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Debido a la caída en los precios del petróleo y a la apreciación del dólar, Ecuador está en una situación económica preocupante. Dentro de ese escenario ha establecido una serie de salvaguardias a sus importaciones, inicialmente desde Colombia y Perú.
La resolución 011 de 2015 del Comité de Comercio Exterior de Ecuador establece que a partir del 11 de marzo de este año dichas salvaguardias se aplicarán de forma temporal y multilateral, desde casi todos sus socios comerciales, con sobretasas escalonadas del 5% al 45%, dependiendo del tipo de producto. Dentro de la muy respetable autonomía de Ecuador, hay varias cosas que las autoridades de dicho país deberían tener en cuenta, entre las cuales me atrevo a mencionar cinco:
Primero, según el FMI, el déficit fiscal reciente de Ecuador ha sido sustancial, 4,7% del PIB en 2013. La misma organización espera que se mantenga por encima de 4% en 2014 y 2015. Segundo, aunque el nivel de endeudamiento de Ecuador todavía es relativamente bajo, su trayectoria de endeudamiento público es preocupante. Se explica porque parte del crecimiento en los últimos años ha sido impulsado por un mayor gasto público. El problema es que si un país tiene gastos públicos mayores que sus ingresos públicos, tendrá un mayor déficit fiscal, generará presión hacia una mayor revaluación y déficit comercial.
Tercero, las salvaguardias generan un alivio temporal al sector productivo al encarecer productos importados. Pero todo lo demás constante, reducen la demanda de divisas de otros países, aumentan la disponibilidad de dólares, incrementan los precios domésticos y terminan empeorando la revaluación del tipo de cambio, es decir, el encarecimiento de los productos domésticos con respecto a los del resto del mundo.
Cuarto, Ecuador viene de varios años de devaluación de su moneda, el dólar, en los cuales sus principales socios comerciales no impusieron salvaguardias a las exportaciones de Ecuador. Hoy Ecuador están viviendo una revaluación. Pero en un futuro, es perfectamente posible que los ecuatorianos vuelvan a vivir una devaluación, y en ese momento será bueno tener claras cuáles han sido las señales que en materia de salvaguardias les ha venido enviado a sus socios comerciales.
Quinto, a simple vista, poner salvaguardias es más atractivo políticamente que tener austeridad fiscal, pues ponerles aranceles a otros países es menos impopular que ponerles más impuestos a los agentes domésticos y recortar el gasto público. Sin embargo, subir salvaguardias no solo no le va a resolver el problema de fondo a Ecuador, sino que a mediano y largo plazo contribuirá a empeorar la revaluación. En otras palabras, con o sin dolarización, Ecuador debe escoger entre ponerse bien la correa y enfrentar el problema de fondo, aumentando impuestos o, tal vez más factiblemente, bajando el gasto público, o aplicar paños de agua tibia como las salvaguardias, que no arreglan el problema de fondo, que le van a generar tensiones innecesarias con sus socios comerciales, que pueden eventualmente minar innecesariamente la institucionalidad de organizaciones como la CAN y que pueden terminar generando represalias la próxima vez que, por los vaivenes normales de la economía, sea la moneda prevaleciente en Ecuador, cualquiera que sea, la que se devalúe.