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CONTRARIADO POR LOS INFORMES de la Oficina de Naciones Unidas contra las Droga y el Delito (UNODC), de un aumento del 27% del área sembrada en coca, el gobierno decidió cancelar su financiamiento.
Es una mala decisión que hay que lamentar porque interrumpe el más serio acervo de información que se genera no sólo en Colombia sino en otros países afectados por el monumental problema.
Es muy perjudicial para la reputación de cualquier gobierno el estar cambiando las agencias que recopilan información, destituyendo a sus directores o tratar de desacreditar resultados que no les favorezcan. En la Argentina el costo de vida parece ser 3 veces más alto que el reportado, algo que se concretó después de una purga del instituto de estadística. El gobierno de los Kirschner emite unos bonos atados al costo de vida y adivinen cuál es el apetito del mercado por tales papeles.
En el caso colombiano son numerosos los casos de pataletas del gobierno sobre informes en general y los datos de empleo, en particular, los de empleo rural, que mejoraron mucho después de que le torcieran el pescuezo al pobre DANE. El ministro del ramo confunde la propaganda con la ciencia. No se convence el gobierno de que no puede ser juez y parte de sus políticas.
Es claro que tanto el gobierno de Estados Unidos como el colombiano son agentes sesgados en la información que brindan sobre el negocio del narcotráfico y la lucha que ambos libran contra el mal. Les gustaría ver que el negocio disminuye como resultado de sus políticas e inversiones.
Las estadísticas y reportes de las Naciones Unidas evidencian más independencia y ánimo aclaratorio que los gobiernos interesados. Es además una entidad que hace estudios de campo, por medio del llamado SIMCI, que está atenta a los cambios en la calidad de los suelos empleados para el cultivo de la coca y su evolución técnica, habiendo registrado la introducción de variedades genéticamente modificadas que han aumentado la productividad de los sembradíos. Es el SIMCI el que está bajo la mira del gobierno y al que decidió suspenderle el financiamiento.
La UNODC ha hecho análisis de las estrategias de los agentes involucrados en la producción, refinación y mercadeo de la cocaína refinada, sus rutas de acceso, sus costos de producción y sus costos de transporte. Han descubierto, por ejemplo, que los cultivadores rocían con melaza las matas de coca antes de que las asperjen con glifosfato potenciado, lo cual protege las hojas del veneno. Han observado también cómo los cultivos se atomizan, se trasladan a zonas más lejanas, menos fértiles y recurren al sombrío con plátano para evitar la detección desde el aire.
Un interesante balance sobre la producción de coca de Daniel Mejía y Carlos Esteban Posada, publicado por el Banco Mundial en mayo de 2008, hace el inventario de las fuentes disponibles para analizar el problema del narcotráfico en el mundo. Uno de sus recursos más citados es precisamente la UNODC, que permitió conocer, entre otras muchas curiosidades, que la productividad de la coca sembrada en Colombia había aumentado de 4,7 kg por ha. en 2004 a 7,7 kg en 2006.
Lo lamentable no es sólo que los investigadores nos quedemos con unas largas y buenas series históricas abruptamente interrumpidas en 2007, que nos han permitido hacer comparaciones internacionales y entender el negocio como global. Más grave aún es que el propio gobierno se niega las mejores herramientas y conocimiento con que combatir de manera más efectiva el negocio de la droga.