La solicitud a las partes la encabezó el enviado especial de Estados Unidos a los diálogos de paz, Bernard Aronson, quien anunció que tiene luz verde del gobierno de su país para participar en este nuevo esfuerzo de paz. “Hay potencialmente negociaciones con el Eln y el presidente Santos me ha pedido que esté involucrado, y lo estaré, al menos inicialmente”, expresó hace uno días Aronson.
Al respecto, la guerrilla, mediante su medio de comunicación, contestó: “El Eln considera importante que EE. UU. desee vincularse a este proceso. Bienvenido sea cualquier aporte de la comunidad internacional que abone el camino para una posible salida política al conflicto”.
De igual modo, este grupo guerrillero ha propuesto aprovechar el ambiente de paz que ha generado la firma del fin del conflicto en los diálogos de La Habana y destrabar la instalación del proceso decretando un cese bilateral, que se sume a lo firmado entre Gobierno y Farc.
Pero el panorama de los diálogos entre Gobierno y Eln es de gran distanciamiento entre las posiciones. El Gobierno no quiere instalar la mesa hasta que la guerrilla abandone el secuestro, y la insurgencia pide que se cumpla la palabra de iniciar los diálogos sin condiciones, e incluso propone arrancar por trabajar sobre el desescalamiento del conflicto.
En este esfuerzo por acercar posiciones e iniciar la fase pública de diálogos trabajan delegados de la Iglesia católica y personalidades públicas, a lo que ahora se suma la comunidad internacional. Sin embargo, dos hechos han venido impidiendo el entendimiento: la medida de aseguramiento contra el excomandante guerrillero Carlos Velandía, quien estuvo preso por pertenecer al Eln pero abandonó la lucha armada, y los hechos de guerra, como el sucedido este fin de semana, en el que dos patrulleros de la Policía murieron en una acción atribuida al Eln.