La histeria del coronavirus: por Fernando Vallejo
El escritor antioqueño critica la cuarentena impuesta por las autoridades, dice que "no se puede paralizar un país" y propone otras salidas para enfrentar la pandemia.
Fernando Vallejo * / Exclusivo para El Espectador
Hoy 31 de marzo y en el momento en que escribo los casos del coronavirus en el mundo son 853.436, de los cuales 41.990 han muerto (el dato es de worldometers.info). En lo de los muertos no hay ninguna ambigüedad, esos muertos hace poco estaban vivos y ya no se paran. ¿Pero qué quieren decir con "casos" los que llevan la cuenta? ¿Quieren decir los enfermos (recuperados ya o en recuperación), más los muertos y los que han estado cercanos a unos y a otros y que llaman "contactos" como un tomacorriente?
La palabrita "caso" (en inglés case) está en el montón de periódicos de Estados Unidos y de Colombia y otros países de lengua española que reviso o cuyos titulares leo en internet. ¿En esos "casos" están incluidos también todos los que se han contagiado de coronavirus en el mundo? Yo digo que no. ¿O es que les han encontrado a millones y millones el genoma de RNA del virus o anticuerpos contra él porque los han examinado? Por supuesto que no. Hará diez días en Estados Unidos solo tenían veinte mil reactivos y anteayer no había la posibilidad de hacer ni una prueba en Colombia porque en el Instituto Nacional de Salud se les había dañado la máquina.
Y sin embargo el dato de cuántos infectados hay en los Estados Unidos o en Colombia o en el mundo era esencial para que los Jefes de Estados tomaran la gravísima determinación de declarar la cuarentena y paralizar sus países. ¿Es que el doctor Anthony Fauci, el director del Instituto de Alergia y Enfermedades Infecciosas de los Estados Unidos que se ha convertido en la estrella del día lo sabe? A ese, colega del descubridor del dizque virus del sida Robert Gallo, ya desenmascarado como un sinvergüenza, lo estoy siguiendo desde hace décadas. Aparecen como autores de infinidad de artículos que se publican en montones de revistas de ciencias biomédicas (que son miles), porque gracias a sus influencias juntan sus firmas a las de otros tan vivos como ellos y aparecen como coautores de los artículos para ganar méritos y apoyos y becas. Son los estafadores y engañatontos de la ciencia que se suman a los de la política, la religión, la banca, etcétera, etcétera. La humanidad estafadora y oportunista pues, con su deshonestidad esencial.
Propongo lo que sigue: Que salgan unos de esos que llaman "profesionales de la salud" con cien reactivos para detectar el virus y los prueben en cien personas que pasen por cualquier calle de Nueva York o de Milán a ver cuántos dan positivos. ¿Da 1 positivo? ¿O dan 10? ¿O 90? ¿O los 100? Yo sospecho que el resultado estará más cerca de los 100 que del 1. Pues bien, esos positivos son portadores sin síntomas del virus, o con síntomas leves, que han desarrollado inmunidad a él, tal vez porque su primer encuentro con él recibieron una leve carga viral, como la de una vacuna con virus vivos. Ellos quedaron vacunados por la naturaleza, si no es que por Dios mismo que no es tan malo como yo creía y se arrepintió de habernos mandado el coronavirus gracias a que el papa Francisco, que es tan bueno y tan efectivo, se lo pidió en una caminata por la piazza di San Petro en el Vaticano, desierta y bajo la niebla de un sombrío atardecer que él aprovechó para bendecir urbi et orbi a la multitud contagiadora pero ausente.
No se puede paralizar un país porque así lo aconsejan las estrellas del momento, los epidemiólogos, las alimañas más dañinas que le acaban de resultar a la humanidad, sin el dato esencial que les está faltando. Que el gobierno colombiano haga mañana las cien pruebas que digo en el Transmilenio de Bogotá. Si dan diez infectados, o sea diez portadores sanos, que levante la cuarentena pasado mañana porque en cuatro o cinco días alcanzaremos a Lombardía y a Nueva York. En tantos años de esfuerzo no habremos ganado la Copa Mundo, pero en esto del coronavirus nos vamos a poner al día como país de primera: con cien infectados por cada cien. Voy a volver a leer la Biblia, obra tan entretenida y de manga ancha e incestuosa para aprovechar este confinamiento forzoso. Me siento como Uribito el repatriado, encarcelado en su residencia particular, vencido y sin sueños de presidencia. Que escriba entonces sus Memorias de hijueputa, como yo.
* Escritor colombiano, ganador del Premio Rómulo Gallegos de Literatura, autor de 20 novelas y libros sobre ciencia como Las bolas de Cavendish.
* Estamos cubriendo de manera responsable esta pandemia, parte de eso es dejar sin restricción todos los contenidos sobre el tema que puedes consultar en el especial sobre Coronavirus.
Hoy 31 de marzo y en el momento en que escribo los casos del coronavirus en el mundo son 853.436, de los cuales 41.990 han muerto (el dato es de worldometers.info). En lo de los muertos no hay ninguna ambigüedad, esos muertos hace poco estaban vivos y ya no se paran. ¿Pero qué quieren decir con "casos" los que llevan la cuenta? ¿Quieren decir los enfermos (recuperados ya o en recuperación), más los muertos y los que han estado cercanos a unos y a otros y que llaman "contactos" como un tomacorriente?
La palabrita "caso" (en inglés case) está en el montón de periódicos de Estados Unidos y de Colombia y otros países de lengua española que reviso o cuyos titulares leo en internet. ¿En esos "casos" están incluidos también todos los que se han contagiado de coronavirus en el mundo? Yo digo que no. ¿O es que les han encontrado a millones y millones el genoma de RNA del virus o anticuerpos contra él porque los han examinado? Por supuesto que no. Hará diez días en Estados Unidos solo tenían veinte mil reactivos y anteayer no había la posibilidad de hacer ni una prueba en Colombia porque en el Instituto Nacional de Salud se les había dañado la máquina.
Y sin embargo el dato de cuántos infectados hay en los Estados Unidos o en Colombia o en el mundo era esencial para que los Jefes de Estados tomaran la gravísima determinación de declarar la cuarentena y paralizar sus países. ¿Es que el doctor Anthony Fauci, el director del Instituto de Alergia y Enfermedades Infecciosas de los Estados Unidos que se ha convertido en la estrella del día lo sabe? A ese, colega del descubridor del dizque virus del sida Robert Gallo, ya desenmascarado como un sinvergüenza, lo estoy siguiendo desde hace décadas. Aparecen como autores de infinidad de artículos que se publican en montones de revistas de ciencias biomédicas (que son miles), porque gracias a sus influencias juntan sus firmas a las de otros tan vivos como ellos y aparecen como coautores de los artículos para ganar méritos y apoyos y becas. Son los estafadores y engañatontos de la ciencia que se suman a los de la política, la religión, la banca, etcétera, etcétera. La humanidad estafadora y oportunista pues, con su deshonestidad esencial.
Propongo lo que sigue: Que salgan unos de esos que llaman "profesionales de la salud" con cien reactivos para detectar el virus y los prueben en cien personas que pasen por cualquier calle de Nueva York o de Milán a ver cuántos dan positivos. ¿Da 1 positivo? ¿O dan 10? ¿O 90? ¿O los 100? Yo sospecho que el resultado estará más cerca de los 100 que del 1. Pues bien, esos positivos son portadores sin síntomas del virus, o con síntomas leves, que han desarrollado inmunidad a él, tal vez porque su primer encuentro con él recibieron una leve carga viral, como la de una vacuna con virus vivos. Ellos quedaron vacunados por la naturaleza, si no es que por Dios mismo que no es tan malo como yo creía y se arrepintió de habernos mandado el coronavirus gracias a que el papa Francisco, que es tan bueno y tan efectivo, se lo pidió en una caminata por la piazza di San Petro en el Vaticano, desierta y bajo la niebla de un sombrío atardecer que él aprovechó para bendecir urbi et orbi a la multitud contagiadora pero ausente.
No se puede paralizar un país porque así lo aconsejan las estrellas del momento, los epidemiólogos, las alimañas más dañinas que le acaban de resultar a la humanidad, sin el dato esencial que les está faltando. Que el gobierno colombiano haga mañana las cien pruebas que digo en el Transmilenio de Bogotá. Si dan diez infectados, o sea diez portadores sanos, que levante la cuarentena pasado mañana porque en cuatro o cinco días alcanzaremos a Lombardía y a Nueva York. En tantos años de esfuerzo no habremos ganado la Copa Mundo, pero en esto del coronavirus nos vamos a poner al día como país de primera: con cien infectados por cada cien. Voy a volver a leer la Biblia, obra tan entretenida y de manga ancha e incestuosa para aprovechar este confinamiento forzoso. Me siento como Uribito el repatriado, encarcelado en su residencia particular, vencido y sin sueños de presidencia. Que escriba entonces sus Memorias de hijueputa, como yo.
* Escritor colombiano, ganador del Premio Rómulo Gallegos de Literatura, autor de 20 novelas y libros sobre ciencia como Las bolas de Cavendish.
* Estamos cubriendo de manera responsable esta pandemia, parte de eso es dejar sin restricción todos los contenidos sobre el tema que puedes consultar en el especial sobre Coronavirus.