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Las zonas de reserva campesina fueron creadas a través de la Ley 160 de 1994 y se utilizaron como mecanismo para proteger a los agricultores tradicionales. Hoy esta figura territorial vuelve al debate. Más cuando las noticias que llegan de La Habana (Cuba) hablan de que se ha avanzado en la firma de los primeros acuerdos entre el gobierno y las Farc en el tema de desarrollo rural.
El tema fue ineludible durante el foro que organizaron ayer la Universidad del Rosario, la Embajada de Alemania y el diario El Tiempo, por cuenta de los 9,5 millones de hectáreas que las Farc pidieron se formalicen bajo esta figura y el impulso de creación de otras más “en el Catatumbo, en Lozada y en Guayabero, en las cuencas de los ríos Güéjar y Cafre en San Juan del Sumapaz, los Montes de María y Cesar”, como lo dijo el martes pasado Marcos Calarcá, miembro de la delegación de paz de la insurgencia.
De inmediato, los sectores que se han opuesto al proceso de paz rechazaron el comunicado de las Farc y afilaron sus lanzas para afirmar que en La Habana “se está negociando el país entero”. La respuesta del ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo, fue clara: “Estos sectores opositores a la paz creen que atacan el proceso poniendo al Gobierno a asentir en lo que no ha asentido. Una cosa es que las Farc digan que quieren 59 zonas de reserva campesina con independencia política, y 9,5 millones de hectáreas, pero eso no es lo que la ley dice, ni lo que el Gobierno piensa o está planteando en La Habana”.
Más allá del panorama apocalíptico de la oposición, para Restrepo las zonas de reserva campesina son una figura útil, que por demás no fue creada por este gobierno. Sin embargo, reconoce que la política agraria de esta administración incluyó desde un comienzo el fortalecimiento y la reactivación de estas zonas, ya que durante la administración anterior fueron duramente estigmatizadas y perseguidas. “Si se dan condiciones de seguridad, se puede justificar la creación de alguna nueva en Montes de María, pero el tema no va a ser como lo proponen las Farc, porque eso conduciría a crear una constelación de republiquetas independientes”, afirmó el ministro Restrepo.
En la orilla opuesta, el presidente de Fedegán, José Félix Lafaurie, sostuvo, en diálogo con El Espectador, que las zonas de reserva campesinas son “un retroceso”: “No quiero volver a lo de Marquetalia”, sentenció. Para Lafaurie, estas zonas sólo son válidas si se convierten en un instrumento para apoyar a un campesino, para darle asistencia técnica y para encadenarlo productivamente, “pero si pretenden ser enclaves políticos excluyentes de campesinos catequizados por la subversión, me niego, porque eso genera conflictos en las diferentes zonas de producción”.
En cambio, el expresidente Samper cree que las zonas de reserva campesina son un instrumento necesario en la estrategia de relocalización de los campesinos que retornen con la Ley de Víctimas y Restitución a sus regiones. “Si comenzamos a restituir tierras a nivel individual y a tratar de que los campesinos sobrevivan solos, sencillamente vamos a exponer sus vidas a que los vuelvan a expulsar y violentar. Por eso las zonas de reserva campesina son un instrumento indispensable en la política de avanzar en el reparto de las tierras”, señaló Samper, quien aprovechó para decirle a Lafaurie que no está de acuerdo con su propuesta de gravar la tierra de acuerdo a su uso y no a su valor comercial. “Esa es la típica posición de los ganaderos, acostumbrados a tener grandes extensiones improductivas de tierra sin pagar impuestos”.
Al parecer, el debate anunciado sobre las zonas de reserva campesinas encendió el panorama político en La Habana y en el país. Por lo pronto, la sociedad civil también pide pista para hablar de tierra: la Asociación de Zonas de Reservas Campesinas (Anzorc) invitó en una carta pública a las partes sentadas en la mesa de diálogos en Cuba a participar en el Tercer Encuentro Nacional de ZRC, que se realizará en San Vicente del Caguán, los próximos 22 y 23 de marzo.