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“Los periodistas nigerianos contaban que en su liga es bastante común recibir con pistolas al equipo visitante”. Así de sencillo explica Miguel Ángel Gómez Ruano, investigador de la Universidad Politécnica de Madrid, lo que implica la ventaja del factor campo en determinados lugares.
Más allá de los tópicos del jugador número 12 (el público) y del árbitro casero, lo cierto es que el beneficio de jugar al fútbol en el estadio propio es una verdad científica que se da en todas las ligas, a todos los niveles, en todos los campos. Pero cuando se estudia a fondo esta materia se descubre que el factor campo puede ser el mejor indicador de la excelencia y profesionalización de una competición.
E incluso de la calidad de vida de un país. Investigadores como Gómez Ruano, que ha realizado numerosos estudios sobre la ventaja del factor campo, son capaces de hacer una lectura más sofisticada y señalar qué países son más corruptos mirando el tamaño de ese coeficiente.
Porque para los expertos en el HA (por las iniciales de home advantage), la ventaja se expresa con un número: el porcentaje de la cantidad de puntos obtenidos en casa sobre el total de los obtenidos en la liga. Por tanto, esos países en los que las ligas son muy caseras tienen un HA muy alto, como en Argelia (72%), Bolivia (71%) y Macedonia (68%). Lógicamente, en Nigeria, donde reciben a los rivales blandiendo armas de fuego, el factor campo alcanza el abismal 87%.
En la Liga española, el HA es del 61%, un punto menos que el Calcio italiano y el mismo porcentaje que la Premier inglesa o las ligas francesa y holandesa. Pero esto no siempre ha sido así. El fútbol moderno cambió poco a poco, pero de forma sostenida, la importancia del factor campo al introducir la profesionalización de muchos aspectos que antes se tenían abandonados, como la psicología o el estudio de las tácticas del rival.
Junto a esto llegaron de la mano de la Fifa la regla de los tres cambios, los tres puntos por victoria y la revolución de un jugador belga llamado Jean-Marc Bosman. Y todo prácticamente en un par de años, entre 1994 y 1995, en los que se consolidó una tendencia a la baja en la importancia de jugar en casa. “Con Bosman hay menos sentimiento en el campo y con los tres cambios los jugadores cuentan con más información táctica y es más fácil cambiar una dinámica negativa en el partido”, explica Gómez Ruano.
Este especialista ha estudiado la influencia del factor campo en las ligas nacionales de 157 países distintos y su evolución en los principales torneos del planeta: por ejemplo, España era uno de los países más caseros de Europa en los años 70 del siglo pasado, con índices por encima del 75%, pero desde entonces esta ventaja no ha dejado de moderarse hasta mantenerse en las cifras actuales.
¿Qué ha cambiado en estos años? Los árbitros son más profesionales, están menos condicionados porque los afecta menos el entorno... Y es más difícil comprarlos. Los estudios de Gómez Ruano muestran cómo el índice de corrupción de un país es un indicador muy significativo de cómo será la ventaja de jugar en casa en su liga: a mayor corrupción, más difícil es ganar lejos de tu feudo. Es fácil imaginar todas las circunstancias en las que jugar sucio en tu propio estadio puede ponerle las cosas muy difíciles al visitante.
La Champions es más territorial
Las tácticas son más sofisticadas y los equipos ya no juegan al “ataque en casa y conservador fuera”, y todos los clubes tienen personal dedicado a estudiar al rival. Y cuentan con equipos de psicólogos que ayudan a afrontar los temores de los jugadores. Un factor que influye mucho es la pesadez de viajar: en estas décadas hemos pasado de ver equipos cruzando países en autobús a plantillas que vuelan con todas las comodidades.
Por eso, los largos desplazamientos siguen influyendo en competiciones como la Champions, pero muy poco en ligas nacionales. En este sentido, la familiaridad con el lugar es importante: pocos jugadores de Primera, por poner un caso, se sienten extraños en el vestuario del Vicente Calderón, en el que ya se habrán duchado varias veces en sus carreras. Sin embargo, todo será extraño en el estadio del Shajtar Donetsk o del Olimpiacos.
Por otro lado, hay situaciones que mantienen viva la llama del feudalismo futbolístico. Las hay que son puro instinto y que nacen en las entrañas de los futbolistas: varios estudios han demostrado que los niveles de testosterona de los deportistas son mucho más altos al jugar en campo propio.
El jugador número 12
¿Y el jugador número 12? “Existe; sabemos que cuanto más llena está la grada mejores resultados tiene el equipo de casa”. Es decir, influye más en el resultado tener 9.800 hinchas en una grada de 10.000 localidades que tener 60.000 aficionados en un Camp Nou lleno de asientos vacíos. Así que ya saben: si quieren que su equipo gane, llenen la grada porque influye sobre los dos equipos y el árbitro. Salvo si tienen una pista de atletismo de por medio, porque la ventaja de jugar en casa desaparece.
esmateria.com
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