Política exterior de Duque es un fracaso: el informe del senador Antonio Sanguino

El senador verde presentó este miércoles un informe a la opinión pública en el que hace una evaluación de la gestión en política internacional del Gobierno Nacional, luego de 18 meses de la llegada del presidente Iván Duque al poder.

Redacción Política - politicaelespectador@gmail.com
19 de febrero de 2020 - 07:00 p. m.
Antonio Sanguino, de la Alianza Verde, hace parte de la Comisión Segunda de Senado, encargada de asuntos de política internacional, entre otros.  / Archivo El Espectador
Antonio Sanguino, de la Alianza Verde, hace parte de la Comisión Segunda de Senado, encargada de asuntos de política internacional, entre otros. / Archivo El Espectador

El senador Antonio Sanguino, de la Alianza Verde, presentó este miércoles un informe a la opinión pública en el que analiza la gestión en materia de política exterior del gobierno del presidente Iván Duque Márquez. La fecha de presentación del documento coincide con la época de realización del concierto en la frontera del 22 de febrero de 2019, que se denominó "Venezuela Aid Live". En esos días también sucedió el icónico hecho del cierre del paso fronterizo por parte del gobierno de Nicolás Maduro con contenedores y camiones cisterna.

Para el congresista, que pertenece a la Comisión Segunda del Senado, encargada de los asuntos internacionales y de la carrera consultar, entre otros temas, hay desconfianza por parte de la comunidad internacional con Colombia, específicamente por la posición que ha asumido al primer mandatario frente al cumplimiento del Acuerdo de Paz logrado con las Farc. En su concepto, el país se ha quedado solo en el escenario del cerco diplomático contra Venezuela y fue "irresponsable" la decisión de la canciller Claudia Blum de pedir la extradición de Aida Merlano a Juan Guaidó.

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Entre las recomendaciones que Sanguino le hace al Gobierno Nacional está la de reestablecer los servicios consulares en Venezuela, como un derecho que tienen los colombianos residentes en ese país, y aclara que esa decisión no necesariamente significa recuperar las relaciones diplomáticas ni reconocer el gobierno de Maduro. El congresista jabló así con El Espectador

Después de 18 meses de gestión del presidente Duque, ¿cuál es el balance que hace sobre su política internacional, como miembro de la Comisión Segunda del Senado, encargada de esos temas?

Hemos encontrado que es evidente el retroceso en materia de relaciones internacionales por parte de Colombia. Hemos pasado de una diplomacia para la paz a una política exterior para la guerra y para el conflicto. Hemos pasado de una agenda amplia y diversa para terminar en un discurso alrededor de la política antidrogas y de seguridad, se ha narcotizado y securitizado la agenda internacional. Pasamos de una apuesta por la ampliación de horizontes y de escenarios de relación a reducirnos exclusivamente al tema de Venezuela.

Es decir, a su juicio, ¿ha sido errada la política exterior del gobierno Duque?

Totalmente errada, pero, además, fracasada. Se ha conducido la fijación ideológica y la torpeza a una serie de derrotas en el contexto internacional. Hemos generado una desconfianza en la comunidad internacional en relación con el compromiso del cumplimiento del Acuerdo de Paz. A pesar de la doble narrativa del Gobierno, los países garantes y la Misión de Verificación de la ONU se han dado cuenta de la actitud hostil del gobierno del presidente Duque respecto del pacto logrado con las Farc. Además, hemos caído en el discurso de cerrar cualquier posibilidad de diálogo con el Eln, incluso, intentando utilizar al Grupo de Lima, tras su fracaso en el cerco diplomático a Venezuela, como un instrumento para comparar al Eln con organizaciones terroristas internacionales, como Hezbolá. También fracasamos en la pretensión de Duque de liderar una cruzada para derrocar a Maduro y terminamos alineándonos excesivamente con Estados Unidos en amenazas de incursión militar.

Usted menciona desconfianza internacional en el gobierno de Colombia, ¿cómo se hace eso evidente?

Por los pronunciamientos de los organismos internacionales, los informes de seguimiento de la Misión de Verificación de la ONU, o lo que acaba de pasar con el Centro Nacional de Memoria Histórica, que lo expulsan de la principal red de centros e instituciones dedicadas a la memoria en el mundo, por la actitud y la posición negacionista del señor Darío Acevedo.

¿Considera que el país se quedó solo en esa cruzada internacional contra Venezuela?

Terminamos solos, cuando incluso EE. UU. ha buscado escenarios de soluciones concertadas. La soledad es evidente e inocultable. Para hablar solo del tema consular, ni siquiera el presidente Jair Bolsonaro, de Brasil, ni Sebastián Piñera,en Chile, han roto con todo tipo de relaciones con Venezuela como lo hizo Colombia. Esos países mantienen relaciones comerciales y consulares con ella. Eso no lo ha hecho ni EE. UU. en los peores momentos de la crisis con Cuba, que mantuvieron unas oficinas de negocios y asuntos consulares en cada país. Lo que hemos hecho es de un nivel de torpeza que no tiene nombre.

¿Cómo califica el hecho de que la canciller Claudia Blum pidiera la extradición de Aida Merlano a Juan Guaidó, cuando quien evidentemente ostenta el poder es Nicolás Maduro?

Es un nivel de irresponsabilidad infinita. El presidente de la República y la canciller están obligados a solicitar en extradición a una persona que es reo ausente, una persona condenada por la justicia colombiana. Le corresponde al Gobierno pedir la extradición de manera adecuada, yo no sé si eso se constituya como prevaricato por acción. No puede ser que la tramite, por una consideración política e ideológica, con quien no tiene jurisdicción ni mando, con quien no tiene en su poder a Aida Merlano y no está en condiciones de atender esa extradición. Eso parece un engaño a la sociedad colombiana respecto de la obligación que tiene el Gobierno con una persona que es prófuga de la justicia.

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Por otra parte, el gobierno de Duque ha tenido una política de puertas abiertas para los migrantes venezolanos que llegan al país. ¿Qué debe pasar con esa política?

Es una política solidaria de recibir a una población que busca mejores condiciones de vida por las circunstancias que ha venido atravesando Venezuela. En algunos episodios han querido instrumentalizar esa solidaridad con los migrantes venezolanos, quizá el momento más grotesco de esa utilización política fue precisamente el día del concierto humanitario, entre comillas, en la frontera, el 22 de febrero de 2019. Ahora, la migración también nos cogió sin una ley para enfrentar los problemas que traería, lo único que hemos logrado formular es un documento Conpes que, en todo caso, descarga en el Sistema General de Participación y en los entes territoriales la atención y los recursos. Hay que tramitar una nueva ley de migración que responda a la nueva realidad del país, porque pasamos de ser un país expulsor a receptor, no solo de migración venezolana, sino de diversos fenómenos migratorios.

¿Cómo califica la gestión de Carlos Holmes Trujillo en la Cancillería?

Los resultados saltan a la vista: fue un fracaso estruendoso y no sé cómo Trujillo fue premiado con el Ministerio de Defensa. Fracasó al destinar buena parte de la atención de la Cancillería en el tema de Venezuela, en el enfoque con el que, además, abordó ese asunto, que fue de guerra fría, anacrónico, atrasado. Adicionalmente, los resultados fueron desastrosos, incluso lo dijo en su momento el embajador en Washington, Francisco Santos, en la conversación que tuvo con Claudia Blum antes de que ella fuese canciller. El cerco diplomático fracasó, quisieron convertir el Grupo de Lima para ambientar una intervención militar en Venezuela, que por fortuna ni ocurrió ni ha ocurrido. Trujillo puso en apuros el buen ambiente que el país logró crear, a propósito del Acuerdo de Paz, en el contexto internacional.

¿Qué recomendaciones va a presentar al Gobierno en materia de política internacional?

La primera es que se restablezcan las relaciones consulares con Venezuela, que no significa un restablecimiento de las relaciones diplomáticas ni significa el reconocimiento de Maduro como presidente. Es una acción de responsabilidad con los colombianos que viven en Venezuela y tienen derecho a la atención. Segundo, apoyar el diálogo de los sectores políticos en Venezuela para apoyar una solución o una transición democrática que implique elecciones libres y justas con la participación de todos los partidos políticos y vigilancia internacional, que es lo que viene haciendo España y el grupo internacional de contacto. Tercero, rechazar el uso de la fuerza contra Venezuela. Después, está el abandono de las aspiraciones de reformar el Acuerdo de Paz y respaldar a la comunidad internacional en las funciones de verificación, porque, hay que decirlo, la crisis con Cuba por el tema del Eln afecta también el papel de los países acompañantes.

¿Y qué hacer con Cuba en ese caso?

Hay que iniciar un diálogo con Cuba para detener el deterioro de la relación bilateral y reconocer el papel que ese país ha jugado como garante en la búsqueda de la paz. También debemos reformular nuestra relación con el sistema de Naciones Unidas y convocar, de inmediato, a la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores para discutir como nación la política exterior colombiana, así esa política sea competencia del presidente de la República, pero es necesario habilitar la Comisión como un mecanismo de consulta del jefe de Estado. Finalmente, avanzar en una reforma de esa comisión para que sea un instrumento de mayor utilidad.

Por Redacción Política - politicaelespectador@gmail.com

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