Publicidad

'Es la última oportunidad de vivir en paz'

El presidente mantiene su optimismo y, aunque no habla de plazos, reconoce que hay que acelerar el paso.

Camilo Segura Álvarez
19 de octubre de 2014 - 05:15 a. m.
'Es la última oportunidad de vivir en paz'

Dos años después de iniciados los diálogos de paz con las Farc en La Habana, el presidente Juan Manuel Santos hace su balance personal en El Espectador. Es optimista, aunque reconoce que se tendrán que hacer muchos sacrificios y hay que acelerar el paso, al tiempo que le reclama a la guerrilla muestras de buena voluntad. Advierte que lo que se viene en adelante será una discusión dura y difícil, en la que las Farc tendrán que asumir compromisos concretos en relación con sus víctimas, sus armas y sus hombres. De paso, dice que las críticas son bienvenidas, pero les pide a sus opositores ayudar a construir, no a destruir, y le solicita a la comunidad internacional seguir dándole su apoyo al proceso e ir preparando las líneas de cooperación para implementar los acuerdos.

¿Cuál es el principal acierto y el principal error del Ejecutivo en la forma en que se ha manejado el proceso con las Farc?

Creo que el mayor acierto ha sido reconocer, como dice la Biblia, que hay un tiempo para la guerra y un tiempo para la paz. Y que este es el tiempo para la paz. En particular, creo que hemos acertado en ser claros y metódicos en todo lo que hemos hecho. No damos un paso sin haber preparado ya el siguiente, y eso toma su tiempo. El desafío ahora es explicarles mejor a los colombianos de qué se trata este proceso. Que todos vamos a tener que hacer muchos sacrificios, pero que todos tenemos por primera vez en nuestras vidas una oportunidad real, tal vez la última, de vivir en un país en paz.

¿Qué les reclama y qué les reconoce a las Farc al hacer el balance de estos dos años?

Les reconozco que han trabajado seriamente en la mesa, en una negociación de enorme complejidad. No olvidemos que los acuerdos, que son acuerdos sólidos que llevarán a grandes transformaciones en beneficio del país, los construimos entre los dos. Les reclamo que con sus pronunciamientos permanentes no han hecho sino confundir. Y les reclamo, sobre todo, que no hayan dado más muestras a la gente de su compromiso con la paz en esta fase de la negociación.

¿Qué le sorprendió de la contraparte? ¿Se esperaba una guerrilla con un discurso diferente al que están desarrollando?

Me ha sorprendido, como ya le dije, la seriedad con la que han trabajado y que han sabido ajustar sus posiciones a la realidad de hoy. Mire dónde estaban en 2000 y dónde están ahora.

¿En qué momento de la negociación estaría dispuesto a aceptar el alto el fuego bilateral?

Como he dicho tantas veces, habrá un alto bilateral y definitivo si llegamos a un acuerdo final. Por eso tenemos que acelerar. Mientras tanto, lo conveniente no es enredarnos en las complejidades de un alto, sino en que haya gestos concretos que les permitan sentir a los colombianos del común que avanzamos.

Sus ministros, y usted mismo, han dicho que es necesario implementar desde ya políticas para el posconflicto, ¿es posible hacer ese esfuerzo en medio de la guerra?

Una cosa es preparar el posconflicto y la implementación de los acuerdos, que es lo que estamos haciendo. Otra muy distinta es hacerlos realidad, para lo cual tenemos que, primero, terminar la guerra. Por ejemplo: no es posible poner en marcha un programa participativo y de alcance nacional de desarrollo alternativo, como el que hemos acordado, para resolver de una vez por todas el problema de los cultivos de coca, con el conflicto atravesado en medio. Mientras tanto, el Gobierno continúa con sus políticas sociales y de desarrollo rural, que son las que contribuyen a la construcción de la paz.

Muchos dicen que en los primeros tres puntos acordados, el Estado era el que daba, ¿en víctimas y justicia transicional, las concesiones tienen que ser de las Farc?

Tiene razón. Pero no se le olvide que es el Gobierno el que tiene que poner en marcha esos planes y programas y, lógicamente, el que asume las responsabilidades. Las Farc ya han asumido compromisos muy importantes, como romper todo vínculo con las drogas y contribuir de manera concreta a la solución del problema, incluyendo el desminado. Lo que espero en adelante es una discusión dura y difícil, porque las Farc van a tener que asumir unos compromisos muy concretos en relación con sus víctimas, sus armas y sus hombres. Sin eso, no habrá ni fin del conflicto, ni mucho menos paz.

Usted ha dicho que negociar en medio de la guerra le ha traído costos políticos, ¿cuáles?, ¿qué les pide a sus detractores?

Los costos políticos los asumo yo. Esta negociación se distingue de las anteriores en que nos hemos concentrado en lo sustantivo y hemos llegado a acuerdos muy concretos. A mis detractores les pido que dejen trabajar con tranquilidad a la delegación del Gobierno en La Habana, que ha hecho un excelente trabajo. Y les digo: bienvenidas todas las críticas, pero dediquémonos a construir, no a destruir.

Es claro que la comunidad internacional será clave para financiar y hacer cumplir los acuerdos, ¿qué deben tener estos para que esa disposición de ayudar se materialice?

La pregunta, más bien, es: ¿qué puede hacer la comunidad internacional ya? Y son tres cosas: la primera es seguir dándole el necesario apoyo político al proceso, que ha sido total. La segunda es preparar las líneas de cooperación necesarias para implementar los acuerdos, que es lo que estamos comenzando a hacer ahora. Y la tercera es preparar el acompañamiento al proceso de desarme, desmovilización y, en general, de construcción de paz.

Analistas dicen que en los acuerdos hay “políticas públicas” que el Estado ha debido ejecutar hace tiempo, independientemente de una negociación con la guerrilla, ¿por qué cree que no se han ejecutado?

Lo que le puedo decir es que este es un proceso para transformar la realidad de la gente en las distintas regiones, no para sacar más leyes y políticas que se quedan en un cajón. La paz es una oportunidad para hacer en 10 años lo que no hicimos en 50.

De acuerdo con lo que se firme en La Habana, ¿está el Gobierno dispuesto a cambiar su política de víctimas, a modificar la Ley 1448? ¿O son las Farc las que deben asumir un compromiso más claro?

La Ley 1448 se seguirá implementando con el vigor con el que lo hemos venimos haciendo. Es un compromiso de mi gobierno y del Congreso con las víctimas. Pero por supuesto que es susceptible de ser complementada y mejorada si hay condiciones de paz. Y como ya expresé, las Farc van a tener que asumir unos compromisos concretos con sus víctimas.

Dice que se mantendrá confidencialidad respecto del Eln, pero hay muchas conjeturas. ¿Qué hace falta para que el documento que se conoció a pocos días de las elecciones se convierta en una agenda de negociación?

Como ya dije, con el Eln estamos en una fase exploratoria. Déjennos explorar.


csegura@elespectador.com

@CamiloSeguraA

Por Camilo Segura Álvarez

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar