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Los dolores de cabeza que de la aplicación móvil de mensajería instantánea Whatsapp parecen ir a otro nivel si se miran las políticas de privacidad que ofrece.
Al momento de eliminar un contacto, si bien se pueden borrar del teléfono, el contacto en cuestión seguirá apareciendo en la lista, con el número de teléfono (sin nombre) y con la foto.
Aunque se desinstale la aplicación y se vuelva a instalar, el contacto seguirá ahí por siempre.
Peor aún, ese contacto eliminado podrá seguir enviando mensajes a no ser que sea bloqueado.
Así mismo, la aplicación no garantiza la privacidad. Las conversaciones no se borran, sino que se ocultan y son archivados en una base de datos que incluye las actualizaciones de estados.
Otro factor preocupante es que la información los contactos es obtenida por la app.
Desde el momento en que se autoriza a la aplicación y se envía para ello el número de teléfono, la agenda queda a disposición de la aplicación (nombre, número, email y otros detalles).
Aunque lo anterior sucede con la mayoría de las aplicaciones. El problema es que las apps dan por sentado esta autorización y en caso de cualquier problema legal, se desligan de toda responsabilidad.
Otra faceta desconocida, y que no solo es aplicada por Whatsapp es que se reserva el derecho a cambiar las condiciones del servicio sin previo aviso y aún así hace que el usuario se mantenga fiel a ésta.
Otros aspectos que no cuenta Whatsapp es ¿Qué sucede, por ejemplo, si el celular ha sido robado y alguien envía fotos inadecuadas en tu nombre? ¿Quién asume la responsabilidad en este caso?
Aunque el límite de edad mínimo para usar la aplicación es de 16 años, en ninguna parte se verifica por parte de Whatsapp.