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Aunque para 2032 Colombia se propuso convertirse en uno de tres países más competitivos de América Latina, en materia de educación está muy lejos de alcanzar el objetivo.
De acuerdo con el Informe Nacional de Competitividad, a pesar de los esfuerzos del Gobierno por mejorar su acceso, calidad y pertinencia, el país continúa rezagado. Las bajas coberturas en educación preescolar, media y superior son preocupantes y la calidad de la educación básica y media —medida por los resultados en las pruebas internacionales PISA (2009) y Pirls (2011)— presenta un panorama desalentador.
Según el reporte anual, que acaba de presentar el Consejo de Competitividad, uno de cada tres niños (entre 5 y 6 años) no se encuentra matriculado en ningún espacio formativo.
Aunque el Programa de Cero a Siempre pasó de atender 560.000 niños en 2010 a cerca de 750.000 en mayo de 2013, el Gobierno todavía se encuentra lejos de cumplir su meta de cubrir a 1,2 millones de niños y niñas menores de 5 años a 2014, meta que incluso se queda corta con respecto a la población objetivo, teniendo en cuenta que ante el Sisbén se encuentran reportados un total de 2,5 millones de niños y niñas, pobres y vulnerables, menores de 5 años.
"También es preocupante el caso de la educación media, pues sólo cuatro de cada diez adolescentes, de entre 15 y 17 años, van a las escuelas, situación que empeora en el sector rural", dice el informe.
En cuanto a la cobertura en educación superior, el estudio revela que si bien ha aumentado y se empieza a acercar a la meta que se ha fijado el Gobierno (50%), incluso si la alcanza, Colombia se encontrará muy atrasada en comparación con el contexto latinoamericano, al situarse detrás de países como Cuba (115%), Venezuela (78%), Argentina (71%), Uruguay (63%) y Chile (59%).
Según el más reciente Reporte Global de Competitividad 2013-2014 del Foro Económico Mundial, Colombia ocupa el puesto 98 en el pilar de Educación Primaria y Salud –luego de perder 13 posiciones– y el puesto 60 en el de Educación Superior y Formación para el Trabajo, entre 148 países. La situación es aún más preocupante si se mira el Anuario de Competitividad Mundial del Institute for Management Development (IMD), en el que entre 60 países, el país ocupa el puesto 58 en el pilar de Educación.
Partiendo de esta situación, reseña el informe, en 2012 el país se fijó una serie de acciones dentro de su Agenda Nacional de Competitividad que incluye 16 actividades orientadas a mejorar cobertura, calidad y pertinencia de la educación. Pero a pesar de estos compromisos, existen importantes rezagos en el estado de avance de estas acciones.
Preocupa la calidad
Como estrategia para evaluar la calidad de la educación básica y media en el mundo, cada tres años se realizan las pruebas PISA y cada cinco las pruebas Pirls. Aunque en ambos exámenes los estudiantes colombianos han ido mejorando frente a años anteriores, siguen presentando unos de los peores resultados entre los países participantes. "En ambas pruebas, más de 60% de los estudiantes colombianos se ubicaron en niveles de desempeño bajo", dice el informe que se alimenta de cifras suministradas por el Ministerio de Educación.
En cuanto a la calidad de la educación superior, el panorama no es mejor. Sólo 10% de las instituciones de educación superior del país (28) cuentan con acreditación de alta calidad y ni siquiera éstas se encuentran bien posicionadas a nivel mundial. Son muy pocas las universidades del país que se encuentran reportadas en los ránquines mundiales, y en los latinoamericanos e iberoamericanos, Colombia aún se encuentra detrás de países como Chile, Brasil, México y Argentina.
Los grandes avances, en materia de cobertura, se han dado principalmente por un crecimiento exorbitante en la matrícula del Sena –cercano a 600% en nueve años–, frente a un incremento significativo, pero gradual, de la matrícula universitaria y del resto de la matrícula en programas técnicos profesionales y tecnológicos (TyT) –cercano a 50% para los últimos diez años.
Según el Informe Nacional de Competitividad, este crecimiento acelerado de la oferta del Sena ha permitido que se cumplan las metas de reducir la brecha entre la matrícula universitaria y la de programas TyT, pero ha abierto un debate sobre las garantías mínimas de calidad de esta formación. "Surge la pregunta de si el país debe apostarle a cubrir sus necesidades de formación TyT, principalmente a través de un SENA cuasi-monopólico y gratuito. (…) Aunque casi todos sus programas de formación TyT cuentan con Registro Calificado, persisten dudas sobre su calidad", reza el documento.