Este sitio web narra en tiempo real cómo fue la Revolución Rusa

Un proyecto en línea, que utiliza una suerte de realidad virtual, pretende recrear este acontecimiento histórico a través de las voces de sus protagonistas.

Sean Guillory- Global Voices
19 de diciembre de 2016 - 04:06 p. m.
Cortesía - Global Voices
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En 2017 se cumplen 100 años de la Revolución Rusa y muchas personas de todo el mundo, sin duda, reflexionarán sobre su legado y memoria. Después de todo, la Revolución Rusa fue un acontecimiento histórico mundial y su conmemoración va mucho más allá de Rusia. (Lea "El sueño de tener internet de bajo costo para lugares apartados")

No obstante, el imperio zarista fue el escenario del gran experimento de los bolcheviques, cuya revolución definió a Rusia durante los siguientes setenta y tantos años. Pero la URSS cayó hace décadas y no queda claro cómo responderá la Rusia contemporánea en 2017.

En un momento en que el gobierno de Vladimir Putin favorece las narrativas históricas suaves que describen al estado ruso como eterno, resulta difícil saber cómo aplicará el Kremlin alguna sutura narratológica a uno de los momentos más conflictivo de la historia de la humanidad. Y esto no es un enigma sólo para los funcionarios del gobierno. A medida que se aproxima el centenario, muchos rusos tratarán de comprender la historia y el legado de la revolución. ¿Y cómo? ¿Cómo se puede narrar la Revolución Rusa?

Un intento de narrarla es el proyecto en línea “1917: Historia libre”, que relata los hechos del año 1917 a través de la publicación diaria de cartas, entradas de diarios, artículos, poesías, videos e imágenes de unas 1.500 personas de aquel periodo.

Mikhail Zygar, ex jefe de redacción del canal de televisión Dozhd y autor de “Todos los hombres del Kremlin: La intimidad de la corte de Vladimir Putin”, creó el proyecto para el cual reclutó a más de 100 periodistas, académicos, artistas y otros colaboradores. La iniciativa también cuenta con algunos patrocinadores impactantes: el gigante de internet Yandex, Sberbank, la Galería Tretyakov, el periódico Kommersant, el Museo Histórico Estatal Ruso, el Archivo Nacional de la Federación Rusa y el Archivo de Arte y Literatura de Rusia, sólo por nombrar algunos.

Según Zygar, el objetivo del proyecto es el de “recrear la realidad tal como era hace 100 años” si hubiera existido internet. El resultado es una especie de “realidad virtual” de la revolución:

Nuestro objetivo es popularizar la historia. Queremos que la gente se dé cuenta de que la historia no es algo aburrido, totalmente divorciado de la realidad y sin relación directa con sus vidas. Por el contrario, queremos demostrar que la historia es vida, que estas personas son como nosotros, y la historia cuenta muchas cosas, no solo sobre los hechos sino también sobre nosotros mismos. Todos deben saber que tienen los mismos problemas e ideas que experimentó alguien que escribía en su diario hace 100 años”.

Efectivamente, “1917: Historia libre” es un proyecto impresionante, en especial para aquellos que se interesan en las fuentes primarias provenientes de aquel período. Por ejemplo, tenemos este fragmento de Nikolai Astrov, secretario del parlamento de Moscú (la Duma) y miembro de los kadetes, del 12 de diciembre:

“Había muy pocas personas que estaban por invitación especial en esta reunión. Entre los presentes estábamos los príncipes Lvov, Kishkin, Maklakov y yo. Después de una declaración del príncipe Lvov donde pidió a todos que guardaran secreto, habló en detalle sobre el ambiente de Petrogrado. Según él, podemos esperar un golpe de palacio en el futuro cercano. Los círculos militares, los grandes príncipes y políticos están involucrados en este complot. Debemos estar preparados para las consecuencias. En términos muy vagos, declaró que la aparente intención era destituir a Nicolás II y Alexandra Feodorovna. Las palabras del príncipe Lvov no fueron muy claras. Resultó difícil encontrarles sentido. Además, no parecía saber nada específico porque apenas se había enterado de los preparativos”.

Estas entradas, que van desde lo mundano hasta lo conspirativo, demuestran el distanciamiento pero también el miedo de los protagonistas de aquellos momentos. Además, ofrecen una fascinante imagen diaria de lo que todos sabemos que vendría en febrero de 1917 (la abdicación de Nicolás II y el establecimiento del poder dual entre el gobierno provisorio y el Sóviet de Petrogrado).

El sitio cuenta, además, con algunos recursos innovadores importantes como una “Guía de los Romanov”,que presenta una genealogía de la familia durante el cambio de siglo. Tal vez, la sección más interesante y útil sea “Quién se relaciona con quién”, en la que se hace clic sobre un personaje y se muestra una red de personas a quien este personaje amaba, odiaba, disgustaba, se hacía amigo o rival, y con quién se casó. Es una forma maravillosa de trazar las diversas intrigas personales de la familia real y su círculo de allegados.

Sin embargo, a pesar de la amplia variedad de voces, existe un enorme silencio en todas las entradas: las voces de la gente de la clase baja que contribuyó, experimentó y fue activada políticamente durante el proceso revolucionario. En este sentido, los editores del sitio (intelectuales, artistas y las propias élites) reflejan la experiencia de sus propios antepasados, lo cual resulta desafortunado. Tal como lo demostró una investigación histórica sobre los últimos 25 años, los archivos rusos contienen una riqueza de textos que transmiten las voces de “la gente” en forma de cartas, diarios, artículos periodísticos, arte y poesía.

Este silencio es, tal vez, la mayor ironía sobre la intención del sitio web de crear una memoria de la revolución. Ignorar las voces y la importancia histórica de la gente corriente es exactamente lo que condenó a muchas élites rusas en 1917. Un siglo después, los descendientes de esa clase diezmada cometen el mismo error en la realidad virtual, a pesar de sus buenas intenciones.

*La versión original de este texto fue publicada por Global Voices. La traducción es de Romina Navarro. Licencia Creative Commons.

Por Sean Guillory- Global Voices

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