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De repente el joven, cuya única falta había sido la de intentar cortar toda relación con una amiga que había expuesto su intimidad por internet, se vio asediado por un grupo de personas que le apuntaban con sus celulares y transmitían en vivo por la red. Lo habían encontrado tan solo minutos después de que su amiga, activista por la transparencia cibernética y por un mundo donde todo, hasta lo íntimo, sea expuesto en línea para el escrutinio público, expresara que lo extrañaba y quería volver a verlo.
Cuando lo hallaron, fue humillante. Él quería y además merecía anonimato y ella provocó un asedio colectivo que lo sumió en la depresión y luego la muerte. Es una escena de The circle, la más reciente película protagonizada por Tom Hanks, que explora las consecuencias de un mundo hiperconectado y en donde, motivado por los negocios, se plantea una sociedad totalmente expuesta en las redes para, teóricamente, acabar con la corrupción. El problema es que la sociedad se convierte en altamente manipulable.
Recordé esta película la semana pasada al ver el video en el que un supuesto ciudadano preocupado increpa al exvicepresidente Germán Vargas Lleras cuando caminaba por las calles de Medellín. El presunto espontáneo lo insulta, persigue y evidentemente intenta sacarlo de casillas. Toda una emboscada, grabada en celular, diseñada para provocar una reacción negativa. Vargas Lleras continúa su andar, a pesar de los improperios, e ingresa sereno a su vehículo.
El azuzador, Luis Emilio Arboleda, no es un neófito, es un experto en emboscar políticos que no comulgan con su fervor por el Centro Democrático. El 29 de septiembre de 2016 increpó al senador Antonio Navarro Wolf en plena campaña del plebiscito. Otros aseguran que lo ha hecho en más oportunidades.
Intentamos hablar con él la semana pasada en Caracol Radio, pero fue prácticamente imposible entablar un diálogo que no cayera rápidamente en las mentiras y la agresividad. Al preguntarle si no le preocupaba que sus ataques verbales públicos generaran violencia, respondió sin ningún tipo de fundamento que la gente que acompañaba a Vargas Lleras estaba drogada y armada con puñales, por lo que si ese día hubo una víctima, fue él.
Desafortunadamente este será el tono de la campaña presidencial que se viene. En un escenario de tanta polarización e hiperconectividad, aquellos a los que les gusta la política sucia harán su agosto con videos, grabaciones y emboscadas tipo sicario con celular para obtener videos que se conviertan en virales para que, como bien decía Juan Carlos Vélez, jefe de campaña del “no”, puedan emberracar a la gente.
El deber ser del Centro Democrático sería el de condenar este tipo de acciones que tienen todo el potencial de terminar en un episodio de violencia. La campaña debería darse en el escenario del diálogo y las ideas y, por lo tanto, si los precandidatos de ese partido y otros representantes consideran que tienen el mejor discurso y plataforma, es su deber rechazar abiertamente las acciones de Arboleda.
De otro lado, el resto de candidatos, públicamente, deberían también comprometerse a no hacer uso de los azuzadores electrónicos o sicarios del celular, porque si no son detenidos, serán sólo ellos los responsables de las muertes que generen.