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Venezuela en las urnas

HOY, LOS VENEZOLANOS, POR decimotercera vez, se encuentran acudiendo a las urnas. Votarán si apoyan o no la enmienda constitucional que permitirá la reelección sin límites del presidente y demás cargos de elección popular. La concentración del poder y la perpetuación en él amenazan con tener nombre propio.

El Espectador
13 de febrero de 2009 - 11:55 p. m.
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Lo que a simple vista pareciera un ejercicio más en el que Chávez busca relegitimar su liderazgo político, es en realidad una consulta vital para el futuro de su Revolución. Los resultados, de serle favorables (siguiendo las principales encuestas), denotarán que el presidente logró convencer a muchos de que él es la figura indispensable para el sostenimiento y crecimiento de su ambicioso proyecto.

Esta vez, además de tener un 55,9% de apoyo popular (cifra nada despreciable después de una década de gobierno), cuenta con un partido organizado —el PSUV—. La maquinaria puesta en marcha por la campaña del Sí ha sido impresionante. Las ventajas del gobierno son evidentes. La burocracia del Estado ha estado al servicio de la campaña y la organización del Partido ha reflejado un fortalecimiento en materia de recursos (cada uno de sus miembros donó un día de salario) y no se ha escatimado estrategia y escenario para movilizar al pueblo. Después de las elecciones regionales, tan sólo hace dos meses, pareciera que el aparato de propaganda y repetición no ha dejado de funcionar, y no se le ha dado descanso a la oposición para recuperar el aliento.

Así, en esta campaña los líderes y partidos de oposición parecen débiles, agotados, sin propuestas alternativas más allá de un “No Chávez”. Su esfuerzo se ha centrado en recientes movilizaciones con el fin de potenciar su magra actuación en una muestra de fuerza. Es más, lo que se ha visto es el retorno de los grupos de estudiantes que han abanderado la campaña del No, recordándonos también el papel que jugaron en la que ha sido hasta ahora la única derrota electoral del gobierno.

De resultar victorioso Chávez, queda claro que después de 12 procesos electorales el apoyo popular es su principal, mas no el único, elemento con el que cuenta el presidente para mantenerse en el poder. El amplio respaldo a su gestión se debe a los resultados obtenidos por políticas de alto gasto público, fuerte intervencionismo y redistribución de la riqueza. Todas ellas, sin lugar a dudas, respaldadas por los altos precios del petróleo. Sin embargo, estos últimos han sido el combustible, más no el motor del proceso. Por ello, hay que superar el análisis simplista de causalidad entre unos bajos precios del petróleo y una salida segura de Chávez con el fin de su aventura política.

La Revolución Bolivariana no es un castillo de naipes, ha generado nuevas dinámicas (como los Consejos Comunales y otras organizaciones locales que muchos venezolanos no están dispuestos a perder), tiene a un líder que ha aumentado su influencia en los poderes del Estado y que ha realizado cambios de fondo en las fuerzas militares, además de haber superpolitizado a la sociedad.

Todavía faltan cuatro años para las próximas elecciones presidenciales. El impacto de la crisis mundial es aún incierto. Cómo golpeará y cuánto podrá aguantar Chávez es difícil de predecir. De ganar el Sí, Chávez se enfrenta al dilema de que su victoria, para serlo, debe ser contundente. Una victoria apretada será un triunfo de la oposición. Esta situación, además de las potencialmente peligrosas consecuencias que traería el tener a Chávez arrinconado, le dará fuerza a la tesis de que la Revolución está en decadencia. De ser así, el fantasma de la revocatoria del mandato en 2010 podría ser una realidad.

Por El Espectador

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