Un superintendente debilitado

José Roberto Acosta
04 de febrero de 2017 - 03:00 a. m.

Poco o nada lograrán la Contraloría, la Procuraduría y la Fiscalía en su promesa de luchar contra la corrupción técnica de cuello blanco sin el apoyo de una Superintendencia Financiera firme, fuerte y ágil.

Cabe recordar que el actual superintendente financiero, Gerardo Hernández, fue sancionado en primera instancia por la Procuraduría con destitución inmediata y 12 años de inhabilidad para ejercer funciones públicas, porque fue tardío en sus funciones de supervisión ante el desfalco de Interbolsa y éste “pudo haber sido superado con un simple ejercicio juicioso y diligente respeto a los elementos con los que contaba, para evitar el grave perjuicio de los inversionistas”, es decir, por incompetente. Sin embargo, en segunda instancia, la sanción se redujo a una suspensión de diez meses, al final de los cuales retomó como si nada sus funciones al frente del máximo órgano de supervisión y control del sistema financiero, bursátil y asegurador colombiano.

Esta sanción lo dejó débil y, no obstante diversas y anticipadas advertencias de lo que estaban fraguando los directivos de Pacific Rubiales, la Superintendencia no hizo nada, consumándose la quiebra anunciada que perjudicó a muchos inversionistas, dando otro duro golpe a la ya resquebrajada reputación de la Bolsa de Valores de Colombia.

Se le advirtió, y conoció de primera mano, las irregularidades en el desfalco de las libranzas, guardando un sospechoso silencio y actuando apenas la semana pasada con la liquidación de Fidupaís, entidad que desde hace años ya era protagonista en el entramado de la estafadora Estraval. Tampoco objetó la exclusión del Factoring, sospechosamente lograda por una senadora de la “oposición”, en un proyecto de ley que aún hace trámite en el Congreso para evitar que se repitan fraudes con estos títulos valores masivos fuera de bolsa.

No reaccionó a tiempo ante las irregularidades en el crédito otorgado por el Banco Agrario a Navelena-Odebrecht-Valorcom, a pesar de que Justicia Tributaria se lo pidió por escrito desde el 20 de septiembre de 2016.

Sin desconocer la honrosa trayectoria del actual superintendente en su paso por el Banco de la República, el palo no está para cucharas y, en lugar de un resquebrajado gato de porcelana, sin reflejos para reaccionar ante las ágiles “hienas de la corrupción”, se necesitan leones que eviten que estas hienas se perpetúen en el poder en las próximas elecciones.

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar