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“La virtualidad llegó para quedarse”, es una de las frases que por estos días se escuchan con frecuencia en entornos laborales y educativos, pues la pandemia generada por el coronavirus obligó a acelerar procesos de digitalización, que en estos últimos meses han sido de aprendizajes y retos.
Nadie quedó excluido; en cambio, todos, desde los conocimientos y herramientas que tenían a su alcance, se adaptaron para seguir con sus actividades. La educación, tal vez, fue uno de los que de la noche a la mañana tuvo que reaccionar para que los estudiantes no detuvieran el proceso de aprendizaje y así sumarse a la educación asistida a través de la tecnología.
“Una situación que, claro, a todos nos tomó por sorpresa, pero también fue una oportunidad para poner en práctica el trabajo que veníamos adelantando en el tema”, señaló Luis Fernando Sierra, director de programas virtuales de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de La Salle, quien estuvo, junto a otros docentes, en el Facebook Live de El Espectador: “Conoce cómo aprender de forma virtual: romper esquemas y transformar el futuro con educación de alta calidad”.
En estos ocho meses, la educación virtual ha sido la protagonista y entre los retos que aún presenta es clave hablar de su valor y ventajas, como que los estudiantes se pueden conectar desde cualquier parte del mundo, eligen sus horarios para estudiar y hacen parte de una comunidad más amplia que en las aulas tradicionales.
Pero a pesar de sus ventajas, por años, también la han rodeado imaginarios de que es una educación más fácil, que no requiere tanto tiempo, que es un aprendizaje autónomo y que no es de buena calidad. Mitos que con la pandemia se han podido derribar, ya que docentes y estudiantes, muchos por primera vez, utilizaron estas herramientas y han encontrado un medio innovador que potencia la educación y más una de calidad.
Y es que con los modelos y herramientas que se utilizan en la educación virtual, los docentes pueden hacer un seguimiento personal a cada estudiante, ver sus avances, los temas que se les dificultan y sus necesidades específicas. Esta última es una de las prioridades de la Universidad de La Salle, que está abriendo siete nuevos programas académicos en esta modalidad, y que los distingue por su fraternidad, que rompe ese imaginario de que estudiar de manera virtual es hacerlo en solitario.
“Para nosotros, la fraternidad se puede llevar a los entornos digitales y es mostrarles a los estudiantes que la educación virtual lo que permite es otras formas de enseñanza y aprendizaje. Y que es un entorno en el que se puede interactuar con más personas, tener otras posibilidades y trabajar por la construcción de un mejor futuro”, destaca Sergio Gómez, director E-Learning de la Universidad de La Salle.
Una realidad que, además, requiere que docentes y estudiantes asuman un rol que puede cambiar respecto a las situaciones. Por ejemplo: con frecuencia los estudiantes piden que quienes les enseñen manejen mejor la tecnología, entonces sucede que los estudiantes son más ágiles y muchos le han apostado para enseñarles a sus profesores y aprender en equipo. Y es que “en los escenarios virtuales todos aprendemos de todos y ese rol se va cambiando y lo interesante es saber que es una construcción en equipo”, dice Jairo Galindo, director de programas virtuales de la Facultad de Ciencias de la Educación Universidad de La Salle.
Un trabajo en equipo que para la Universidad de La Salle va direccionado a un propósito claro: construir conocimiento y así impactar en la calidad de vida de las personas y sus comunidades. Un trabajo para transformar realidades aprovechando lo que ofrece la tecnología, que hasta el momento también ha influido en la democratización de la educación.
Antes de la pandemia, llegar a los rincones de Colombia de forma presencial era una tarea compleja, pero a través de la virtualidad más estudiantes están accediendo a programas de educación superior avalados por el Ministerio de Educación, que tiene las directrices claras y, aunque parezca un tema nuevo, la educación virtual ya estaba en la agenda y prioridades de las universidades.
“La pandemia logró que pusiéramos en práctica el modelo que veníamos desarrollando”, asegura Sergio Gómez, quien, desde la dirección de E-Learning y un trabajo en equipo con varias áreas de la Universidad, ha investigado y analizado las necesidades de los estudiantes y los profesores, para crear programas y metodologías innovadoras que hagan de la educación virtual una experiencia de calidad.
Para ello, capacitaron a los profesores en el manejo de herramientas digitales y un exhaustivo proceso para diseñar los módulos de cada programa. Además, como lo dejó en evidencia la pandemia, las brechas sociales y la falta de acceso a internet fueron una realidad que la Universidad de La Salle tenía identificada y por eso llevaron chips con datos a esas personas en diferentes regiones de Colombia para seguir con su proceso educativo y apostarle, a través de la educación mediada por la tecnología, a la construcción de mejores sociedades.
La hoja de ruta está trazada. La experiencia y trayectoria de la Universidad de La Salle son fundamentales en la formación de profesionales que requiere la nueva normalidad.