labor de evangelizar de la Iglesia se fortalezca.

Pero aún vemos que en otras comunidades de fe, como las de Medio Oriente, la convivencia es prácticamente irreconciliable. ¿Cómo lograr acercar a esas distintas creencias históricamente divididas?

Esos conflictos del pasado se han visto exacerbados en décadas recientes por motivos políticos y económicos, como el control de fuentes de energía y recursos naturales, lo que ha llevado a que se registren estos enfrentamientos. Lo que pedimos desde nuestra fe es que entendamos cómo, desde todos los horizontes y con base en una fe leída desde las grandes religiones, se puede conducir al diálogo. Es necesaria una comprensión de las motivaciones profundas que tienen otros seres humanos y una capacidad de testimoniar conjuntamente la presencia de Dios, que nos quiere como familia humana.

Viene el papa Francisco a Colombia. ¿Con qué mensaje llegará al país?

El papa ha tenido de línea conductora la reconciliación y el encuentro con Jesucristo y el diálogo con los seres humanos. En numerosas ocasiones ha abogado e intercedido en favor del diálogo y viene a Colombia como un pastor para reconformarnos en la fe y decirnos que en el corazón de ella está el mensaje fundamental de la reconciliación.

Algunas posturas que ha tenido el papa Francisco en el Vaticano han derivado en debates polémicos no exentos de críticas, ¿cómo lee sus mensajes la Iglesia católica?

El papa Francisco ha querido dar unas señales de cómo hacer hoy, de una manera más efectiva y profunda, el diálogo entre la Iglesia y otras realidades sociales. En ese sentido, ha querido acercar distintas posiciones, pero no se aleja en ningún momento del magisterio de la Iglesia católica ni de la palabra de Dios. Lo que ha hecho es estudiar y desarrollar cómo hoy la palabra puede establecer diálogos con base en las realidades del mundo contemporáneo. Ha habido muchas transformaciones con las que la Iglesia ha fortalecido su presencia y el papa ha respondido de una manera muy cercana a esa necesidad de encuentro con Dios.

Son muchos los que piden que el papa visite Mocoa, tras la reciente tragedia que padeció…

Ha habido unos mensajes que dicen de la enorme capacidad del papa de estar al lado de este pueblo que sufre. La agenda ha sido hecha pública, pero si él considera un cambio, sería un motivo de mucha felicidad para todo el pueblo colombiano.

La Iglesia católica ha sido fundamental para tender puentes con las guerrillas. ¿Qué mensaje les envía a los aún alzados en armas?

Que ya no hay espacio para la violencia. Esta sociedad hace la exigencia de levantarse por la vía democrática para lograr transformaciones sociales. Pero esos cambios sólo se podrán materializar en la medida en que se hagan en el marco de los mecanismos que propone la democracia. La invitación es a entrar en esa lógica y proponer las transformaciones bajo el único esquema viable: el diálogo.

Hablar de democracia nos obliga a hablar de Venezuela, ¿cómo puede Colombia ayudar a que el país vecino recupere este valor?

Tenemos una voz de solidaridad con quienes sufren con esta situación. Las privaciones alimenticias y otras aspiraciones por parte de muchos sectores nos hacen sentir que somos parte de una gran nación con la que, a pesar de las fronteras, tenemos nexos de hermandad. Debemos fortalecer el diálogo con los vecinos.

¿Qué lectura le da a la sociedad de hoy?

Esta sociedad tiene muchos males. En muchas ocasiones es una sociedad moralmente enferma y, en ese sentido, que necesita pensar y perfeccionar sus desafíos. Sin embargo, al mismo tiempo es una sociedad con enormes fortalezas. Todos los días se descubren más ejemplos de solidaridad y usted lo ve en casos como Mocoa. Entonces, el proceso de humanización no ha terminado. Humanizar esta sociedad requiere de esfuerzos más grandes. Sobre todo, para acabar con la violencia. Hay señales positivas en muchos sectores que, independientemente de sus orientaciones políticas, están apostando por una sociedad más humana.

Por Lorena Arboleda Zárate

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