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No sé qué hacer: los del Centro (anti) Democrático me gritan castrochavista, mientras que los seguidores de Petro y del Polo (anti) Democrático me tildan de neoliberal. Lo cierto es que ambas vertientes tienen en común un antiliberalismo visceral: Uribe se identifica con el nacionalismo y las mentiras de Donald Trump, mientras que Petro simpatiza más con Chávez que con Maduro.
¿En qué consiste el castrochavismo? Posiblemente los uribistas se refieren al socialismo cubano que ha sido liderado por los hermanos Castro Ruz por casi 60 años, combinado con el socialismo del siglo XXI de Hugo Chávez, colapsado económica pero no políticamente.
He demostrado el fracaso del experimento cubano que hizo retroceder las fuerzas productivas de la isla, mientras que el régimen de partido único sometió a sus habitantes a la opresión y la arbitrariedad de sus funcionarios. Mostré que el ingreso por habitante de Cuba fue el más alto de América Latina en los años 40 del siglo XX y hoy está por encima solo de Haití, El Salvador y de Nicaragua, otro régimen socialista dirigido por una pareja que replica la estructura dictatorial de los Somoza.
He escrito con mayor frecuencia sobre Venezuela para deplorar la forma como el régimen de Chávez acabó con la industria y la agricultura, con el fin de destruir la burguesía, pero además deterioró la empresa petrolera estatal al despedir a todos sus ingenieros y trabajadores competentes, pero no leales a su régimen. Hoy produce un 40 % menos petróleo que en 1999, año en el que Chávez ganó las elecciones; con la caída de sus precios se le acabó la renta que repartía en servicios y alimentos para la población y una parte, no desdeñable, sigue destinada a la corrupción de sus militares y burócratas.
Venezuela no pudo contar con el régimen de partido único cubano, algo que Maduro aspira remediar con su Asamblea Constituyente, renegando del legado de Chávez. Mientras que este pudo gobernar ganando las elecciones, Maduro no lo puede replicar porque sabe que las pierde. La salida es entonces negar el derecho al voto a todos los ciudadanos que se le oponen (70 % del total). El poeta y sociólogo William Ospina le escribió una sentida carta a Maduro, urgiéndole que volviera a las buenas costumbres electorales de su mentor, a la cual el sátrapa ni respondió.
El neoliberalismo de los 90 propugnó por la apertura comercial y financiera y a la vez por la reducción de la tributación de los ricos. Uribe fue adalid de entregar responsabilidades públicas al sector privado (fue ponente de la ley 100 que creó las EPS), pero le correspondió fortalecer militarmente al endeble Estado colombiano que fue abusivo con los falsos positivos. Igual, Uribe sigue defendiendo la rebaja de impuestos de ricos y de terratenientes, y la monumental evasión legalizada de las zonas francas. Yo, por el contrario, siempre he defendido impuestos progresivos que financien un Estado fuerte pero respetuoso de la ley.
Es una mentira mil veces tuiteada por Uribe llamar al gobierno de Santos castrochavista. El acuerdo con las Farc les hace pocas concesiones. Entre otras, no se perfila que se expropien las haciendas de más de 1.000 hectáreas de extensión, como El Ubérrimo. Es difícil que el sistema clientelista y corrupto del que se han lucrado los políticos colombianos por tanto tiempo cambie en el futuro mediato.
Si me van a llamar por lo que creo ser, basta con liberal a secas.