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Daniel el autoritario

Paradójica situación la del otrora comandante guerrillero que derrocó a los Somoza y ahora entroniza en Nicaragua una nueva dinastía familiar que —como en el somocismo— lo controla todo.

El Espectador
05 de agosto de 2016 - 02:03 a. m.
Daniel Ortega y su esposa y ahora designada candidata a la vicepresidencia, Rosario Murillo. A pesar de que la designación viola flagrantemente la Constitución, todo parece indicar que será legitimada por la Corte Suprema, que el primer mandatario maneja a su antojo. / REUTERS/Cesar Perez/Nicaragua Presidency
Daniel Ortega y su esposa y ahora designada candidata a la vicepresidencia, Rosario Murillo. A pesar de que la designación viola flagrantemente la Constitución, todo parece indicar que será legitimada por la Corte Suprema, que el primer mandatario maneja a su antojo. / REUTERS/Cesar Perez/Nicaragua Presidency
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Nicaragua va hacia la entronización de una nueva dinastía, como en el somocismo, que controla todas las cuerdas del poder: la familia Ortega Murillo. El presidente Daniel Ortega anunció que su compañera de fórmula vicepresidencial en el FSLN, para las elecciones de noviembre, será la primera dama, Rosario Murillo. A pesar de que la designación viola flagrantemente la Constitución, todo parece indicar que será legitimada por la Corte Suprema, que el primer mandatario maneja a su antojo.

Con una calculada estrategia, las autoridades —en un país sin separación de poderes— han limpiado el camino de cualquier obstáculo jurídico o físico para atornillar al jefe de Estado, su esposa e hijos en el poder. A comienzos de junio la Corte Suprema despojó a Eduardo Montealegre, líder del opositor Partido Liberal Independiente (PLI), como su representante legal, con lo cual los dejó sin candidato a la Presidencia. La misma Corte le otorgó la representación a Pedro Reyes, un personaje desconocido cercano al comandante Ortega, quien quiso alinear a los 28 diputados del PLI en la Asamblea. Estos se opusieron y Reyes pidió al Tribunal Electoral que los despojara de sus curules, hecho que se produjo el viernes pasado. Así las cosas, el FSLN queda sin contendor para la Presidencia y como único partido con representación parlamentaria.

La siguiente jugada fue colocar a su esposa en la línea de sucesión, como vicepresidenta. Ella ha sido su mano derecha, funge como primera ministra, jefa de gabinete, canciller en funciones, maneja el protocolo y escribió la nueva historia de Nicaragua. No se mueve una hoja sin su consentimiento. Y para continuar con el nepotismo, su hijo mayor es asesor presidencial en inversiones y negoció con un magnate chino la construcción del canal interoceánico. Otro hijo es señalado de manejar el cuantioso apoyo que se recibe de Venezuela, calculado en más de US$3.500 millones desde 2007. Otros más, y la primera dama, controlan la mayoría de los medios de comunicación. A ellos se suman personas cercanas a la familia, compañeros del FSLN, que conforman la nueva oligarquía orteguista y han amasado inmensas fortunas.

Paradójica situación la que enfrenta el otrora comandante guerrillero que derrocó a los Somoza, fue presidente en los ochenta, perdió las elecciones de 1990 y terminó pactando con Dios y con el diablo para regresar al cargo. Se reconcilió con el cardenal Obando y Bravo, su furibundo opositor. Hizo lo mismo con Arnoldo Alemán, su archienemigo y corrupto político de derecha. Regresó al poder en 2007 y desde entonces se ha consolidado, mediante elecciones señaladas como fraudulentas, como el único poder en Nicaragua. El lema del sandinismo lo dice todo: “Nicaragua libre, bendita, cristiana y solidaria”.

Es cierto que el país se ha convertido en uno de los más estables de Centroamérica, con mínimos niveles de violencia. En el que el empresariado negoció con el Gobierno para no entrometerse en política a cambio de dejarlos operar sin problemas. Sin embargo, la mayoría del pueblo, empobrecido, vive del asistencialismo que se prodiga a través de diversas instancias que manejan Ortega, Murillo y la estructura partidista del FSLN, amén de los llamados Comités de Base y de Barrios. Mientras tanto el hijo mayor trae un festival pucciniano para poder debutar como tenor.

Con este panorama se entiende por qué personas íntegras como el exvicepresidente Sergio Ramírez, el periodista Carlos Fernando Chamorro y otros militantes históricos del FSLN decidieran romper hace muchos años con su partido y con Ortega. Como dijo la excomandante guerrillera Dora María Téllez: “Todo lo que ha hecho Ortega desde 2007 ha sido acumular el poder, todo el poder. La equivocación es creer que Ortega se va a detener. Él no tiene límites (…) en Nicaragua, las dictaduras no han sido dictaduras militares, sino familiares”. Los hechos le dan la razón.

¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a yosoyespectador@gmail.com.

Por El Espectador

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