Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Cartagena es una de esas ciudades que tienen la facultad de sorprender desde la arquitectura, el paisaje, la cultura y la alegría de su gente. En cada esquina del Corralito de Piedra se respira historia. Y tradiciones como las Fiestas de la Virgen del Carmen, Ángeles Somos, las Fiestas de la Independencia y el Festival del Dulce resaltan la riqueza inmaterial del Caribe colombiano.
Aunque estas celebraciones concentran la atención del pueblo cartagenero y los miles de turistas que anualmente pisan tierra heroica, una de las más curiosas e importantes del catolicismo se realizará en la madrugada de este 8 de diciembre, cuando las fachadas de las casas se adornan con velas y faroles.
En Cartagena, la noche de las velitas no es igual que en otras partes del país. Mientras en ciudades como Bogotá y Medellín las encienden en la noche del 7 de diciembre, los cartageneros se despiertan a las tres de la mañana para cumplir con la tradición de iluminar sus barrios con la luz de las velas. Literalmente, la capital de Bolívar vive una fiesta mientras el resto del país duerme.
Si bien la costumbre de prender las velitas en la madrugada tiene como objetivo iluminar el camino de la Virgen María, los cartageneros, más allá de la religiosidad, ven una oportunidad para festejar oficialmente el inicio de la Navidad.
“Algunos se acuestan a dormir y programan el despertador, otros siguen de largo y con música y festejo esperan que llegue el momento de encender las velitas. En los barrios se vive una fiesta entre vecinos, en la que se destaca la hospitalidad, la confraternidad, y se refuerzan los valores familiares y religiosos”, señala Carmen Saldarriaga, una cartagenera de 53 años que cada diciembre le da vida a esta tradición en el barrio Blas de Lezo, uno de los más populares de Cartagena.
Aunque no se sabe a ciencia cierta el origen de esta tradición matutina, la versión más generalizada habla de una familia getsemanisense que inició esta práctica, que fue imitada por vecinos hasta convertirse en parte de la cultura de la ciudad.
Cartagena es única y celebraciones tan representativas como la “madrugada de las velitas” son una pequeña muestra del valor cultural de la capital turística de Colombia. La experiencia de un 8 de diciembre en La Heroica no es para contarla, es para vivirla.