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Orquídeas diminutas que sólo pueden verse a través de un microscopio, flores con pétalos que miden más de dos metros de largo, plantas que huelen a miel, a limón o a sándalo y que provienen de países como Singapur, Malasia, Tailandia y Filipinas integran la gigantesca colección en la que por más de 20 años ha trabajado Omar Chaparro. Un administrador de empresas agropecuarias que se enamoró de las orquídeas cuando era joven y que se propuso recolectarlas para protegerlas de las manos depredadoras de los hombres.
Desde hace casi un año, Chaparro decidió que había llegado el momento de dar a conocer su preciada colección. Durante días trabajó en trasplantar las más de 9.000 plantas de las materas que adornaban el interior de su casa y sus alrededores a un inmenso jardín para que pudieran estar en su hábitat natural. Al poco tiempo muchas de ellas empezaron a florecer, se habían adaptado a su nuevo ambiente. Para que este proceso fuera un éxito Chaparro recurrió a un par de truquitos que siempre le han dado resultado: “Me acerco a cada una de ellas y les hablo, las acaricio, las consiento todos los días. Son plantas muy agradecidas”.
Con la ayuda de su esposa y sus dos hijos abrió un sendero para que los visitantes puedan recorrer su finca y apreciar todas las especies de orquídeas que tiene. Algunas están en las copas de los árboles, otras han crecido en enormes piedras y hay unas pocas que lograron darse entre la vegetación propia del municipio de Santandercito, ubicado a 45 minutos de Bogotá, muy cerca de Mesitas del Colegio.
Todos los fines de semana cientos de turistas acuden a conocer este parque de orquídeas, que nació con la intención de promover el cuidado y el respeto hacia esta flor que en muchas regiones del país y del mundo está en peligro de extinción. Como parte del tour, Chaparro permite que los visitantes puedan apreciar los tres tomos de dibujos y anotaciones que hizo José Celestino Mutis sobre las orquídeas que encontró durante la Expedición Botánica.
Además, realiza un corto recorrido por uno de sus laboratorios, en donde mediante un proceso de fertilización se producen cruces de especies que dan como resultado flores de tamaños y colores con mezclas únicas: anaranjado con morado, violeta y blanco, rojo con amarillo y rosado, etc. En este particular lugar conserva, como uno de sus mayores tesoros, unas muestras de orquídeas absolutamente diminutas, que sólo pueden verse a través de un microscopio.
La mayoría de turistas que acuden a este parque de orquídeas son suizos. Sin embargo, Chaparro está haciendo un esfuerzo enorme para cautivar el interés de sus vecinos y de los habitantes de los municipios más cercanos, pues se ha dado cuenta de que la única forma de salvar a las especies de plantas que todavía quedan en los bosques de nuestro país es mediante un ejercicio educativo.
“Como la gente no sabe distinguir una orquídea de una flor común y corriente, las arrancan del pasto o de los árboles sin ningún remordimiento. Y por cuenta de los cambios bruscos del clima y de la sequía es más difícil que los insectos las polinicen y que florezcan”, explica Chaparro, quien en los últimos años ha ganado varios premios en la Feria de las Flores de Medellín. Ahora, sus esfuerzos están enfocados en organizar la segunda exposición de orquídeas en el parque. A esta muestra, que tendrá lugar entre el 10 y el 17 de marzo, asistirán coleccionistas de esta planta de todo el mundo. Y así como el año pasado Chaparro cautivó a cerca de 5.000 visitantes, entre ellos la primera dama de la República, Lina Moreno, con una exhibición similar, en esta oportunidad espera conquistar los corazones de los colombianos y animarlos a proteger a las orquídeas, símbolo de la riqueza natural de nuestro país.