Alternancia educativa, reto de 2021
Este año los profesores deberán continuar adaptándose a la infraestructura tecnológica y los formatos educativos virtuales. Los estudiantes necesitan crecer en autodisciplina, disposición y responsabilidad.
José Consuegra Bolívar*
La evolución de la educación no es solo producto de los desarrollos teóricos y la acción de los pedagogos y educadores, sino que históricamente ha estado integrada y condicionada a múltiples factores sociales, culturales y ambientales. Vivimos unos tiempos singulares que, sin duda, están promoviendo una revolución educativa conectada con la Cuarta Revolución Industrial, tan trascendente como el mismo surgimiento del humanismo pedagógico o la expansión educativa en el Renacimiento.
Nuestro presente se caracteriza por el uso de las tecnologías de la información y comunicación en los planos de la actividad educadora, con las ventajas y desventajas que trae consigo, en el actual entorno social, complicado aún más por la pandemia.
La realidad educativa cambió radicalmente. El uso de las herramientas virtuales dejó de ser opcional para convertirse en un asunto prioritario. La carencia de estos instrumentos ha marcado la aparición de nuevas brechas sociales en el mundo.
A partir de la cuarentena, las instituciones de educación superior asumieron la telepresencia y la alternancia como opciones. A escala mundial, la educación virtual era una modalidad creciente, con gran acogida por sus alternativas para la enseñanza, pero la presencial sigue vigente por la necesidad de mantener la interacción. La alternancia dio espacio a la convergencia entre la virtualidad y la indispensable cercanía entre las personas, con los menores riesgos posibles y aprovechando las bondades de los avances tecnológicos para un proceso exitoso.
Para la ministra de Educación, María Victoria Angulo, con este modelo de alternancia se resignifica el espacio educativo, “ya que integra el trabajo académico en casa con encuentros presenciales intencionados pedagógicamente y acompañamiento a los aprendizajes que incorpora principios de autocuidado y bioseguridad para la comunidad educativa”.
Destaco algunas recomendaciones de la Unesco a las IES en su documento “COVID-19 y educación superior: de los efectos inmediatos al día después”, como centrar esfuerzos en asegurar la continuidad formativa y garantizar la equidad, al igual que diseñar medidas pedagógicas para evaluar formativamente y generar mecanismos de apoyo al aprendizaje de los estudiantes en desventaja y escalar la digitalización, así como promover la reflexión sobre la renovación del modelo.
En este 2021 los profesores deberán continuar adaptándose a la infraestructura tecnológica y los formatos educativos virtuales. Los estudiantes necesitan crecer en autodisciplina, disposición y responsabilidad. Indefectiblemente, la pertinencia, el uso de las TIC, la alta calidad, la relación dialógica y la formación humanística serán imprescindibles para que los educandos desarrollen sus potencialidades.
*Rector Universidad Simón Bolívar.
La evolución de la educación no es solo producto de los desarrollos teóricos y la acción de los pedagogos y educadores, sino que históricamente ha estado integrada y condicionada a múltiples factores sociales, culturales y ambientales. Vivimos unos tiempos singulares que, sin duda, están promoviendo una revolución educativa conectada con la Cuarta Revolución Industrial, tan trascendente como el mismo surgimiento del humanismo pedagógico o la expansión educativa en el Renacimiento.
Nuestro presente se caracteriza por el uso de las tecnologías de la información y comunicación en los planos de la actividad educadora, con las ventajas y desventajas que trae consigo, en el actual entorno social, complicado aún más por la pandemia.
La realidad educativa cambió radicalmente. El uso de las herramientas virtuales dejó de ser opcional para convertirse en un asunto prioritario. La carencia de estos instrumentos ha marcado la aparición de nuevas brechas sociales en el mundo.
A partir de la cuarentena, las instituciones de educación superior asumieron la telepresencia y la alternancia como opciones. A escala mundial, la educación virtual era una modalidad creciente, con gran acogida por sus alternativas para la enseñanza, pero la presencial sigue vigente por la necesidad de mantener la interacción. La alternancia dio espacio a la convergencia entre la virtualidad y la indispensable cercanía entre las personas, con los menores riesgos posibles y aprovechando las bondades de los avances tecnológicos para un proceso exitoso.
Para la ministra de Educación, María Victoria Angulo, con este modelo de alternancia se resignifica el espacio educativo, “ya que integra el trabajo académico en casa con encuentros presenciales intencionados pedagógicamente y acompañamiento a los aprendizajes que incorpora principios de autocuidado y bioseguridad para la comunidad educativa”.
Destaco algunas recomendaciones de la Unesco a las IES en su documento “COVID-19 y educación superior: de los efectos inmediatos al día después”, como centrar esfuerzos en asegurar la continuidad formativa y garantizar la equidad, al igual que diseñar medidas pedagógicas para evaluar formativamente y generar mecanismos de apoyo al aprendizaje de los estudiantes en desventaja y escalar la digitalización, así como promover la reflexión sobre la renovación del modelo.
En este 2021 los profesores deberán continuar adaptándose a la infraestructura tecnológica y los formatos educativos virtuales. Los estudiantes necesitan crecer en autodisciplina, disposición y responsabilidad. Indefectiblemente, la pertinencia, el uso de las TIC, la alta calidad, la relación dialógica y la formación humanística serán imprescindibles para que los educandos desarrollen sus potencialidades.
*Rector Universidad Simón Bolívar.