La droga que se vende en Bogotá es bien 'paila'
¿Cómo está la calidad de las drogas en la capital colombiana?
Vice.com
Si eres de los que el viernes pasado salió de rumba y se metió un pasecito, es posible que hagas parte del 96% de bogotanos que terminaron oliendo perico rebajado, con un nivel de pureza menor al 75%. El asunto podría seguir pasando desapercibido para tus fosas nasales, si no es por un grupo de colombianos que desde 2009 se ha dado a la tarea de comprender y educar a los bogotanos sobre qué carajos se están metiendo a diario.
La organización se llama “Échele cabeza cuando se dé en la cabeza” y es una iniciativa de la Corporación ATS (Acción Técnica Social) que se dedica a difundir información, promover prácticas responsables de consumo y a colaborar con las políticas públicas planteadas por el Distrito para la reducción de consumo de sustancias psicoactivas (SPA), que desde el 2007 le dio un marco institucional a la reducción de riesgos y la mitigación de daños.
Échele cabeza se ha pasado los últimos meses sometiendo a pruebas químicas las drogas que, voluntariamente, entregan consumidores cuando están de farra en varios eventos nocturnos en la capital o en jornadas de análisis. Puede que los hayas visto en una de tus noches: sus miembros andan trasteando un Servicio de Análisis de Sustancias móvil (SAS) que, en plena fiesta, te dice cuán ranga puede llegar a ser esa línea de coca que estás por olerte o el LSD que, esperas, te hará tripiar un buen rato.
La realidad, aunque preliminar, es cruel: al parecer, la droga que te estás metiendo es bien ranga.
Según los resultados publicados por la organización, de 16 muestras de coca recogidas por los analistas, un 65% de ellas registró un nivel de pureza menor al 50%. Y de estas, ¡cuatro ni siquiera eran perico!
Algo similar y aún más peligroso encontraron al analizar siete papelitos que fueron vendidos como ácido lisérgico (LSD), sometidos al mismo procedimiento y recogidos en espacios distintos a los eventos nocturnos. Échele Cabeza descubrió que de estas siete muestras, ninguna tenía el ácido en estado puro. Y, mucho peor, seis de ellas contenían 25I-NBOMe, una feniletilamina psicodélica con la que está siendo adulterado el papelito bogotano.
Esto es grave, y ya lo había advertido la organización. Según ésta, hay una gran diferencia entre tripiarse con LSD y hacerlo con NBOMe. Aunque el usuario puede no darse cuenta de la diferencia de los efectos de cada una de estas sustancias cuando consume de forma moderada, si se le llega a ir la mano y termina teniendo una intoxicación aguda, los resultados son letalmente distintos. Y así lo explica el informe:
“(En el caso del) LSD se limita a efectos psíquicos relacionados a un estado alterado muy intenso o “malviaje”, mientras que para las feniletilaminas de la serie NBOMe se ha relacionado falla y daño renal agudo, acidosis metabólica, convulsiones y muerte. Los efectos psíquicos también son muy distintos. Para el LSD suele ser (bajo las condiciones de ánimo y ambiente empáticas) más introspectivo y calmado, mientras que para la serie NBOMe suelen ser experiencias más agitadas, con una mayor estimulación (estilo anfetamínico) y una mayor propensión al pánico”.
La única sustancia que parece pasar la prueba de pureza la mayoría de las veces es el MDMA, tanto pepas como cristales. En el primer caso, de 14 muestras (smiles azules, honguitos amarillos, fantasmas azules, entre otros personajes de videojuegos), once presentaron una pureza cercana al 100%; en el segundo, entre tanto, una de tres muestras estaba adulterada.
No se necesita tener maestría ni doctorado para saber que estos resultados no reflejan con rigurosidad el panorama absoluto de la calidad de las drogas en Bogotá. En especial si se tiene en cuenta que, la última vez que al Distrito se le ocurrió preguntar (Estudio de Consumo de Sustancias Psicoactivas en Bogotá D.C. 2009), el 10% de los bogotanos encuestados declararon haber consumido alguna sustancia ilícita. En otras palabras, las 137 muestras analizadas por Échele Cabeza están lejos de representar las miles de dosis que se han metido 800.000 bogotanos.
En todo caso, si estos datos fueran representativos, el panorama es bien oscuro, pues lo que la gente se estaría metiendo no es lo que cree y esto podría tener resultados fatales, como en el caso del LSD. Así que no está de más echarse la pasadita por la página de esta gente, informarse, llevar a testear sus drogas y, si no consume, tener buenos argumentos para no hacerlo.
Si eres de los que el viernes pasado salió de rumba y se metió un pasecito, es posible que hagas parte del 96% de bogotanos que terminaron oliendo perico rebajado, con un nivel de pureza menor al 75%. El asunto podría seguir pasando desapercibido para tus fosas nasales, si no es por un grupo de colombianos que desde 2009 se ha dado a la tarea de comprender y educar a los bogotanos sobre qué carajos se están metiendo a diario.
La organización se llama “Échele cabeza cuando se dé en la cabeza” y es una iniciativa de la Corporación ATS (Acción Técnica Social) que se dedica a difundir información, promover prácticas responsables de consumo y a colaborar con las políticas públicas planteadas por el Distrito para la reducción de consumo de sustancias psicoactivas (SPA), que desde el 2007 le dio un marco institucional a la reducción de riesgos y la mitigación de daños.
Échele cabeza se ha pasado los últimos meses sometiendo a pruebas químicas las drogas que, voluntariamente, entregan consumidores cuando están de farra en varios eventos nocturnos en la capital o en jornadas de análisis. Puede que los hayas visto en una de tus noches: sus miembros andan trasteando un Servicio de Análisis de Sustancias móvil (SAS) que, en plena fiesta, te dice cuán ranga puede llegar a ser esa línea de coca que estás por olerte o el LSD que, esperas, te hará tripiar un buen rato.
La realidad, aunque preliminar, es cruel: al parecer, la droga que te estás metiendo es bien ranga.
Según los resultados publicados por la organización, de 16 muestras de coca recogidas por los analistas, un 65% de ellas registró un nivel de pureza menor al 50%. Y de estas, ¡cuatro ni siquiera eran perico!
Algo similar y aún más peligroso encontraron al analizar siete papelitos que fueron vendidos como ácido lisérgico (LSD), sometidos al mismo procedimiento y recogidos en espacios distintos a los eventos nocturnos. Échele Cabeza descubrió que de estas siete muestras, ninguna tenía el ácido en estado puro. Y, mucho peor, seis de ellas contenían 25I-NBOMe, una feniletilamina psicodélica con la que está siendo adulterado el papelito bogotano.
Esto es grave, y ya lo había advertido la organización. Según ésta, hay una gran diferencia entre tripiarse con LSD y hacerlo con NBOMe. Aunque el usuario puede no darse cuenta de la diferencia de los efectos de cada una de estas sustancias cuando consume de forma moderada, si se le llega a ir la mano y termina teniendo una intoxicación aguda, los resultados son letalmente distintos. Y así lo explica el informe:
“(En el caso del) LSD se limita a efectos psíquicos relacionados a un estado alterado muy intenso o “malviaje”, mientras que para las feniletilaminas de la serie NBOMe se ha relacionado falla y daño renal agudo, acidosis metabólica, convulsiones y muerte. Los efectos psíquicos también son muy distintos. Para el LSD suele ser (bajo las condiciones de ánimo y ambiente empáticas) más introspectivo y calmado, mientras que para la serie NBOMe suelen ser experiencias más agitadas, con una mayor estimulación (estilo anfetamínico) y una mayor propensión al pánico”.
La única sustancia que parece pasar la prueba de pureza la mayoría de las veces es el MDMA, tanto pepas como cristales. En el primer caso, de 14 muestras (smiles azules, honguitos amarillos, fantasmas azules, entre otros personajes de videojuegos), once presentaron una pureza cercana al 100%; en el segundo, entre tanto, una de tres muestras estaba adulterada.
No se necesita tener maestría ni doctorado para saber que estos resultados no reflejan con rigurosidad el panorama absoluto de la calidad de las drogas en Bogotá. En especial si se tiene en cuenta que, la última vez que al Distrito se le ocurrió preguntar (Estudio de Consumo de Sustancias Psicoactivas en Bogotá D.C. 2009), el 10% de los bogotanos encuestados declararon haber consumido alguna sustancia ilícita. En otras palabras, las 137 muestras analizadas por Échele Cabeza están lejos de representar las miles de dosis que se han metido 800.000 bogotanos.
En todo caso, si estos datos fueran representativos, el panorama es bien oscuro, pues lo que la gente se estaría metiendo no es lo que cree y esto podría tener resultados fatales, como en el caso del LSD. Así que no está de más echarse la pasadita por la página de esta gente, informarse, llevar a testear sus drogas y, si no consume, tener buenos argumentos para no hacerlo.