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“¿Qué pasará con los humanos si los investigadores en inteligencia artificial triunfan, obligándonos a compartir el mundo con entidades más hábiles que nosotros mismos?”, se preguntaba el investigador canadiense Daniel Crevier en su libro La tumultuosa historia de la búsqueda de la inteligencia artificial, publicado en 1993. Hoy, 24 años más tarde, cuando las máquinas que emulan el razonamiento humano han empezado a transformar el mundo de los negocios y 88 % de las empresas esperan que la computación cognitiva desempeñe un papel importante en el futuro de su trabajo, la preocupación del profesor Crevier se hace cada vez más compleja. Parece que ya no hay retorno. Los investigadores en inteligencia artificial (IA) están triunfando y todos los días miles de puestos de trabajo quedan expuestos, porque los nuevos robots son más eficientes y más baratos que los hombres.
“Cerca de la mitad de las actividades por las cuales la gente recibe hoy un pago, pueden ser potencialmente automatizadas. Esto significa US$16 billones en salarios”, asegura un reciente estudio del Instituto Global McKinsey. Un alto porcentaje de este proceso según el informe, será posible gracias al desarrollo y al avance de la inteligencia artificial. A pesar del debate de la pérdida del trabajo, que ha sido una constante desde la revolución industrial frente a cambios tecnológicos en la producción, el potencial que tiene la IA para agilizar procesos y abolir errores en sectores como salud, banca, educación, justicia y hasta música, para no incluir la misma industria de la tecnología, es impresionante.
Dicho esto, también hay que tener en cuenta que los algoritmos con los que funciona la IA no siempre son un equivalente de justicia e imparcialidad, principalmente porque pueden incluir los sesgos y prejuicios de los humanos que los diseñan. “Las aplicaciones matemáticas que alimentan la economía de la información se basan en elecciones hechas por humanos falibles. (…) Muchos de estos modelos tienen codificados los prejuicios, sesgos y la ignorancia de las personas”, asegura Cathy O’Neil, doctora de Harvard y autora del libro Las armas de destrucción de las matemáticas.
Uno de los sectores en los que más se fijan los proveedores de esta tecnología es la salud. Watson For Oncology, por ejemplo, es una herramienta de IBM que busca recopilar la información existente a nivel mundial sobre el tratamiento del cáncer a través del análisis de diagnósticos, imágenes, estudios científicos, radiografías, libros, investigaciones universitarias y centros de pensamiento. “Watson es un producto con tres características fundamentales: comprensión y procesamiento de lenguaje natural, generación y evaluación de hipótesis y aprendizaje dinámico, que permite calificar y ponderar las respuestas y emitir diagnósticos con 95 % de certeza. Mientras un médico necesitaría 36 horas diarias para poder leer toda la información necesaria y estar al día en los tratamientos, Watson puede leer, interpretar y analizar 800.000 páginas por segundo. Toda esa información validada y sistematizada está a disposición del médico. Watson es un experto y un acompañante para el doctor, pero nunca lo va a reemplazar”, sostiene Hernando Abisambra, gerente general para Colombia de Cognitiva, empresa aliada de IBM en la aplicación de inteligencia artificial en Latinoamérica.
De acuerdo con Abisambra, IBM Watson ya está siendo utilizado en 55 hospitales y organizaciones sanitarias de todo el mundo. El Grupo Ángeles y Servicios de Salud de México y el Hospital Mãe de Deus de Brasil ya están adoptando esta solución cognitiva, que se especializa en la lucha contra los cánceres de mama, pulmón, colon y recto. Se espera que en los próximos meses llegue a los hospitales de Colombia. “Al final del 2017, 100 millones de personas en América Latina serán ‘tocadas’ por el sistema de inteligencia artificial que está siendo utilizado por grandes empresas y por pequeños emprendedores con el objetivo de ayudar a los profesionales a potenciar sus conocimientos y tomar decisiones en tiempo real”, explicó Rodrigo Kede, presidente de IBM América Latina.
La inteligencia artificial no tiene marcha atrás. Las proyecciones de los centros de estudio norteamericanos indican que en 2019 el negocio de soluciones cognitivas llegará a US$31,3 billones, un incremento del 55 % frente a 2014, y esperan que para el 2018, 50 % de los consumidores interactúen con servicios basados en IA. Incluso, el último estudio de HubSpot sobre el uso de la tecnología con IA reveló que seis de cada diez personas ya la utilizan sin saberlo y que 94 % de los latinoamericanos quieren aprovecharla en el futuro.
“Los datos son el petróleo del siglo XXI”, repiten los empresarios del sector bancario que ya están trabajando con IA. En este momento se generan 2.500 millones de gigabytes de datos diariamente y se estima que para el año 2020 esta cifra se multiplique por 16.000. Bradesco, Santander y Bancolombia son ejemplos del uso de inteligencia artificial en la industria bancaria del continente, que buscan responder a las preguntas de sus colaboradores y clientes en lenguaje natural, brindando una experiencia inmediata y personalizada. Esto se realiza a través de bots de servicio, que son una especie de asistentes virtuales diseñados para interactuar con personas. A su vez, esta innovación, además, ya está habilitando capacidades cognitivas en procesos de gestión de clientes, autenticación de identidad, prevención de lavado de dinero, venta directa, cumplimiento regulatorio, control de riesgos y estudio de créditos.
Martín Frascaroli, fundador y gerente de Aivo, una empresa desarrolladora de software especializada en bots para servicio al cliente, reveló que la compañía ha generado más de 100 millones de interacciones en atención a los usuarios en Latinoamérica y espera llegar a más de 10 millones de interacciones de servicio al cliente en Colombia durante 2017. “Queremos que cada vez más empresas en Colombia adopten y se beneficien de la inteligencia artificial, que puedan responder a las solicitudes de sus clientes de forma inmediata y en todos los canales digitales y tradicionales de forma homogénea. A través de AgentBot, buscamos proveer a las empresas un servicio al cliente sin esperas, creando soluciones inmediatas y mejorando la experiencia basada en la automatización y la asistencia. Nuestra meta es devolverles el tiempo a los colombianos”, aseguró Frascaroli.
En este caso, la reflexión de la doctora O’Neil cobra mayor relevancia. “Siempre habrá errores porque los modelos son, por naturaleza, simplificaciones y suelen privilegiar al privilegiado y castigar al pobre. Esto, en parte, porque están diseñados para evaluar grandes grupos de personas. Se especializan en la masa y son baratos. Ese es parte de su atractivo. Los adinerados, en cambio, se suelen beneficiar del contacto personal”.
No obstante, los avances en este tema también empiezan a transformar el arte. IBM Watson y Andrés Cepeda se asociaron este año para componer de manera conjunta el próximo sencillo del artista, utilizando las preferencias y el sentimiento social de sus fans. Esta iniciativa pionera en la región transgrede los límites de la creación humana y recuerda el exitoso experimento de Google Brain para escribir poesía y la alianza entre Google y una agencia de prensa británica para desarrollar 30.000 artículos periodísticos mensuales a través de inteligencia artificial. En la administración de justicia ya hay un software de procesamiento de contratos que tiene la capacidad de reemplazar 360.000 horas de trabajo de un abogado profesional en solo un minuto.
En educación, Innova Schools, la mayor red escolar de Perú, fue la primera empresa del sector en desarrollar una aplicación de selección de profesores utilizando inteligencia artificial. En asociación con Cognitiva e IBM Watson, el proyecto busca mejorar la forma en la que la institución educativa escoge su cuerpo docente, haciéndolo más eficiente, ágil y menos costoso. También en Perú, la universidad Centrum Católica usa IA en sus programas de MBA para determinar cuál es la línea de carrera más apropiada para cada estudiante, según su análisis de personalidad.
El interrogante del profesor Crevier ya tiene respuesta: no hay duda de que hoy en día estamos viviendo con “entidades” más hábiles que nosotros mismos. Sin embargo, ahora surgen nuevos desafíos para el conjunto de la sociedad. ¿Cómo va a hacer el Estado para regular y establecer límites que impidan que la inteligencia artificial se salga de control?, ¿qué tipo de estrategias adoptarán las empresas para capacitar a sus empleados en tareas más valiosas y evitar así la pérdida masiva de empleos? y, finalmente, ¿cómo pueden los ciudadanos aprovechar el desarrollo tecnológico para mejorar sus condiciones de vida?