Colombia estrena Ley de Ciencia
Con la expedición de la norma 1286 el país se prepara para fortalecer la actividad científica. Algunos artículos han generado malestar en instituciones como el Sena, Maloka y la U. Nacional.
Lisbeth Fog*
Pasaron 19 años entre la primera ley que tuvo el país sobre ciencia y tecnología y la que fue presentada el martes por el presidente Álvaro Uribe, la 1286. En líneas generales, son tres los avances que la comunidad científica reconoce en la nueva norma: se le da más jerarquía a la ciencia, se crea un fondo que, si bien no asegura recursos, permite más agilidad en los procesos y se incluye el tema de la innovación.
“La ley es un enorme paso en el proceso de hacer de la ciencia un instrumento de desarrollo”, dijo Juan Francisco Miranda, director de Colciencias, quien tendrá hasta el 31 de diciembre de este año para transformar al Instituto en Departamento Administrativo, organismo que tendrá carácter ministerial pero sin funciones legislativas.
“Ahora su papel de gestor de las políticas nacionales en ciencia, tecnología e innovación será más fuerte. Con la nueva ley será miembro, con derecho a voz y voto, del Consejo Nacional de Política Económica y Social (Conpes) y será citado por el Presidente cuando en el Consejo de Ministros se traten temas relacionados con sus funciones”, aseguró Eduardo Posada Flórez, presidente de la Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia.
Sin embargo, hay quienes aún piensan que hubiese sido mejor crear el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, como se planteó en un principio desde Colciencias y el Foro Político Maloka. “Aunque es un gran logro —reflexiona Nohora Elizabeth Hoyos, directora de Maloka—, creemos que no llena las expectativas ni tiene el espíritu para dar el gran vuelco que debe dar el país”.
El gran vacío de la ley, que es en lo que la comunidad científica había cifrado todas sus esperanzas, es que no asegura un presupuesto definido y creciente. Como lo dijo el director del Sena, Darío Montoya, lo que creó la ley fue un fondo sin fondos. Para Posada lo que se logró fue un avance, porque como los recursos del Fondo Nacional de Financiamiento para la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, Fondo Francisco José de Caldas, se manejarán por derecho privado, “habrá una mayor autonomía, por ejemplo en el tema de las vigencias, lo que le dará agilidad en la administración de los recursos para la investigación”.
Este optimismo también lo comparte Juan Francisco Miranda, quien ha sido testigo del crecimiento del presupuesto en los últimos años. La gran pregunta es cuándo llegará Colombia a la meta que se impuso hace más de tres lustros: invertir el 1% del PIB en actividades de investigación y desarrollo tecnológico. Aún no pasamos del 0,5% y en menos de dos años pensar en lograrlo es un reto demasiado ambicioso.
El énfasis de la ley en la innovación y generación de conocimiento nuevo para fortalecer la competitividad del país también es cuestionable. Moisés Wasserman, rector de la Universidad Nacional, advierte que “un sistema de competitividad sin uno que genere conocimiento y forme investigadores del más alto nivel, se verá como la punta de un iceberg en medio del océano sin la masa sumergida que la soporta. Esa política durará en derretirse lo mismo que ese pedazo de hielo”.
Asimismo el director del Sena piensa que la nueva ley “no reconoce la importancia del recuso humano de todos los niveles en la iniciativa innovadora, no estimula un país de más técnicos y tecnólogos, ni reconoce a los empresarios y emprendedores como el camino correcto en el futuro”.
Jaime Rodríguez, presidente de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, contradice esta postura y aplaude el hecho de que la ley “fortalezca el sistema nacional de ciencia, lo que nos permite alcanzar un modelo productivo sustentado, dar valor a nuestros productos, desarrollar una cultura científica y lograr mayor bienestar social”.
Lo cierto es que con la firma de la Ley 1286 comienza otra etapa que, según Colciencias, avanza con el apoyo de organismos como el BID, la AID y el Banco Mundial. “Esperamos con optimismo apoyar a Colciencias en la redacción de los decretos reglamentarios”, concluyó Hoyos luego de enfatizar que Maloka va a seguir firme en su tarea de fortalecer la ciencia colombiana.
* Periodista científica
“Me convencieron”: Uribe
La ley 1286 fue sancionada el martes por el presidente Álvaro Uribe Vélez, quien declaró haber tenido sus reservas ante este proyecto por tener temor de que todo problema en Colombia se quiera resolver con la creación de un ministerio. Sin embargo, la iniciativa fue tan clara y contundente que el jefe de Estado se declaró convencido y apegado a la ley.
Pasaron 19 años entre la primera ley que tuvo el país sobre ciencia y tecnología y la que fue presentada el martes por el presidente Álvaro Uribe, la 1286. En líneas generales, son tres los avances que la comunidad científica reconoce en la nueva norma: se le da más jerarquía a la ciencia, se crea un fondo que, si bien no asegura recursos, permite más agilidad en los procesos y se incluye el tema de la innovación.
“La ley es un enorme paso en el proceso de hacer de la ciencia un instrumento de desarrollo”, dijo Juan Francisco Miranda, director de Colciencias, quien tendrá hasta el 31 de diciembre de este año para transformar al Instituto en Departamento Administrativo, organismo que tendrá carácter ministerial pero sin funciones legislativas.
“Ahora su papel de gestor de las políticas nacionales en ciencia, tecnología e innovación será más fuerte. Con la nueva ley será miembro, con derecho a voz y voto, del Consejo Nacional de Política Económica y Social (Conpes) y será citado por el Presidente cuando en el Consejo de Ministros se traten temas relacionados con sus funciones”, aseguró Eduardo Posada Flórez, presidente de la Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia.
Sin embargo, hay quienes aún piensan que hubiese sido mejor crear el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, como se planteó en un principio desde Colciencias y el Foro Político Maloka. “Aunque es un gran logro —reflexiona Nohora Elizabeth Hoyos, directora de Maloka—, creemos que no llena las expectativas ni tiene el espíritu para dar el gran vuelco que debe dar el país”.
El gran vacío de la ley, que es en lo que la comunidad científica había cifrado todas sus esperanzas, es que no asegura un presupuesto definido y creciente. Como lo dijo el director del Sena, Darío Montoya, lo que creó la ley fue un fondo sin fondos. Para Posada lo que se logró fue un avance, porque como los recursos del Fondo Nacional de Financiamiento para la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, Fondo Francisco José de Caldas, se manejarán por derecho privado, “habrá una mayor autonomía, por ejemplo en el tema de las vigencias, lo que le dará agilidad en la administración de los recursos para la investigación”.
Este optimismo también lo comparte Juan Francisco Miranda, quien ha sido testigo del crecimiento del presupuesto en los últimos años. La gran pregunta es cuándo llegará Colombia a la meta que se impuso hace más de tres lustros: invertir el 1% del PIB en actividades de investigación y desarrollo tecnológico. Aún no pasamos del 0,5% y en menos de dos años pensar en lograrlo es un reto demasiado ambicioso.
El énfasis de la ley en la innovación y generación de conocimiento nuevo para fortalecer la competitividad del país también es cuestionable. Moisés Wasserman, rector de la Universidad Nacional, advierte que “un sistema de competitividad sin uno que genere conocimiento y forme investigadores del más alto nivel, se verá como la punta de un iceberg en medio del océano sin la masa sumergida que la soporta. Esa política durará en derretirse lo mismo que ese pedazo de hielo”.
Asimismo el director del Sena piensa que la nueva ley “no reconoce la importancia del recuso humano de todos los niveles en la iniciativa innovadora, no estimula un país de más técnicos y tecnólogos, ni reconoce a los empresarios y emprendedores como el camino correcto en el futuro”.
Jaime Rodríguez, presidente de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, contradice esta postura y aplaude el hecho de que la ley “fortalezca el sistema nacional de ciencia, lo que nos permite alcanzar un modelo productivo sustentado, dar valor a nuestros productos, desarrollar una cultura científica y lograr mayor bienestar social”.
Lo cierto es que con la firma de la Ley 1286 comienza otra etapa que, según Colciencias, avanza con el apoyo de organismos como el BID, la AID y el Banco Mundial. “Esperamos con optimismo apoyar a Colciencias en la redacción de los decretos reglamentarios”, concluyó Hoyos luego de enfatizar que Maloka va a seguir firme en su tarea de fortalecer la ciencia colombiana.
* Periodista científica
“Me convencieron”: Uribe
La ley 1286 fue sancionada el martes por el presidente Álvaro Uribe Vélez, quien declaró haber tenido sus reservas ante este proyecto por tener temor de que todo problema en Colombia se quiera resolver con la creación de un ministerio. Sin embargo, la iniciativa fue tan clara y contundente que el jefe de Estado se declaró convencido y apegado a la ley.