El colombiano que lleva 23 años aislado y dedica 14 horas al día a orar

Se trata del padre Darío Escobar, un hombre de 88 años que habita en ermitas solitarias del Líbano, al oeste del continente asiático.

27 de julio de 2023 - 12:06 a. m.
El padre Darío Escobar tiene 88 años y lleva 23 siendo ermitaño.
El padre Darío Escobar tiene 88 años y lleva 23 siendo ermitaño.
Foto: Archivo Particular
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Entre la soledad y el silencio vive el padre Darío Escobar, quien desde hace 23 años tomó la decisión de vivir alejado de la sociedad y el mundo contemporáneo. Este hombre oriundo de Medellín, habita una ermita que está ubicada a unos pocos metros del convento de San Antonio, al norte del Líbano, en el Medio Oriente.

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Su historia hizo eco en los medios y en las redes sociales gracias a la travesía que emprendió Sergio Unanue, periodista español y creador de ´Los Viajes de Wallive´, un canal de YouTube dedicado a la creación de contenido de viajes por lugares paradisíacos o poco explorados de todo el mundo. Fue así, como Unanue, tuvo la oportunidad de entrevistar y conocer un poco más sobre la vida que lleva el padre, quien reside desde hace más de 30 años en el Líbano.

“Uno aquí nunca se siente solo, siempre ocupado y contento”, dice Escobar, quien cuenta que tomó la decisión de vivir como ermitaño luego de recibir un mensaje divino que le indicaba que debía dedicar su vida a la contemplación. Además, dice que esto sucedió cuando se estaba sintiendo agotado de tener tanto trabajo en Miami, donde realizaba terapias maritales.

“Un día estaba tan lleno de trabajo que me quejé y dije: ‘¡Dios no puedo más!’ y Dios me habló por medio de la voz interior”, y añade “El dinero nunca me hizo feliz, por el contrario, me aportó dolores de cabeza”.

Ante el llamado divino y su agotamiento, el clérigo tuvo un encuentro con un monje libanés, quien lo invitó a hacer parte de la orden de ermitaños que habita en Valle Santo (al norte del país), que fue declarado Patrimonio de la Humanidad.

Ya son 23 años los que cumple el padre Escobar siendo un ermitaño. 21 de ellos los vivió en el monasterio de Qozhaya y luego se trasladó a otra ermita solitaria. Escobar, de 88 años, admite que al inicio fue difícil, pues no tenía mayor conocimiento sobre el trabajo de la tierra, lo cual es vital para alguien con su estilo de vida, ya que solo se alimenta de lo que puede sembrar.

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“En la casa donde vivo hay cuatro cuartos, chimenea, todas las comodidades, yo digo que esto no es un eremitorio que sea para un ermitaño, pero bueno, yo tuve que venir aquí obligado porque ya a mis años la gente del pueblo me robaba mi turno de agua, entonces para no pelear con la gente, me vine para acá”, cuenta.

¿Cómo vive un ermitaño?

“El ermitaño es una persona entregada a la oración y al trabajo. Oración por todas las necesidades, por los enfermos. El Líbano es la tierra de los ermitaños”, dice el sacerdote, quien dedica 14 horas a la oración, tres al trabajo diario, dos a estudiar y cinco para dormir. Duerme desde las 7:00 p.m. hasta las 12 a.m. Además, solo consume carne una vez al día.

El padre dice que hay ciertas cosas que se necesitan para ser ermitaño, entre ellas está ser un hombre mayor de 40 años y tener buena salud; ser considerado un monje ejemplar y que debe haber estado durante 10 años en un monasterio después de hacer los votos solemnes. Y además de aislarse totalmente de la sociedad, hay que despojarse de algunas de las cosas que a la persona le pueden gustar.

“Aquí no hay noción del mundo, no hay teléfono, ni radio, ni televisión, las noticias que conozco son porque las personas me las cuentan, soy un enamorado del fútbol y todos los mundiales me los he perdido aquí, me entero de los resultados porque las personas me los cuentan”, explicó el clérigo.

No obstante, cuenta que algunas veces recibe visitas de algunos feligreses, quienes consideran que los ermitaños conocen el futuro, por lo que llegan a él para pedirle que haga milagros. Por ejemplo, dice que una vez llegó una mujer pidiéndole que le hiciera el milagro de que pudiera quedar embarazada, por lo que el sacerdote le dijo que le pidiera a San Chárbel, religioso libanés, que le concediera su hijo.

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Meses después, la creyente quedó embarazada, lo que acrecentó la fe en el padre Escobar. Sin embargo, dice que: “me sacan cuentos, historias raras, milagros que uno no ha hecho”.

También cuenta que hubo un episodio que fue catalogado como milagroso. “Cuando uno baja hay un abismo profundo hasta el valle. Me caí y me detuve antes de bajar al abismo milagrosamente. Yo sentí algo blando y ahí todo es piedra. El trabajador que venía conmigo dijo: ‘el diablo no quiere que usted sea ermitaño’. Esa fue una caída de la que milagrosamente no morí”, señaló el sacerdote.

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