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Cuando hablamos de Bonsái debemos entender que se trata de un universo que va más allá de los conocimientos sobre botánica básica y que tiene que ver, en muy buena medida, con nuestra parte espiritual y con el despertar de emociones y sensaciones que tenemos dormidas.
En la tradición milenaria japonesa, los bonsái están relacionados con contemplación de la naturaleza: son seres que vienen a enseñarnos cosas. En ellos existe tanta perfección que solo basta con observar cada una de sus etapas para entender cómo funcionamos, un proceso que se realiza en calma, en silencio, con el poder de la contemplación.
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Cuando comenzamos a trabajar un árbol, nos enfrentamos a todo tipo de desafíos. Sentimos, a flor de piel, todas las emociones: experimentamos amor, frustración, expectativa. Pero si tomamos el camino adecuado, y finalmente sabemos conectarnos con nuestro árbol, percibirlo y conocerlo, sentiremos una sensación de satisfacción que sobrepasa cualquier expectativa.
Entenderemos que no solo logramos trabajar un árbol con un resultado hermoso, sino también que logramos moldearnos a través de ellos. Construimos un carácter distinto y fuimos capaces de administrar esas emociones por las que tuvimos que pasar para lograr un resultado satisfactorio, tanto para nuestro Bonsái, como para nosotros.
Cada trabajo con un árbol es un escalón más hacia la plenitud, estamos aprendiendo constantemente algo nuevo, en todos los aspectos. Cosas que nos hacen crecer como artistas y como seres humanos. Si sientes empatía por un árbol, indiscutiblemente lograrás sentirla por las personas que te rodean, si logras tener paciencia para esperar un brote nuevo, un árbol nuevo, la recuperación de un trabajo, tendrás la paciencia para enfrentar cada desafío que este camino llamado vida, te rete a sobrellevar.
Cada paso que damos en el proceso del cuidado de un bonsái hace que seamos más atentos a cada detalle. Cuando podamos una rama que no va acorde con nuestro diseño establecido y que consideramos se sale del camino que queremos trazar para nuestro árbol, indirectamente estamos también aprendiendo a remover de nuestras vidas todas aquellas cosas que no nos sirven para avanzar, lo que nos estanca y en lo que estamos botando energía innecesariamente.
Cuando alambramos para guiar cada rama, entonces aprendemos que siempre podemos tomar un nuevo camino y crecer de manera diferente a como lo veníamos haciendo, pensando siempre en mejorar cada área en la que debemos evolucionar para crecer. Cuando escogemos la maceta que haga conjunto perfecto con el árbol, estamos aprendiendo, también, a escoger muy bien el lugar donde debemos estar, ese en el que podamos llenarnos de fuerza para avanzar, para vivir en plenitud, ayudándonos a aliviar también, ansiedad y depresión.
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Claramente todos estos beneficios que nos regala este arte milenario se van adquiriendo con el tiempo, los años de experiencia nos darán siempre una nueva respuesta. Es por esto que Bonsái es una disciplina para toda la vida, porque no solo se trata de árboles en macetas, se trata de una evolución conjunta: nosotros y ellos a través del tiempo.
Cuidar de un Bonsái, no solo es beneficioso para nosotros, también para la vida, se vuelve importante con el fin de sembrar en las nuevas generaciones la semilla del amor por la naturaleza, el cuidado consiente de lo que nos brinda. Al llevar este arte a cada rincón del país, podemos crear conciencia acerca de lo que necesitamos como sociedad, sobre lo que pasa a nuestro alrededor.
* Creadores de Deus Bonsái (empresa y escuela que promueve el arte alrededor de estos árboles)