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Una prótesis puede llegar a salvarle la vida a un animal. No todos están en las condiciones para aprender a sobrevivir sin alguna extremidad, más si se trata de uno como un elefante, que por su peso necesita balancear su cuerpo, o un camello, cuyas articulaciones tienen una forma precisa, debido a su altura, para que pueda avanzar.
Aunque desde el siglo pasado se han venido desarrollando prótesis para animales, a finales de 2015, Derrick Campana se hizo famoso por construir dos prototipos a medida para Motala y Mosha, dos elefantes tailandeses que habían perdido una de sus extremidades al caer en un campo minado. “El trabajo no era fácil. Pesaban más de 100 kilos”, asegura, por lo que su recuperación fue más lenta, pero a la vez una de las más satisfactorias en su carrera.
Su experiencia se remonta a 2006, cuando tras haberse graduado de biomecánica y quinesiología en la Universidad de Pensilvania, se dedicó a la construcción de prótesis para humanos, pero recuerda que todo cambió el día que un veterinario le pidió construirle una adaptación a Charles, un perro con ectrodactilia, una enfermedad genética que deforma las piernas. El perro se había dado por vencido de caminar, pero Campana hizo lo imposible por ayudarlo.
Trabajar en la construcción de su prótesis lo llevó a dedicarse a esto. Comenzó a ayudar a perros, con las herramientas que tenía a mano y experimentando con diferentes materiales que encontró cerca a su casa. Pronto creó una dinámica, con la cual no sólo les estaba haciendo extremidades a medida a los animales, sino que además acompañaba su proceso de recuperación.
Así comenzó. Al mes de ayudar a Charles creó Animal OrthoCare, una fundación con la que ayuda a muchos más animales, pero además comparte conocimiento con otras personas en el mundo a las que sus avances tecnológicos, en medio de su experimentación, les podrían servir para implementarlos en otros casos, pues en el mundo no hay más de diez personas que se dediquen a hacerlas de manera profesional.
Conforme su historia se fue conociendo, su popularidad también creció: “Recibo a diario entre 300 y 500 correos electrónicos pidiéndome ayuda”. Y no es para menos, pues atiende a cerca de 200 animales al mes. Aprovecha el tiempo al máximo.
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Duerme con una libreta al lado, en la que toma apuntes de nuevas ideas que pueden materializarse en cuestión de días, como pueden pasar meses sin tener claro qué hacer. Como por ejemplo, hace tres años, sin saber cómo ayudar a un pequeño perro llamado Derbi, se terminó inspirando en las prótesis del atleta sudafricano Oscar Pistorius para diseñar un nuevo modelo.
Eso no lo es todo, para Campana, uno de los factores más importantes de su trabajo es crear confianza con los animales. Muchas veces, cuando viaja a otros países se encuentra con limitantes como el idioma, pero el hecho de que pueda acompañar a los animales en su proceso y crear un vínculo es más que suficiente.
“Pasamos por un proceso de adaptación muy lento con los animales, ya que no podemos decirles qué hacer. Algunos perros se acostumbran el primer día, pero algunos nunca se acostumbran a sus prótesis”, señala Campana.
Es así como ha buscado nuevas soluciones para sus pacientes. Especialmente, en la mejoría de los mecanismos que utiliza y sus materiales. Además de las patas estáticas sobre las que los animales se pueden apoyar, ha creado diferentes mecanismos, como el de Derbi, que les permiten a muchos caminar con mayor confianza y hasta correr.
Más recientemente, Campana ha centrado sus estudios en trabajar con termoplásticos de baja temperatura, un material que puede ser modificado por el cuidador en caso de que la prótesis pueda comenzar a incomodar al animal. Una apuesta que ha puesto Campana por encima de la tecnología 3D, a la que considera, en algunas ocasiones, poco rentable, aunque reconoce que es muy práctica.
Por ahora, Campana se encuentra viajando por el mundo, entregando prótesis que ha hecho a medida y por encargo para diferentes animales. Su más reciente travesía fue por Botswana, junto a Animal Planet y el programa Dodo Heroes, donde entregó una nueva prótesis abrazadera al elefante Jabu, quien tenía complicaciones para caminar por una malformación en su pierna. “Antes de conocerlo, tuve que comprar muchas de las piezas y experimentar. Viajar con el dispositivo y lograr que un animal tan grande como Jabu lo usara, ha sido el desafío más grande que he enfrentado, con los casi 20.000 animales que he atendido”.
Su principal meta es mejorar sus técnicas para ayudar a muchos más animales. “Desarrollo cosas nuevas todos los años para ayudar a más pacientes necesitados. Y esa es probablemente la cosa más desafiante y emocionante. Es sólo imaginar cómo hacer eso y lograrlo”, concluye.