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                                                                                                                                Los defensores del Darién

                                                                                                                                Un proyecto de venta de bonos de carbono recuperó más de 13 mil hectáreas de esta selva del Chocó.

                                                                                                                                Sergio Silva Numa

                                                                                                                                Alrededor de 1.600 habitantes obtienen beneficios del proyecto. / Anthrotect
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Pero ahora, después de padecer esas décadas, que no dejaron más que pobreza, cientos de desplazados y una población repleta de una inexorable desconfianza, los habitantes de Acandí, como en una especie de renacimiento, han empezado a recuperar su territorio, sus hogares y sus costumbres.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Vencer el escepticismo y la cautela de una población acostumbrada a obtener ganancias de las empresas madereras no fue fácil. Pero la incertidumbre de las casi mil familias que viven ahora de la selva del Darién se desmoronó paulatinamente.

                                                                                                                                Lo primero que hizo Ferguson fue explicarles a los habitantes de Acandí, una población entre Panamá y el mar Caribe, el negocio que les permitiría obtener recursos a través de la preservación de su bosque.

                                                                                                                                En el mundo existen dos esquemas para negociar los bonos de carbono: el mercado regulado, controlado por el Protocolo de Kioto, y el mercado voluntario. En este último —que permitió el surgimiento del mecanismo REDD (Reducción de emisiones por deforestación y degradación de bosques)— se paga una suma de dinero a aquellos proyectos que demuestren ponerle freno a la deforestación. Justamente fue ese modelo el que se adoptó en el Chocó. Y para implementarlo se fundó Anthrotect Ltda., una empresa con sede en Medellín que hoy dirige Mauricio Salazar.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Pese a que el certificado internacional es evidencia del buen funcionamiento del proyecto del Darién, la venta de bonos de carbono en Colombia no se ha realizado de la mejor manera.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                De acuerdo con Rubén Guerrero, de la Dirección de Bosques del Ministerio de Ambiente, se conocen casos en los que empresas privadas no hacen la consulta previa con comunidades indígenas y afrocolombianas, les dan falsa información y los hacen firmar falsos contratos. “Aunque es cierto que el mercado regulado está en construcción, ya hemos adelantado campañas para informar y educar a las poblaciones afectadas”, asegura Guerrero, quien también asevera que apenas se están creando las normas para esos mercados.

                                                                                                                                Y es debido a la escasa normativa que, de las 50 iniciativas que hay en Colombia, que ocupan más de 17 millones de hectáreas, varias operan de forma irregular. Otro de los modelos conocidos, según Mauricio Salazar, es que compañías privadas logran que las comunidades firmen un preacuerdo que sirve como garantía para empezar a vender bonos en el extranjero. Así, nunca implementan los proyectos y se quedan con los dólares de ingenuos compradores.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Para Roberto León Gómez, subdirector de Desarrollo Local de la Fundación Natura, la explicación de que el mercado voluntario no funcione es, esencialmente, una sola: “el Ministerio no está de acuerdo con que las empresas tengan un límite de emisión de gases invernadero”.

                                                                                                                                Además de las enormes falencias que hoy tiene el negocio de bonos de carbono y que ha ocasionado el mal manejo de las 30 millones de hectáreas que pertenecen por ley a indígenas y a comunidades afrocolombianas, hay un nuevo factor que amenaza los bosques. Tanto así que el ‘Corredor del Darién’ lo padece pese a sus premios y a su reconocimiento: “Ahora —dice Everildys Córdoba— muchas personas quieren entrar a hacer minería ilegal. Quieren llevarse todo el oro de la selva”.

                                                                                                                                 

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Alrededor de 1.600 habitantes obtienen beneficios del proyecto. / Anthrotect
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Pero ahora, después de padecer esas décadas, que no dejaron más que pobreza, cientos de desplazados y una población repleta de una inexorable desconfianza, los habitantes de Acandí, como en una especie de renacimiento, han empezado a recuperar su territorio, sus hogares y sus costumbres.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Vencer el escepticismo y la cautela de una población acostumbrada a obtener ganancias de las empresas madereras no fue fácil. Pero la incertidumbre de las casi mil familias que viven ahora de la selva del Darién se desmoronó paulatinamente.

                                                                                                                                Lo primero que hizo Ferguson fue explicarles a los habitantes de Acandí, una población entre Panamá y el mar Caribe, el negocio que les permitiría obtener recursos a través de la preservación de su bosque.

                                                                                                                                En el mundo existen dos esquemas para negociar los bonos de carbono: el mercado regulado, controlado por el Protocolo de Kioto, y el mercado voluntario. En este último —que permitió el surgimiento del mecanismo REDD (Reducción de emisiones por deforestación y degradación de bosques)— se paga una suma de dinero a aquellos proyectos que demuestren ponerle freno a la deforestación. Justamente fue ese modelo el que se adoptó en el Chocó. Y para implementarlo se fundó Anthrotect Ltda., una empresa con sede en Medellín que hoy dirige Mauricio Salazar.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Pese a que el certificado internacional es evidencia del buen funcionamiento del proyecto del Darién, la venta de bonos de carbono en Colombia no se ha realizado de la mejor manera.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Y es debido a la escasa normativa que, de las 50 iniciativas que hay en Colombia, que ocupan más de 17 millones de hectáreas, varias operan de forma irregular. Otro de los modelos conocidos, según Mauricio Salazar, es que compañías privadas logran que las comunidades firmen un preacuerdo que sirve como garantía para empezar a vender bonos en el extranjero. Así, nunca implementan los proyectos y se quedan con los dólares de ingenuos compradores.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Además de las enormes falencias que hoy tiene el negocio de bonos de carbono y que ha ocasionado el mal manejo de las 30 millones de hectáreas que pertenecen por ley a indígenas y a comunidades afrocolombianas, hay un nuevo factor que amenaza los bosques. Tanto así que el ‘Corredor del Darién’ lo padece pese a sus premios y a su reconocimiento: “Ahora —dice Everildys Córdoba— muchas personas quieren entrar a hacer minería ilegal. Quieren llevarse todo el oro de la selva”.

                                                                                                                                 

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