Publicidad

La semántica del proceso de paz

La palabra más utilizada en estos dos años de negociación ha sido “participación”, mientras que poco se habla de “trabajadores”, “campesinos” u “obreros”.

María Fernanda González E. * / Especial para El Espectador
04 de enero de 2015 - 02:00 a. m.
Los delegados de los países garantes (Cuba y Noruega) leen uno de los comunicados conjuntos elaborados por los negociadores del Gobierno y las Farc.  / AFP
Los delegados de los países garantes (Cuba y Noruega) leen uno de los comunicados conjuntos elaborados por los negociadores del Gobierno y las Farc. / AFP

El comunicado de las Farc anunciando un cese de fuego unilateral e indefinido y los múltiples comunicados producidos en la Habana desde 2012 han tejido muchas especulaciones. Por un lado, el presidente Juan Manuel Santos ha reiterado en múltiples ocasiones que “no hay que pararle bolas a lo que diga la guerrilla por fuera de la mesa”. Por otro, los opositores han asegurado que en Cuba se está negociando un nuevo modelo de desarrollo económico. En este sentido, el expresidente Álvaro Uribe ha manifestado reiteradamente que las Farc se encargarán del nuevo ministerio de la seguridad ciudadana o que éstas no dejarán nunca las armas.

Una manera de medirle la temperatura a las negociaciones de La Habana es la de analizar los comunicados conjuntos del Gobierno y de las Farc, y los tres acuerdos firmados y publicados en la página oficial de la mesa de conversaciones. ¿Qué nos dicen estos textos? ¿Están realmente negociando un nuevo modelo político y económico? ¿Hay visos comunistas en los acuerdos firmados sobre desarrollo agrario, participación política y drogas? ¿Tienen las Farc algún tema que les interese más que otro?

Un análisis estadístico textual nos permite tener nuevas luces sobre los documentos publicados conjuntamente. La primera gran sorpresa es que el actor central del proceso no es ni el Gobierno ni las Farc, sino las comunidades. Las mayores frecuencias están concentradas en las palabras: comunidades, organizaciones o movimientos. En segundo lugar, y contrariamente a las percepciones sobre la privacidad del proceso, los comunicados y los acuerdos firmados hacen un llamado a la “participación de la sociedad en su conjunto”.

Es así como la palabra más repetida es “participación”: se repiten constantemente la “participación activa de las comunidades”, la “participación ciudadana”, la “participación comunitaria”, la “participación de las comunidades rurales” o la “participación electoral” y la “participación política y ciudadana”.

Estos métodos de análisis cuantitativo permiten ver cuáles son los conceptos o campos semánticos más reiterativos pero también nos permiten descubrir lo que no se dice. No se habla de un cambio de modelo económico, solo se encuentra una vez la palabra “expropiación” y dos veces “extinción de dominio”. No existe el concepto de “lucha de clases” ni de “ricos versus pobres”. No se usa la palabra “pobres” sino que se habla de “pobreza”. De hecho, en los comunicados se habla de “erradicación de la pobreza rural, lucha contra la pobreza y la desigualdad o la generación de ingresos”.

El análisis permite inferir que la negociación ha evolucionado desde el 2012 hasta hoy. Cada año se ha caracterizado por un vocabulario que refleja el desarrollo de las conversaciones. De esta manera, el 2012 podría definirse como el año formal de la negociación. El eje temático que sobresalió fue el papel de la comunidad internacional, en particular de Cuba, Venezuela, Noruega y Chile. Están claramente los dos actores: las Farc y el Gobierno. No hay una definición clara de los temas sustantivos ni de los puntos neurálgicos. Se podría decir que fue un año dedicado más a la forma que al fondo.

El 2013 podría denominarse como el año de la socialización del proceso. El campo semántico más importante es el relativo a la difusión de las negociaciones y a la inclusión de la comunidad. Es así como se encuentran palabras como: “foro”, “propuestas”, “universidad”, “centro de pensamiento para la paz”, “mesas” e “informan”. El llamado a las comunidades se vio enriquecido por otros sectores: la academia, los actores regionales (alcaldías y gobernaciones) y organismos internacionales (Naciones Unidas).

En cuanto a los ejes temáticos, se evidenció principalmente el segundo acuerdo: “participación política”, “nuevos movimientos políticos”, “la oposición ciudadana” o “las garantías para el ejercicio de la oposición”. Luego se encuentra el primer acuerdo que toca sobre todo el concepto de la “pobreza rural”. Y mientras en 2013 el concepto de la participación política fue importante, en 2014 los temas sobresalientes fueron relativos al problema del narcotráfico, las drogas o la sustitución de los cultivos ilícitos.

Si bien los tres acuerdos firmados por el Gobierno y la guerrilla son neurálgicos, el análisis cuantitativo nos indica que los temas que más peso han tenido en las negociaciones han sido la solución definitiva al problema de las drogas y los derechos de las víctimas. Se habla más de las soluciones a los cultivos de uso ilícito que de los derechos humanos o la participación política.

Este análisis nos da una visión preliminar sobre los grandes temas que se discuten en La Habana. Pero no nos dice mucho sobre el verdadero pensamiento de la guerrilla. Es necesario ahondar en los numerosos comunicados unilaterales de las Farc y descubrir su línea política y si, 50 años más tarde, han tenido innovaciones lexicales que permitan designar nuevos terrenos de lucha.

 

* Phd en Ciencia Política-Universidad de la Sorbona. Profesora invitada-Universidad Nacional. 

Por María Fernanda González E. * / Especial para El Espectador

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar