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Cuando las personas que han pasado largo tiempo en prisión salen de ella con pocos recursos y una red social diezmada, en muchos casos terminan en alojamientos de transición, refugios o en la calle, lo que llevó a la organización sin ánimo de lucro Impact Justice a desarrollar un pionero modelo de reinserción habitacional.
Richard, quien pidió a Efe ser identificado solo por su nombre de pila, fue el segundo expresidiario en participar en este programa, bautizado como "Homecoming Project", en el que la ONG paga a propietarios de pisos 25 dólares al día durante seis meses para que alquilen sus habitaciones sin usar a personas recién salidas de la cárcel.
"Me entrevisté con tres propietarios y finalmente me mudé a casa de una mujer que tenía una habitación extra. La propietaria me dijo: 'Esta es tu nueva casa. Aquí están las llaves. Entra y sal cuando quieras", explicó Richard a Efe.
"Entré en la cárcel con 16 años por asesinato. Nunca antes había tenido mi propia casa. Limpio el baño, hago todo tipo de tareas del hogar y la propietaria me dice que soy el mejor compañero de piso que jamás ha tenido", aseguró.
El programa va dirigido a personas que hayan cumplido condenas de por lo menos 10 años por delitos violentos (que son quienes lo tienen más difícil a la hora de encontrar casa) y los participantes pasan por un estricto proceso de revisión, que incluye múltiples entrevistas, visitas al hogar e informes penitenciarios.
"Airbnb nos ha mostrado que hay muchos propietarios de casas con habitaciones adicionales que las alquilarán a otras personas si a cambio reciben un pago. Así que decidimos crear un Airbnb para las personas que salen de la cárcel", detalló a Efe el presidente de Impact Justice, Alex Busansky.
El programa tiene actualmente 8 participantes en el área de la bahía de San Francisco, fundamentalmente en la ciudad de Oakland (California) y planea incrementarlos hasta los 25 a finales de este año, además de empezar a operar también en Texas.
"Si cuando sales de la cárcel tienes dinero, puedes alquilar cualquier habitación de Airbnb en el mundo y nadie te hará ninguna pregunta", indicó Busansky, quien apuntó que el programa ha sido muy bien recibido y que están recibiendo multitud de cartas desde las cárceles de personas que quieren participar en él.
Los 25 dólares diarios que reciben los propietarios provienen de donaciones a Impact Justice y suman entre 750 y 775 dólares al mes, sustancialmente por debajo del precio al que las habitaciones podrían ser alquiladas en un mercado de la vivienda tan demandado como el del área de San Francisco.
"No buscamos potenciales participantes mediante una campaña de mercadeo o de ventas. Nuestra búsqueda es individual y personalizada, queremos que la gente conozca las experiencias de quienes ya están en el programa", destacó la coordinadora del proyecto, Terah Lawyer.
"Por supuesto, esto implica que se trate de esfuerzos a pequeña escala -indicó-, pero resulta clave para establecer la confianza entre las dos partes y superar miedos preconcebidos que el propietario pueda tener".
"Homecoming Project" no estaba todavía operativo cuando Richard salió de prisión en junio del año pasado, por lo que su primer destino fue un alojamiento de transición en el que vivía con otras 31 personas, dormía en literas y tenía que regresar cada día a las 9.30 horas de la noche.
"Era libre, pero la sensación no era la de tener libertad", subrayó a Efe el exrecluso, quien desde que participa en el programa ha podido rehacer su vida y trabaja de responsable financiero en una organización dedicada a la prevención y tratamiento de episodios de violencia.
"Creo que existe una imagen errónea sobre la gente que sale de la cárcel tras haber pasado largos años encerrada. Cuando salen, la mayoría quieren hacer el bien, conseguir un empleo y trabajar duro", concluyó.