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Pasar de la invisibilización a la autoinclusión en la historia también ayuda al contenido de la nacionalidad.
La Fundación Color de Colombia ha publicado un listado de 20 conmemoraciones históricas, literarias, políticas de la población negra en el presente año. En un país que relegó la enseñanza de la historia y no supo conmemorar bien el bicentenario de su proceso de independencia (1810-1819), a pocos va a importarles lo que diga ese listado. Sin embargo, estas cuestiones tienen que ver con todos porque el conocimiento y la comprensión del pasado influyen en el comportamiento presente de los ciudadanos.
Con no poca razón, se dice que la narrativa de la nación colombiana (casi inexistente) ha "invisibilizado" el elemento racial. Pero quienes enfatizan esta crítica no ofrecen una alternativa. Las conmemoraciones ligadas a su discurso incluyen a Mandela, Malcolm X, Martin Luther King, fechas internacionales, es decir, poco se relacionan con la historia colombiana. Así, se refuerza la invisibilización.
La alternativa es la autoinclusión, que exige un mínimo de empatía con la historia más general (nacional) en la cual se busca la inclusión. Es obvio que algunos no tienen esa empatía, especialmente si no logran ver las diferencias entre la historia racial de Estados Unidos y la de Colombia. La autoinclusión en sí misma es una crítica porque busca corregir una interpretación dominante, y si para ello se atiene a la verdad histórica, mucho mejor.
Exagerar lo racial en nuestra historia (el reverso de minimizarlo) o ideologizar la lectura de la sociedad del pasado no ayuda a mejorar la narrativa nacional, que debería ser aceptable para los grupos excluidos y en esa medida servir de sustrato común para la construcción conjunta del futuro del país. Ser colombiano debería comportar una historia enaltecedora e inspiradora de nación, repetible por cualquier ciudadano, pero teniendo los materiales para crearla, han podido más los intelectuales que se ríen de esta pretensión.
Un ejemplo de los desafíos mentales que implican las efemérides afrocolombianas de 2017: se cree que todos los negros hacia el final de la sociedad colonial eran esclavos y que en su gran mayoría continuaron siéndolo hasta el 1 de enero de 1852, cuando entra a regir la ley de abolición de la esclavitud. Es el supuesto tanto de los invisibilizadores como de los reivindicadores, que ha condicionado la interpretación de su papel en la guerra de independencia, fuente de legitimidad. La verdad es muy distinta.
Entre los descendientes de africanos hacia 1810 podían distinguirse tres grupos: los libres de todos los colores, el más grande; los cimarrones o fugados, y los esclavizados. Investigar y entender los intereses y comportamientos de estos tres grupos cambia la historia. Así, tiene sentido conmemorar los 205 años de la Constitución del Estado de Cartagena de Indias porque estableció como "justa y natural la idea de la igualdad legal", es decir, abolió la discriminación legal contra los "libres de todos los colores" y prohibió "toda importación de esclavos en el Estado, como objeto de comercio". O recordar que en 1851, los esclavizados, 15.972 según el censo, representaban menos del 1% del total de la población, con el impacto que tiene en la narrativa nacional.
Que las efemérides propuestas sean usadas en los colegios con motivo de la celebración de la Afrocolombianidad en mayo sería un paso de autoinclusión.