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Brodie Ferguson: "Si no hacía algo, el bosque iba a desaparecer"

Un antropólogo norteamericano brinda a los habitantes del Chocó la posibilidad de cuidar el medio ambiente y recibir a cambio incentivos económicos de la comunidad internacional.

Gabriela Supelano
22 de diciembre de 2010 - 08:58 p. m.
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Brodie Ferguson, antropólogo de la Universidad de Stanford en EE.UU., trabaja en Colombia desde hace siete años. Durante ese tiempo creó la empresa Anthrotect, Ltd., con el fin de ayudar a las comunidades del norte del Chocó a crecer económicamente cuidando su entorno y aportando también a la mitigación del cambio climático.

¿Por qué llegó a Colombia y cómo empezó el proyecto?

Estudiaba en Stanford, California, en 2005 cuando empecé a trabajar en Colombia. Me interesaba investigar la relación entre el desplazamiento, la tenencia de tierra y el uso de los recursos naturales. También todo lo relacionado con la Ley 70. Después de mucho trabajo de campo confirmé que los desplazamientos en el Pacífico estaban cambiando la forma en que se talaba y araba la tierra. Había una seria preocupación por la tala excesiva, pero las comunidades no tenían otras alternativas económicas. A raíz de eso comenzamos a pensar en un proyecto de servicios ambientales o bonos de carbono en los que las comunidades podían cuidar el medio ambiente y a cambio recibir pagos de empresas que necesitaran bonos de carbono.

¿Cómo evolucionó la idea?

Trabajaba en el Darién y hablé con las personas de la zona sobre lo que podíamos hacer. Muchos decían que este proyecto no se podía realizar en Colombia, ya que las tasas de deforestación no son tan altas. Sabía que si no se hacía algo para proteger el bosque, en 40 o 50 años no iba a estar ahí.

¿Cuál fue la reacción de las comunidades ante la propuesta?

Las comunidades se emocionaron mucho por tres motivos: el Gobierno no está presente, no hay muchas oportunidades de reclamar derechos y el acceso a mercados es muy difícil. Están acostumbrados a tener una empresa maderera que les ofrece el 2 o 3% de las ganancias y un empleo temporal; nosotros les damos el 50% de los ingresos y co-creamos el proyecto con ellos. Además, les damos capacitación sobre cómo cuidar su entorno.

¿Cómo es el proceso de trabajo?

Primero hablamos con los líderes y buscamos información preliminar. Entramos en un proceso de socialización y planeación estratégico y entrenamos un equipo de 4 o 5 personas para capacitar a los demás en servicios ambientales básicos. La primera comunidad con la que trabajamos tiene mil familias y estimamos que podría reducir 50 mil toneladas de CO2 a través de diferentes actividades, como REDD (Programa de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de Bosques) y el mejoramiento de las formas de tala. Esto demuestra que realmente podríamos aportar a mitigar el cambio climático.

¿Entonces REDD es importante para ustedes?

No solamente se puede utilizar REDD, también debemos pensar en otras actividades del uso y manejo del suelo, introducir nuevas prácticas y reducir el impacto de otras. Escoger una zona, hacer una reserva para REDD y comprometerse a no talar durante 50 años no funciona en el Chocó, porque la gente necesita subsistir.

Naciones Unidas se comprometió a convertir REDD en un programa bandera de lucha contra el cambio climático, ¿cuándo estará en plena operación?

Los procesos de las Naciones Unidas son muy lentos. Lo único que decidieron en Cancún es que en algún momento van a incluir el tema de bosques en el protocolo de Kioto o en lo que venga después. No debemos enfocarnos en las Naciones Unidas. Nosotros estamos buscando posibilidades en California, donde se aprobó una ley en la que hay un tope en las emisiones de CO2 de las empresas. Ya hemos hablado con ellos sobre la posibilidad de que acepten bonos de nuestro proyecto para 2012.

Habló de la Ley 70, ¿cómo ha ayudado ésta al proyecto?

El proceso de titulación de tierras para comunidades afro es algo muy extraño en el mundo. Aunque algunos creen que no es seguro que los derechos de carbono pertenezcan a estos grupos, nosotros estamos casi 100% seguros que sí, por lo tanto, las comunidades no podrían quedar excluidas de los proyectos de compra de bonos de carbón. Creo que este modelo de negocios puede llegar a ser una gran solución sostenible para cuidar los bosques del Darién y la forma de vida de sus habitantes.

Por Gabriela Supelano

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