Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
“Mi sexualidad no es un delito, es mi propio paraíso”, dijo el joven Sergio Urrego quien se suicidó arrojándose de la terraza del centro comercial Titán Plaza en Bogotá, luego de que su vida se había convertido en un infierno por la atmósfera de rechazo y discriminación creada por parte de la rectora, la sicóloga y un profesor del colegio Gimnasio Castillo Campestre de Tenjo, todo debido a su orientación homosexual.
En otro frente, el ex senador por el partido de la U, católico y uribista recalcitrante, Víctor Velásquez Reyes, quien se quemó en las pasadas elecciones aspirando por el antiguo PIN - el mismo partido de un discriminador profesional como lo es el concejal Marco Fidel Ramírez, esa caricatura política, el mismo que habla de una dictadura gay en Bogotá- demandó la investidura de las congresistas Claudia López y Angélica Lozano, aduciendo que por ser pareja, no pudieron haber sido elegidas, tal y como lo establece el artículo 179 constitucional. Velásquez, fue demandante ante la Corte de la ley antidiscriminación.
A ningún ministro se le pregunta por su pareja o por sus gustos sexuales, pero fue de lo más normal del mundo preguntarle a la ministra de Comercio Exterior, Cecilia Álvarez, por su relación sentimental con la ministra de Educación. Vivian Morales, quien fue discriminada como Fiscal por ser mujer, promueve una consulta contra la adopción igualitaria, y el senador Jimmy Chamorro, refuerza el punto, pues acaba de presentar un proyecto de acto legislativo para prohibirla.
El procurador Alejandro Ordoñez y el secretario de la Conferencia Episcopal han puesto el grito en el cielo por la decisión de la Corte Constitucional que aceptó la adopción de unas niñas por parte de una pareja de mujeres, una de ellas la madre biológica, más por la protección a la niñez que porque se haya aceptado la adopción igualitaria como derecho en Colombia. Todavía recuerdo las declaraciones excrementales de cierto senador, puntal de la campaña reeleccionista en la Costa Atlántica. O basta oir esa tribuna de la discriminación y la vulgaridad que es la familia Candela en las mañanas, que vive de la discriminación a minorías.
Así que la muerte de Sergio no es un hecho aislado producto de la personalidad de un joven desorientado que se declaraba ateo y anarquista, como nos lo quieren hacer creer las directivas del colegio. Es un hecho que en nuestra cultura existe un desprecio contra los homosexuales, a quienes se les señala de anormales, depravados y en el mejor de los casos de enfermos, y muy grave que en la escuela no haya dinámicas para revertir ese imaginario.
Esos patrones de rechazo se dan en la familia, se reproducen en la escuela y se refuerzan en los entornos sociales, y la verdad sea dicha, el Estado hace poco para revertirlos, más allá de una retórica de corrección política, pues al día de hoy no existe una política pública integral al respecto.
Según cifras de Colombia Diversa, en Colombia entre 2010 y 2011 fueron asesinadas 280 personas pertenecientes a la comunidad LGTBI, de las cuales, 58 son atribuibles a su orientación sexual o lo que se llama homicidio por prejuicio, y esa cifra sin duda es un subregistro. No sabemos nada de cifras de suicidio por esa causa.
Que quede claro, la discriminación mata.
@cuervoji