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¿Y ahora qué hacemos?

Pasó lo imposible, ganó el No. Un No oculto, subterráneo, que no respondía encuestas ni oía esos debates de opinión en las emisoras en donde grandes eruditos los regañaban por sus posturas y les decían que eran unos ignorantes. El Gobierno pensó que atosigando los medios con costosas campañas de publicidad iban a desactivar ese descontento que se negaba tozudamente a ver.

Camilo Rojas Macías
03 de octubre de 2016 - 03:09 a. m.

En democracia el país se pronunció y ganó el No. Eso crea nuevas realidades políticas. El Gobierno queda en una situación política muy frágil. Es el momento de buscar soluciones creativas. De propiciar los consensos que nunca se han propiciado. De encontrar mecanismos democráticos que logren incorporar las dudas que evidencia medio país.

Es el momento, por ejemplo, de volver a pensar en una constituyente, porque quedó en claro que medio país no cree que esa responsabilidad este sólo en las manos de Juan Manuel Santos. En momentos como estos echa uno de menos la ausencia de personalidades como las de Alberto Lleras o Julio César Turbay, que tenían la capacidad de propiciar entendimientos y de construir puentes en los momentos de incertidumbre. Hay que reconocer que no se vislumbran liderazgos como esos que sean capaces de lograrlo.

No es el momento de gritar, de decretar muertes políticas, de señalar culpables o victimarios; es el momento de sacar grandeza y hacer verdadera política. La política es el arte de lo posible, como dijo alguna vez Otto von Bismarck, y tenía razón, llegó el momento de entender qué es lo posible y qué es lo imposible en la coyuntura que vivimos.

Uribe es el gran protagonista del momento. De nada sirvió que trataran de arrinconarlo, caricaturizarlo o aplastarlo. Él sigue vivo y goza de buena salud. Es el momento de entender que él no es un “locato” que dice cosas incomprensibles, sino un vocero de unas ideas con las que se siente expresado medio país.

Los políticos, en el sentido grande de la política, tienen ahora un escenario abierto para lograr que Colombia vuelva a unirse en torno a unos liderazgos que construyen puentes y derrumban muros. Nuestro Congreso se ha llenado de voces que gritan, señalan y lapidan verbalmente a todo el que ose atravesarse en sus posturas. Esos personajes no son lo que ahora Colombia necesita.

Necesitamos nuevas voces. Necesitamos voces que tracen rumbos y señalen cauces por los que pueda deslizarse nuestra vida institucional. Ese es el desafío que los colombianos esperan de sus líderes. Algunos voceros del Sí salieron en los medios a despotricar de los del No por haber ganado. Ese no es el camino.

Los medios deben sacrificar la audiencia que dan esos alaridos y tratar de encontrar el tono de mesura que Colombia reclama. El primero que tiene que decir para dónde vamos es el presidente, vamos a ver si está a la altura de ese desafío. Colombia lo observa, y cuando digo Colombia me refiero no sólo a las generaciones presentes, sino a las generaciones futuras. Nada más que eso. Nada menos que eso.

Por Camilo Rojas Macías

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