Para algunos puede parecen casi contraintuitivo, pero podar una planta es una de las principales medidas para asegurar su salud y bienestar, especialmente en el largo plazo.
Otros podrán llegar a un pensamiento común: esta es una labor para entendidos o expertos en jardinería, entonces mejor no hacerlo.
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Pero este argumento es parcialmente cierto, cuando mucho. Podar una planta sí requiere ciertos cuidados (que ya entraremos a discutir), pero en la mayoría de los casos no es una labor que requiera amplios conocimientos o pericia en manejo de herramientas. No es cirugía de corazón abierto, aunque sí es necesario tener ciertos cuidados y contar con algo de información.
La poda de una planta está orientada hacia múltiples sentidos. Por ejemplo, puede ser para mejorar el aspecto de su especie (algo muy común en bonsáis). Pero también puede ir orientada a que los frutos (en caso de árboles frutales) se den de mejor manera y con mayor consistencia.
¿Cómo podar las plantas?
Lo siguiente puede sonar un poco obvio, pero no por eso es menos importante. En el mundo de las plantas, como en otras cosas en la vida, una talla no les sirve a todos. En otras palabras: las necesidades de poda, y los métodos, varían entre especies.
De hecho, hay plantas que no necesitan ser podadas o que, incluso, les sienta mal que se haga esta actividad. La lista no es muy extensa e incluye especies como los pinos.
Pero, por lo general, podar una planta suele redundar en beneficios para ésta.
Entonces, lo primero es documentarse acerca de las necesidades y los tiempos de poda de cada planta. Las épocas son especialmente importantes si usted vive en un lugar con estaciones. Y en este aspecto lo principal es evitar hacer este proceso en invierno, pues es un tiempo en el que las plantas se encuentran con un metabolismo más lento, por lo que podarlas puede causar daños permanentes en ellas.
Por lo general, en lugares que no tienen estaciones, tampoco es aconsejable realizar las podas en estaciones de lluvia o en las noches un poco por las mismas razones: la poda es, de cierta forma, una herida controlada y el exceso de humedad en el ambiente o las bajas temperaturas pueden dañar (en mayor o menor medida) la recuperación de cada especie.
La otra gran pregunta a la hora de podar una planta es la razón por la que se hace: es estética (dar forma de un árbol, por ejemplo), es para retirar hojas y ramas muertas, es para potenciar sus flores o frutos...
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La razón detrás de la poda guiará la intervención que sea necesaria para la planta, pues se hablará de retirar ramas y hojas en mal estado o cortar ciertas ramas para permitir el crecimiento de frutos, entre otras acciones.
Es preferible tener herramientas especializadas, como tijeras de jardinería. Y, a la vez, tener el tamaño adecuado. Suena obvio, pero unas tijeras muy grandes pueden dañar un bonsái o el tallo de una rosa. Y, a la vez, una herramienta muy pequeña puede no ser suficiente para un guayacán joven y causarle heridas en vez de cortes precisos en ramas y hojas.
Otro de los consejos comunes a la hora de podar es mantener una cierta constancia (de nuevo, respetando las necesidades de cada especie). Esto, al igual que un hábito saludable en un humano, permite contar con los beneficios de la poda a largo plazo. Incluso hay quienes recomiendan que esta labor debe comenzar cuando las plantas están jóvenes.
Por otra parte, el corte ideal para casi todo tipo de plantas es el llamado bisel, que consiste en cortar en diagonal. ¿Por qué? Esto favorece la recuperación de la rama o tallo en donde se haga la incisión, pero también ayuda a que el exceso de agua y polvo no se acumule en la parte de la planta que queda expuesta. Esto ayuda a minimizar la posibilidad de que su especie se enferme por exceso de humedad o aparición de hongos.
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