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La leyenda del color

¿Es posible cambiar el color de la piel?  Médicos y dermatólogos coinciden en que el ‘Rey del pop’ sufría una enfermedad que, junto con un tratamiento de despigmentación, hicieron que su epidermis  dejara de ser negra y adquiriera un permanente tono blanco.

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Mariana Suárez Rueda
27 de junio de 2009 - 10:00 p. m.
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El mundo se conmocionó la primera vez que vio al ‘Rey del pop’, Michael Jackson, con la cara prácticamente blanca. Sus cirugías en la nariz y los labios habían logrado pasar algo desapercibidas, al igual que sus injertos de pelo e incluso el implante del mentón. Pero haber perdido el color negro de su raza hasta adquirir un tono pálido, casi lechoso, fue un insulto para muchos, el signo de su locura para otros y el síntoma de una grave enfermedad para sus familiares, amigos y más fieles seguidores.

Mientras los fotógrafos registraban la dramática transformación del cantante en cada una de sus apariciones públicas –desde finales de los años ochenta–, y algunas manías extrañas como utilizar siempre guantes, gafas, sombreros y hasta sombrillas para salir a la calle, Jackson comenzaba a contemplar la posibilidad de revelar su secreto y acabar con los rumores que salían casi todos los días en la prensa.

Uno de sus hermanos, Jermaine Jackson, confesó a principios del año 2000 que ellos sabían desde que comenzó el escándalo de la supuesta obsesión de Jackson por ser blanco, que se trataba de una enfermedad autoinmune difícil de tratar. Pero que tuvieron que guardar silencio porque él así se los pidió. Casi siete años antes de esta declaración, Jackson había revelado en una entrevista con Oprah Winfrey que sufría de vitíligo y que por eso el color de su piel había cambiado.

No tuvo más remedio. Una revista estadounidense había publicado, semanas atrás, fotos de sus manos (producto de un descuido mientras visitaba un zoológico en Los Ángeles), en las que se veían varias manchas blancas que contrastaban con el tono moreno de su piel. Inmediatamente dermatólogos de todo el mundo se aventuraron a analizar las imágenes y a dar un posible diagnóstico, pues la angustia se había apoderado de su fanaticada. Todos coincidieron en que se trataba de una condición poco común, que consiste en la pérdida de pigmentación en ciertas áreas de la piel.

Sin embargo, para muchos especialistas resultaba bastante extraño que Jackson no se tratara las manchas producto de la enfermedad, sino hubiera decidido eliminar por completo el pigmento de su piel, comenzando por su rostro y siguiendo con el resto del cuerpo. Campo Elías Páez, especialista en cirugía dermatológica de la Universidad de Buenos Aires, explica que lo que hizo este artista fue un tratamiento para desmancharse o despigmentar la piel, en vez de combatir este mal con fármacos, cremas o procedimientos médicos.

“Simplemente, se aplicó un producto para quitar su color negro y eliminar por completo la producción de melagenina, logrando que la piel luciera siempre color leche”. Esto lo hizo más proclive a desarrollar cáncer en la piel, por lo cual, advierte Páez, tenía que protegerse de los rayos del sol e incluso de la luz artificial que emiten las pantallas o los bombillos.

Las revistas y los periódicos sensacionalistas no parecían satisfechos con la sencilla explicación de Jackson sobre su enfermedad –que defendió vehementemente argumentando que al comienzo intentó maquillar las manchas, pero que finalmente no tuvo más opción que despigmentarse la piel–, y por eso en varias oportunidades publicaron artículos con la hipótesis de que una peligrosa bacteria era la culpable de que el ‘Rey del pop’ luciera cada vez más blanco.

Hasta principios de este año se leyeron titulares en medios como el diario británico The Sun, que hablaban de una extraña infección que se estaría comiendo la piel del artista, producto de la bacteria staphylococcus aureus que había adquirido durante una de sus tantas cirugías de nariz. Incluso publicaron unas fotos en las que Jackson salía de una clínica de California con la cara y las manos vendadas. El color de piel de uno de los músicos más famosos de la historia se estaba convirtiendo en una leyenda.

Durante su infancia Michael Jackson fue víctima de las críticas y las burlas de su familia por su aspecto, especialmente por la forma de su nariz. Sus hermanos lo apodaron ‘el narigón’ y su padre muchas veces lo llamaba ‘el feo’. Christian Marks, biógrafo del cantante, asegura que estos sucesos fueron los que desencadenaron sus complejos y terminaron en una constante necesidad por realizarse cirugías plásticas para corregir hasta la más pequeña imperfección de su rostro e incluso defectos que ni siquiera existían y que le costaron más de siete operaciones en su nariz, una en su mentón, otra en la mandíbula y en los pómulos.

La psicóloga Sandra Beltrán explica que se trata de una enfermedad denominada trastorno dismorfóbico del cuerpo, que consiste en que la persona ve distorsionada su imagen corporal y comienza una búsqueda excesiva por perfeccionar cada parte de su cuerpo, recurriendo a múltiples intervenciones quirúrgicas. “Uno de los detonantes de este trastorno pudieron ser los sucesos traumáticos que vivió en su infancia, como la constante burla de sus seres queridos”.


Para el dermatólogo Campo Elías Páez esta enfermedad se hizo aún más evidente cuando se conoció que Jackson se había destruido el cartílago por culpa de tantas cirugías y tenía que usar una prótesis, pues había perdido la nariz. Aunque la polémica de su obsesión por el bisturí distrajo la atención sobre los peculiares procedimientos que utilizaba para lucir una piel cada vez más blanca, la noticia que salió el domingo 17 de mayo de este año en el diario The Sun alertó al mundo y volcó sus ojos nuevamente hacia la piel de este ídolo del pop.

Se trataba de un artículo en el que se revelaba que Jackson sufría de cáncer de piel y que podría estar en peligro la realización de su gira,  que debía comenzar el 8 de julio. El periódico aseguraba que el cantante visitaba regularmente a un dermatólogo en Beverly Hills (Los Ángeles, EE.UU.) y que siempre se le veía con máscara, un gorro y a veces incluso en silla de ruedas. Hasta llegó a afirmarse que el prestigioso médico Ralph Massey, podría ser el encargado de llevar su caso.

¿Hasta dónde lo había llevado su vanidad? Se preguntaban inquietos los líderes de sus clubes de fans. El tiempo se encargó de darles la respuesta este 25 de julio cuando salió una llamada al 911 desde su casa, en un exclusivo barrio de Los Ángeles, reportando que el ‘rey’ había dejado de respirar y se necesitaba urgente una ambulancia. Los rumores y las teorías sobre las causas de su muerte se regaban por todo el planeta. El color de piel de uno de los músicos más famosos de la historia se convertía en leyenda.

¿Qué es el vitíligo?

Es una enfermedad autoinmune que se caracteriza por la pérdida de pigmentación en ciertas áreas de la piel, ocasionando parches o manchas blancas. Esto sucede porque los melanocitos (células que producen la melanina, encargada de la pigmentación de la piel) son destruidos.

Aproximadamente el 2% de la población mundial sufre de este mal, que se presenta con mayor frecuencia en niños o mujeres. Aunque existen tratamientos para quitar las manchas, como la fototerapia, las cremas corticosteroides y algunos medicamentos, el paciente corre el riesgo de sufrir cáncer de piel o algún tipo de infección debido a una baja de defensas. Por eso, los médicos recomiendan que no se exponga al sol ni a los rayos de las pantallas o los bombillos. El signo que alerta sobre esta enfermedad es la aparición repentina de manchas en axilas, manos, pies y cara.

Fijación por las cirugías plásticas

En 1984, Michael Jackson tuvo un accidente mientras rodaba un comercial para Pepsi y fue hospitalizado por quemaduras en el cuero cabelludo. Se dice que desde entonces comenzó su obsesión por las cirugías. Las primeras intervenciones a las que se sometió fueron para corregir el grosor de su nariz y delinearse de manera permanente los párpados.

En 1987, volvió a ingresar al quirófano para seguir perfeccionando su nariz. Luego, se practicó un implante de mandíbula y de mentón al tiempo que la piel de su rostro lucía cada vez más blanca. Cuatro años después se tatuó los labios de color rojo y se retocó la nariz, logrando que luciera muy pequeña y respingada; se hizo implantes de pelo en la cara y modificó sus pómulos.

Esta obsesión por querer cambiar el aspecto de su cuerpo constantemente es denominada trastorno dismorfóbico, el cual se caracteriza porque los pacientes se sienten acomplejados e intentan ocultar sus defectos físicos.

Por Mariana Suárez Rueda

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