“Se puede liderar con el ejemplo”: alcalde electo de Cúcuta

Con más de 110.000 votos, Jairo Yáñez se impuso a las maquinarias y a Ramiro Suárez, exalcalde condenado que mueve la política en Cúcuta.

Marcela Osorio granados
24 de noviembre de 2019 - 02:00 a. m.
Jairo Yáñez es un reconocido empresario del sector de la arcilla.  / Óscar Pérez - El Espectador
Jairo Yáñez es un reconocido empresario del sector de la arcilla. / Óscar Pérez - El Espectador

Un viejito, con megáfono en mano, como se autodenominó en sus redes sociales, ganó la Alcaldía de Cúcuta el pasado 27 de octubre. Con 68 años y sin un ápice de experiencia en la política, Jairo Yáñez, de la Alianza Verde, le ganó al condenado exalcalde Ramiro Suárez, que tras las rejas manejaba el destino de la capital de Norte de Santander. Les ganó a las maquinarias y a la politiquería haciendo sonar su voz amplificada por las calles con un discurso a favor de la ética y la decencia, y en contra de la corrupción y las malas prácticas de gobernar la ciudad. El Espectador habló con él acerca del símbolo en que se convirtió para Cúcuta y el país entero.

Durante la campaña, el megáfono se convirtió en su símbolo. ¿Cómo continuará este en su gestión?

Vamos a empezar a usarlo con las campañas que, de ahora en adelante, construyamos. Ojalá este megáfono se multiplique por muchos más, para llegar a todos los rincones con un mensaje de esperanza, ética, moral, cultura ciudadana y principios convertidos en hábitos.

Ese es el elemento que nos permitirá, sin hacer grandes inversiones, transformar la comunicación. Gracias a la decisión de utilizar el megáfono pudimos llegar al corazón de las personas para que se sientan acompañadas, es la voz del ciudadano. Lo utilicé frente a la estatua de Simón Bolívar en el Capitolio Nacional para jurar defender los recursos públicos. Quiero ser el alcalde sin robar, sin mentir, sin traicionar.

¿Qué significa que le haya ganado a la maquinaria política tradicional?

El significado es doble. Por un lado es la determinación de la ciudadanía de poder cambiar los graves indicadores de nuestra economía, pobreza, desempleo e informalidad que llegan a niveles insostenibles. Y segundo, es el sentimiento en todo Cúcuta. El desasosiego es total, y eso está íntimamente ligado al resultado acumulado de un ejercicio de administración completamente equivocado. Desde el punto de vista humano, esto es la determinación de los cucuteños de no continuar callados mientras ven la desgracia de la corrupción y la manipulación a lo largo de los años.

Un resultado significativo para alguien que nunca ha hecho política…

Lo que sí me demuestra es que uno puede liderar con el ejemplo. Es un efecto impresionante. Detrás de mí hay un profesional, ingeniero, que a lo largo de su vida ha hecho las cosas al derecho, que tiene una hoja de vida transparente, con equivocaciones como cualquier ser humano, pero con resultados de ética, moral y decencia que, creo, son mi mayor patrimonio.

Una cosa es el mensaje en campaña. ¿Cuál es el de los próximos años?

Tenemos un reto por la competitividad de la ciudad, por los graves indicadores que presentamos, cercanos a las zonas más atrasadas del país. Cúcuta ha llegado prácticamente al final de la lista y el reclamo con esta vocación es precisamente el deseo de todos de emprender un ejercicio de competitividad. De cambiar muchos escenarios que, lamentablemente, nos registran con una foto de la crisis humanitaria de Venezuela en el puente de San Antonio.

Queremos cambiar esa imagen para mirar pequeños, medianos y grandes empresarios dispuestos a iniciar un proceso transformador detrás de la ética y la decencia.

Hablando de Venezuela, ¿cómo llegará a atender esta situación tan compleja como ciudad fronteriza?

Sigue siendo un tema muy delicado, pero puede tener un gran impacto en cuanto ver la migración en el sentido positivo. Necesitamos construir estrategias que nos permitan trabajar de forma más unificada. Es una pérdida de tiempo que cada una de las organizaciones internacionales estén ayudando en situaciones aisladas. Por ahora los resultados son más sueltos. También no puede ser que las estadísticas y controles a la migración se manejen desde Bogotá. Tanto es así, que funcionarios de alto nivel vienen, se toman la foto en el puente y en la tarde se regresan.

¿Y cómo atender y hacer pedagogía frente a la xenofobia?

Esto se tiene que conciliar. Hay otro error estratégico que ha sido desconocer la migración del Catatumbo y de las zonas rurales de Cúcuta desde hace 20 años por los cultivos de uso ilícito y la violencia. Este fenómeno ha llenado la ciudad de cinturones de urbanización irregular, donde el tejido social se ha deteriorado. Debemos pedirle al Gobierno que atienda lo que pasa en el Catatumbo. Nosotros no estamos preparados para recibir a tanta gente. No tenemos infraestructura industrial ni de servicios. Por eso, por ejemplo, es tan importante la conexión al sistema nacional de gas, porque ahora tenemos solo un abastecimiento limitado, y la zona industrial y la zona franca no tienen gas. No hacemos pretroquímica, ni desarrollo estratégico de valor agregado en alimentos y somos fuertes en arroz, cacao y café.

Habla del problema de violencia en el Catatumbo que toca directamente a Cúcuta, ¿cómo confrontarlo, además de los brotes presentados en el interior de la ciudad?

Todos los temas son técnicos y fundamentalmente humanos. Se puede impactar estratégicamente el tema de violencia y narcotráfico de la mano de las autoridades que tienen unas políticas claras en temas preventivos y correctivos. El apoyo de la región tiene que ser total en ese sentido.

Pero también hay que entender que detrás de toda esta maraña de situaciones hay seres humanos que se ven abocados al narcotráfico, porque lamentablemente el Estado ha abandonado estas zonas donde no hay vías, servicios ni altos niveles de educación. Entonces, el campesino está en medio de tres o cuatro fuegos.

No creo que un campesino tenga claro que el negocio de su vida sea producir estupefacientes. Se debe ofertar otra alternativa para sobrevivir. Su última opción es desplazarse a la ciudad con la idea de que hay una opción, y es todo lo contrario. Hay que desarrollar estrategias para unir el campo con la ciudad, para que todos los productores tengan un apoyo frontal del municipio, del Gobierno y las ONG. Con esto se rompe el aislamiento.

¿Cómo mantendrá su perfil de alternativo e independiente?

Pienso que el mensaje de trabajo en equipo y de liderazgo colectivo nos compromete a entender que en Cúcuta cabemos todos. Dentro de la propuesta de ser incluyentes hay que tener en cuenta que detrás de cada dirigente, edil, concejal o parlamentario siempre hay personas que esperan realizaciones completas, obras, desarrollo e inversión. La idea es trabajar con todas las fuerzas políticas. No importa el color del gato, con tal de que nos ayude a cazar ratones. Bienvenidas todas las ideas y las apuestas por desarrollar relaciones que permitan transformar los indicadores de nuestra ciudad.

Por Marcela Osorio granados

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