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Lo que está en juego hoy en Venezuela

HACE DOS MESES QUE SOMOS bombardeados por noticias en las que Chávez es presentado señalando al gobernador de Carabobo, el general retirado Luis Felipe Acosta, quien fue cercano a su proyecto, como “traidor”; amenazando con cárcel a Manuel Rosales, actual gobernador de Zulia y su contendor tradicional; multiplicándose una y mil veces, acompañado de candidatos “mudos” que simplemente están presentes en sus fogosos discursos.

El Espectador
21 de noviembre de 2008 - 11:10 p. m.
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Chávez hace una fuerte campaña en esta contienda electoral. El líder del vecino país está jugándose cartas importantes en unas elecciones que parecerían poco relevantes para nosotros.

Esta es la primera contienda electoral tras la única derrota que ha tenido el Gobierno, después de la llegada al poder de Chávez y de sus 10 victorias consecutivas. El fracaso del referendo de Reforma Constitucional de 2007, conocido como el “2D”, es significativo. Para la oposición representa el inicio del fin de la era de Chávez. Por primera vez demostró que es vencible, y es vencible electoralmente. Esta sola idea planteó un cambio en buena parte de la oposición, que no creía en la posibilidad de ganar en justa lid en las urnas. Por el contrario, para el Gobierno son estas elecciones las que permitirán reafirmar la fuerza del chavismo y la continuación de su proyecto político. De las elecciones presidenciales de 2006 al referendo, Chávez sabe que tres millones “dejaron” de votar por la profundización de la revolución.

Lo cierto es que estas elecciones, siendo regionales y locales (se elegirán 22 gobernadores, 326 alcaldes municipales, un alcalde de distrito metropolitano, entre otros), adquirieron, como es habitual con todas las elecciones desde que Chávez está en el poder, el carácter de elecciones presidenciales. Dejaron de ser una rendición de cuentas entre ciudadanos y actuales autoridades regionales y locales, para convertirse en otro plebiscito. El Presidente se está jugando, una vez más, como figura política. De ahí el protagonismo que ha asumido en la campaña electoral (al lado de los candidatos del Partido Socialista Unitario de Venezuela, PSUV) y la escogencia de los escenarios de campaña, como los estados de Carabobo y Zulia, en los que sus palabras han sido polémicas.

La batalla política, más que en el número de gobernaciones que pueda obtener uno u otro bando, está en los estados en los que se logre una victoria electoral. Los estados de mayor peso político, como Zulia, Miranda, Carabobo, Lara, Aragua, Anzoátegui, Táchira y  Distrito Capital, conforman el principal corredor electoral. El conjunto de éstos representa la tercera parte del total de estados, y aproximadamente el 55% del registro electoral. Valga la pena recordar que en dichos estados Chávez ganó en las elecciones presidenciales de 2006, y en la mayoría de ellos, a excepción de Aragua, perdió el referendo de reforma constitucional del año pasado. No es una exageración afirmar que Chávez y el futuro de su proyecto revolucionario serán ratificados o rechazados el día de hoy.

El Gobierno requiere de un mapa político regional favorable. La construcción del “socialismo bolivariano” necesita de cambios rápidos y para ello el apoyo regional y local es de particular relevancia en un Estado que, no se debe olvidar, es federal. Además, para las próximas elecciones del Legislativo el apoyo regional será fundamental en una situación económica incierta.

Finalmente, el papel de los 134 observadores internacionales en estas elecciones es trascendental, en tanto que son éstos los encargados de avalar la transparencia del proceso. Es necesario recordar que en Venezuela en los últimos años ha sido recurrente el llamado de la oposición a desconocer los resultados del Consejo Nacional Electoral, dadas las dudas que deja su manejo. Las vías democráticas deben seguir siendo el camino para la confrontación política del vecino país. La amplia participación de los venezolanos, en unas elecciones tradicionalmente abstencionistas, podrá hacer  la diferencia frente a las amenazas a la democracia que han germinado allí en años recientes.

Por El Espectador

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