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¿Cuánto cuesta un líder indígena?

Santiago Villa
03 de febrero de 2014 - 09:56 p. m.
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Un líder indígena del Vaupés confesó que la minera Cosigo Frontier financió el apoyo que él le dio a la multinacional.

“Benigno Perilla está preocupadísimo porque quiere hablar con ustedes y preciso está de viaje”, me dijeron varias personas de la comunidad de Taraira cuando viajé en el 2012 a esta población del Vaupés, para hacer un programa sobre el tema de la explotación de oro por parte de la empresa canadiense Cosigo Resources, cuando era investigador de Especiales Pirry. Para nadie era un secreto que Perilla, un líder indígena local, quería hablar con el programa para dar la versión de los indígenas que apoyaban la explotación de oro que haría Cosigo Resources, una empresa canadiense, en el territorio de su resguardo. “La compañía le paga los viajes a Perilla y lo asesora”, dijeron varias personas cercanas del pueblo.

Llegar a Taraira implica un viaje de una hora y media en avión hasta San José del Guaviare, y luego un trayecto de cuatro horas en DC3 hasta aterrizar en la pista destapada de este pueblo asentado sobre el río Taraira, que divide a Colombia de Brasil. Es un caserío con una cuadrícula de aproximadamente diez calles, habitado por aventureros y buscadores de fortuna, que se hizo legendario en los años ochenta y noventa por ser el lugar donde “uno medio raspaba la tierra y salían las pepas de oro”, según contaban los mineros artesanales que hicieron de Taraira el bullicioso corazón del rebusque de oro en el Amazonas.

En sus tiempos de gloria, en Taraira los productos no se compraban con papel moneda, sino con oro. Es por la omnipresencia del mineral y por el costo de transportar productos desde lugares mejor conectados con “las mulas del correo”, como La Pedrera y Mitú, que en la distorsionada economía de Taraira una cerveza es más barata que una Coca-Cola, que cuesta casi 4.000 pesos.

Tras estos intrépidos garimpeiros (que es la palabra brasilera con que en la región se le conoce a los mineros artesanales) llegó, eventualmente, el capital extranjero para hacer extracción minera. Cosigo Resources adquirió los títulos para explotar Cerro Machado, una extensión de 10.000 hectáreas donde sigue habiendo oro, pero ya no sale con sólo raspar la tierra. “Ya no es tan fácil como antes”, dijo uno de los mineros artesanales. “Con sus máquinas seguro que la compañía podrá sacar más oro, pero para nosotros ya no es tan fácil”.

Para iniciar sus labores, sin embargo, Cosigo necesitaba el apoyo de las comunidades indígenas. Benigno Perilla, un líder indígena quien primero fue un opositor, luego se convirtió en su escudero. Resultó particularmente útil cuando la compañía quiso proteger un segundo título que la compañía adquirió en el parque natural Yaigojé Apaporis. El viernes, Benigno Perilla confesó que Cosigo Resources había financiado sus viajes y su estrategia legal para defender los intereses de la compañía para la extracción de oro en las selvas amazónicas del Vaupés.

No repito los detalles de esta historia, porque han sido expuestos en los valiosos reportajes de Andrés Bermúdez, investigador de LaSillaVacia, que visitó Taraira hace pocos meses, y de Pablo Correa, periodista de El Espectador. Recomiendo su lectura.

El punto que quiero tocar en esta columna se refiere a la corrupción inserta en el corazón mismo de la industria minera.

El modus operandi de influir sobre líderes indígenas con viajes, asesorías legales, dinero y promesas, no es exclusivo a Cosigo. Así operan la mayoría de las empresas extractivas en Colombia, si no todas, para obtener la aprobación de las comunidades indígenas y afrodescendientes: identifican a un líder que puede apoyarlos, dividen a las comunidades, y logran los permisos necesarios mediante argucias y el saboteo del orden político local y tradicional. Esto es inaceptable.

Mi rechazo a la industria minera se debe al mismo motivo de mi rechazo a la industria del armamento y a la industria petrolera: han integrado la corrupción a su sistema de funcionamiento. En la industria de armamento, se manifiesta en las comisiones a los funcionarios y militares que hacen posibles los contratos; en la industria del petróleo, en los descuentos hechos por los gobiernos en sus ventas al barril, en comparación con el precio del mercado internacional, que luego se manifiestan también en comisiones; y en la industria minera son, entre otros ejemplos, las estrategias para lidiar con las comunidades indígenas o afrodescendientes que habitan sobre los yacimientos que pretenden explotar.

Twitter: @santiagovillach

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